Jorge Garay Zabala

La «locura»

Dice Sama Bilbao León, ingeniera, que nació precisamente en Bilbao, y que es nada menos que directora general de la Asociación Nuclear Mundial, que «rechazar la energía nuclear es una locura y que ojalá Lemóniz funcionase» ("El Correo", 22-01-2024).

Lo que es una verdadera locura es que los gobernantes del mundo se estén decantando por lo nuclear. No han escarmentado con Chernóbil y Fukushima. Hago constatar aquí lo que dicen dos premios Nobel sobre la energía nuclear «con fines pacíficos».

«En un programa energético basado sobre la fisión, la enorme cantidad de desechos radiactivos devendrá pronto tal que es posible un envenenamiento total de nuestro planeta (…). La enorme cantidad de materiales radiactivos que contiene un reactor constituye un peligro permanente» (Hannes Alfvén, Nobel de Física 1970, en memoria dirigida al senador M. Gragell, de Alaska, en abril de 1970. Esta cita hasta hace poco aparecía en Google-Internet (PDF "Informe en torno a la programada Central Nuclear de Deva", págs. 24-25).

Por su parte, James Dewey Watson, Nobel de Medicina 1962, por su codescubrimiento de la estructura de la molécula del ácido desoxirribonucleico, ADN, hablando de plutonio, declaró: «Es el elemento más peligroso que el ser humano ha intentado manejar. La más mínima partícula de plutonio origina cáncer. Si su uso se extiende, debemos pensar en la posibilidad de terribles catástrofes –accidentales o deliberadas– que provocarán que extensas regiones de la Tierra se vuelvan inhabitables para siempre» (en "The preliminary Review of the AEC Reactor Safety Study"; H. Kendall; noviembre 1974).

Hay, asimismo, Nobeles favorables a la energía nuclear, pero todos ellos por motivos estrictamente energéticos o económicos, y ninguno de ellos refuta las aseveraciones de Alfvén y Watson.

Los doctores Tamplin y Cochran aducen que la inhalción de partículas microscópicas de plutonio pueden tener efectos mucho más graves que los que indican los presentes estándares. Según esta teoría, "Hot particles", una dosis de millonésima de de gramo de plutonio 239 tiene una incidencia en la generación de cáncer de pulmón del 100% (Tamplin A. R. y Cochran T. B., "Radiation Standards for Hot Particles", Washington DC Natural Resources Defense Council, 1974).

En el supuesto de que se pudiese desmantelar un gran reactor después de su período de funcionamiento, hay que construir un cementerio para almacenar sus residuos radiactivos, que no se pueden eliminar ni destruir. Y así, a esperar el transcurso de los siglos, con el consiguiente peligro de los avatares del futuro, guerra, sabotaje, etc.

Si fuera por el PNV, la central nuclear en Lemóniz estaría funcionando, o quizá ya hubiera pasado su período de funcionamiento y habría que haber construido un cementerio para almacenar sus residuos radiactivos, como el que han construido en Garoña. El 5 de mayo de 1982 se constituyó en Gasteiz la Sociedad de Gestión de la Central Nuclear de Lemóniz con el peneuvero Josu Elorriaga Zarandona al frente, para hacerse cargo el Gobierno autonómico de la central nuclear. Ese día, ETA mató en Begoña al ingeniero jefe de la central nuclear, Ángel Pascual Múgica. La Sociedad de Gestión se fue al garete. Iberduero, el 13 de mayo, canceló los contratos de ejecución de obras, suministros y servicios. Los técnicos de la central se negaron a volver a sus puestos. Las contratas de Iberduero dieron finalizada su labor.

El 28 de octubre de 1982, el PSOE ganó las elecciones y no se reanudaron las obras, que fueron paralizadas definitivamente por el Ejecutivo de Felipe González. El 28 de marzo de 1984 se declaró la moratoria nuclear.

¿Debe o no el pueblo vasco a ETA que Lemóniz no haya funcionado?

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