Isidoro Berdié Bueno
Profesor de Ciencias de la Educación, doctor en Historia y Filología Inglesa

La historia en busca de sentido

La unidad del pueblo será necesaria para vencer, cuanto más unido esté más cerca de su objetivo se encontrará, los poderes están en situación de privilegio y no los quieren perder, además disponen de todos los medios y resortes que conlleva el poder político para no perderlos.

Hay que encontrar un sentido a la historia que hoy no tenemos, y debemos ir en pos de él para iluminar el camino del futuro. Falta la antorcha, la luz de la inteligencia que debe prevalecer para salvarnos de un desastre. La historia básicamente es una advertencia de los errores cometidos en el pasado, para ver si aprendemos algo de ella. «Historia magistra vitae», Cicerón. Buceamos en ella y llegamos a Carlomagno.

Este asume el podio de la Alta Edad Media y presenta el primer gran proyecto europeo, tomando como modelo el Imperio romano cristiano, en el que había un «César imperator» y un «Pontifex maximus» que hacía de puente entre lo humano y lo divino. Y así, después de que Carlomagno domina la zona centroeuropea y meridional divide el imperio entre sus tres hijos y planta el germen de la nueva Europa renacida y vinculada a la cultura clásica, tomando esta herencia como inspiración y guía de la Europa del futuro.

Paralelamente, a través de las Escuelas Palatinas, la mayoría de las veces tomando como base parroquias y catedrales, inicia la elevación de la cultura a Universidad y a tomar como base de ella la Gramática, Retórica, Ética y Filosofía, que formarán el gran núcleo de las Humanidades cuyo peso recaerá sobre los hombros de los clérigos y monasterios. Esta es la gran obra y legado cultural de Carlomagno, todavía pendiente de concluir.

El Imperio romano germánico nada tiene que ver con el Estado teocrático que hacía dios al emperador, más bien es un paso hacia delante. Estado teocrático es lo que hubo en Roma desde Julio César hasta Constantino, cuando este se convirtió al cristianismo en el año 313, tras la batalla de Puente Milvio, en que sus tropas vencieron a las de Majencio, Constantino acaba con el Estado teocrático cede y otorga esa sacralidad al Papa, que lo convierte en «Pontifex maximus» que como ya se ha dicho hacía de puente entre lo divino y lo humano.

Los ideales de este periodo histórico que estamos exponiendo permanecen en el horizonte sin haberse alcanzado en Europa hasta la fecha, embarrada en el Mercado Común, y sería conveniente que este espíritu despertara las conciencias de los europeos frente a esos laicistas que desearían derribar hasta la última piedra de sus catedrales o convertirlas en discotecas, cosa que en algún país ya se ha hecho. Hay que llorar el fundamento de nuestra cultura cristiano romana, cuya desaparición está en juego y con ella el estudio de las Humanidades, que estaban en la base de su fundación. Hoy el mundo va en dirección desconocida, sin guías y por un camino lleno de peligros, se precisa esclarecer la situación y elaborar bien los ideales de la cultura que comienza y no prescindir de la herencia cultural que nos dejan las generaciones precedentes.

La Historia es principalmente desastres, hay más de ellos que de momentos felices y de éxitos, en su mayoría insuficientes. Hay que evitar sus errores, «que nao se repitam os erros do passado», periódico anarquista portugués, 1977. Con la Historia en busca de sentido queremos significar eso, que no hay que repetir los errores, hay que ser optimista aunque para ello habría que hacer unos cambios que ahora no se dan, sin grandes costos. No será fácil, está en dependencia de la acción humana, de la gente de base, esa está por el optimismo y por los cambios favorables para la mayoría, pero el Poder está por los cambios para la minoría. La unidad del pueblo será necesaria para vencer, cuanto más unido esté más cerca de su objetivo se encontrará, los poderes están en situación de privilegio y no los quieren perder, además disponen de todos los medios y resortes que conlleva el poder político para no perderlos.

Esto sería una especie de contemplación intelectual al margen de las preocupaciones actuales, en su espíritu más íntegro, no hay dinero, ni honor ni siquiera aplausos de por medio, sino un interés intelectual en toda su pureza.

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