Patrik Unzurrunzaga Garate
Miembro de Koroa Biluzik

¿La izquierda abertzale fue negacionista?

Yo me considero una persona que me cuestiono las cosas, me gusta informarme mas allá de la versión oficial o de lo que dicen solo los medios de comunicación tradicionales

Después de leer el uno de agosto en GARA la «crónica» de Aritz Intxusta, no he podido resistirme a contestarte. Vaya por delante que no, yo no soy periodista, ni tengo la misma habilidad que tú para escribir; y es posible que haya gente que piense que contestándote no voy hacer más que el ridículo. No me importa, hay cosas tan fáciles de rebatir que no hace falta mas que sentido común.

Primero, yo no voy a entrar en el juego de la descalificación y/o el insulto velado, prefiero los argumentos. Empiezo por explicarte que «negacionistas» se les ha llamado siempre a los que niegan el Holocausto nazi en la IIGM. Ya partimos de un calificativo viciado y muy ofensivo, con un claro interés de colocar a quienes disentimos de la versión oficial en posiciones políticas determinadas, siendo completamente falso, pues aquí no estamos ante un problema de izquierdas o derechas, sino en otro tipo de posiciones en las que en ambas partes confluyen diferentes orientaciones políticas. De hecho, hasta Vox pide la vacunación masiva, y a mí no se me ocurre ligarte a ti con Vox porque coincidas con ellos en ese punto.

Y aquí va la explicación al titular con el que abro este texto: cuando la izquierda abertzale nunca creía en las versiones oficiales y las negaba; y cuando las «no oficiales» eran censuradas por todos, ¿la izquierda abertzale era negacionista? Yo creo que no; y tú seguro que también piensas en esto como yo. “Egin”, junto a radios libres, fanzines y grupos musicales punk-rock (lo mas parecido a las RRSS que había entonces) se encargaban de dar «la voz a los sin voz», de contar la otra parte censurada, y de destapar la mentira oficial, ¿verdad? Pues siguiendo este hilo me da una pena inmensa leer tu crónica al más puro estilo ofensivo y rabioso, que recuerda a lo que personajes bien conocidos de la prensa más recalcitrantemente española hacen con todo lo que huele a vasco o catalán; lanzando todo tipo de descalificativos, a veces más velados, otras más directos.

Yo me considero una persona que me cuestiono las cosas, me gusta informarme mas allá de la versión oficial o de lo que dicen solo los medios de comunicación tradicionales. Hablas que vosotros los periodistas os basáis en informaciones irrefutables de los científicos y que lo trasladáis a los medios con esa garantía de veracidad. Lo que no dices, por omisión o desconocimiento, es que hay una gran parte, significativa y muy numerosa, de científicos que dicen lo contrario a la versión oficial que tu asumes como única e irrebatible, y que además están censurados, solo pudiéndose llegar a ellos a través de una búsqueda activa, ya que nunca te van a dar sus opiniones en bandeja, como ocurre con la versión oficial. Yo pido, por el bien de todos, un debate científico serio e imparcial entre las dos partes científicas, ya sea «creyente» de la versión oficial o «cuestionacionista», como es mi caso.

Sí, en las redes hay gente que puede decir muchas cosas, insultarte, decir argumentos rocambolescamente grotescos… Yo te diría que como periodista que eres, fueras a las fuentes mas fiables, como la Plataforma Bizitza y leyeses y te basases en lo que ahí se dice, y no en opiniones personales, de a saber quién; pues todos sabemos la proliferación de trolls que dicen bobadas y crean discusiones estériles, insultan, etc., para desprestigiar a un movimiento legitimo. Yo te invito a escribir una crónica rebatiendo a Bizitza y a todos los científicos censurados en cuyas investigaciones se basa la postura de esta plataforma, y bajo cuyos argumentos acudimos más de 3.000 personas a la manifestación por la Salud y la Libertad celebrada en Gasteiz el 15 de mayo, y más de 5.000 el pasado 24 de julio en Donostia. La primera de ellas, la de Gasteiz, fue silenciada por todos los medios, incluso GARA-NAIZ y Berria, cosa muy preocupante; en la segunda, la de Donostia, dijeron que éramos solo unos cientos (¿es la mentira, en esta «nueva normalidad», una práctica periodística aceptable?), con fotografías no panorámicas, y con crónicas descalificadoras. Me recuerda a cuando la izquierda abertzale convocaba manifestaciones nacionales a las que acudían decenas de miles de personas y, o no salían en ningún medio de comunicación, o, si salían, las imágenes y los datos estaban manipulados, o le dedicaban en ETB medio minuto a la «mani», una hora a la inauguración de un batzoki, y media hora al fútbol…

Nosotros no defendemos que el fármaco experimental con ARNm vaya a matar al 80% de la población y menos nos basamos en una fuente «tan fiable» como un comentario en las redes sociales. Los cuestionacionistas como yo, lo que queremos señalar es que el fármaco experimental no es una vacuna, ya que no lleva un virus atenuado, lo que lleva es ARN mensajero. Este tipo de fármaco, como cualquier otro, por mucho dinero y adelanto científico, necesita de tiempo para saber sus efectos secundarios. Como todos sabemos, el tiempo no se puede comprar. Por lo tanto, no se pueden saltar las fases de pruebas en animales y después en voluntarios humanos; siendo necesario esperar los años de rigor hasta poder descartar posibles efectos secundarios a medio y largo plazo. Sí, ya sé que hay quien dice que ya llevaban tiempo investigando con animales este tipo de medicamento (que modifica el ARN y el ADN) desde mucho antes de que empezara esta «crisis pandemica». Lo que no dicen es que nunca se pudo pasar a investigar con humanos porque en la fase de cobayas se les morían todos.

Tampoco que se trata de un fármaco con una precaria aprobación de emergencia, cuyas fases experimentales se están concluyendo actualmente: observando sus efectos sobre la misma población a la que machaconamente se le insta a que acuda a formar parte del experimento, creando una especie de extraña obligación moral. Mientras, se silencian o disimulan todo tipo de efectos no deseados y no se habla, por supuesto, del inmenso negocio que hay detrás. No nos cuentan tampoco que un fármaco experimental, que no cumple los tiempos exigidos, ¡de años!, se está inoculando en humanos corriendo riegos muy graves; más al contrario, se vende como seguro y es publicitado como santo grial sin saber qué ocurrirá en el medio y largo plazo; despreciando cualquier prudencia, se insiste incluso en la inoculación de todas las franjas de edad, incluidos niños.

La información censurada en más de año y medio es tanta, que es imposible escribirte en pocas líneas todo lo que quisiera; además, lamento mi falta de habilidad para sintetizar y poder decir más en menos líneas; como he dicho, no soy periodista. Gracias.

Bilatu