Ibon Cabo

La recentralización deportiva que viene a través del fútbol

En esta situación hablar de un modelo deportivo de selecciones donde los distintos pueblos del Estado pudieran tener su representatividad pudiera sonar a chino. Sin embargo los tiempos de zozobra, son siempre tiempos para la esperanza.

Durante la presente legislatura van a coincidir aspectos muy interesantes sobre la vida deportiva de federaciones, clubes y deportistas. Por un lado, al estar inmersos en año olímpico, se culminará el proceso de renovación de cargos federativos en el fútbol. Por otro lado, la volatilidad del voto, ha llevado a un escenario de política de pactos variables tanto en el congreso como en el senado. Para colmo tanto la nueva ley del deporte estatal como la ley vasca del deporte están en proceso de renovación. La pregunta que cualquiera puede hacer es cómo afecta este escenario al fútbol y si con todo ello se pretende emprender un proceso centralizador por la puerta de atrás.

Por centralización administrativa se puede entender el proceso que desvincula el poder de las unidades más pequeñas a favor de una estructura institucional central rompiendo amarras con la forma de trabajar anterior. Normalmente, cuando este proceso es impuesto, suelen surgir movimientos de resistencia. Ocurrió con Cánovas Del Castillo y también con el Conde Duque de Olivares en términos estrictamente políticos. Los reinos estaban acostumbrados al estilo pactista de los Austrias y muchos de ellos terminaron chocando de frente con la nueva formulación de los Borbones. Ya no existía ni autonomía ni pactos entre virreinatos y así un paraguas común se instauró sigilosamente hasta la llegada de la democracia y la segunda república española. La pieza angular de todo ello fueron siempre los impuestos y la política fiscal. Así, se cumplía el viejo refrán que dice «el que hace y reparte se lleva la mejor parte». Por último la centralización del castellano como idioma administrativo puso fin de un plumazo a la vieja diversidad lingüística del reino aunque se mantuvieron al respecto ciertas concesiones.

Este modelo se puede utilizar comparativamente con la realidad que vive actualmente el fútbol español. Los procesos de centralización tienen su principal eslabón en la información y en la nomenclatura. Con la implementación del sistema único de gestión de fichas, arbitrajes y títulos deportivos para competiciones de ámbito estatal, su nomenclatura única y su vertebración administrativa desde Madrid, se dan algunos pasos importantes para el paso del modelo territorial al modelo con gestión monocromática. La simplificación e informatización de los pasos para clubes no puede ocultar una opa encubierta del deporte federado hacia todo lo demás. Nada va a tener la rapidez y la asistencia que tiene el fútbol. Así pues, las posibilidades de supervivencia de deportes minoritarios, autóctonos o del propio deporte escolar son escasas. Madrid será puerto único para casi toda la flota deportiva. Ficha única, fútbol unitario, cultura hegemónica, ¿fin de la diversidad desde la gestión?

Pero nada es posible sin la parte económica. Por mucho que Madrid intentara crear un sistema único que diera cobertura legal a las competiciones de ámbito internacional o interautonómico, este no sería posible si no estuviera dotado de recursos suficientes. Así la RFEF ha abierto innumerables vías de profesionalización para presidentes de las territoriales, comités técnicos, secretarios, seleccionadores, presidentes de comités de árbitros... Los nuevos horizontes profesionales son incontables y por lo tanto muy apetecibles para cualquiera que quiera desarrollar una carrera en el mundo del fútbol. Un ejemplo claro es que cualquiera puede ser miembro de un comité técnico, o de la mutualidad de futbolistas, no hay nada reglado en cuanto al desarrollo profesional de las personas para acceder a éstos puestos. Además, la dependencia económica de clubes y federaciones territoriales se ha visto incrementada por la vía de las subvenciones recibido por el CSD a través de los derechos audiovisuales.

En esta situación hablar de un modelo deportivo de selecciones donde los distintos pueblos del Estado pudieran tener su representatividad pudiera sonar a chino. Sin embargo los tiempos de zozobra son siempre tiempos para la esperanza. Tanto en el Congreso español y como en el Parlamento vasco se están elaborando dos nuevas leyes. Pongamos pues límites a este proceso de recentralización y retomemos la elaboración de un modelo deportivo diverso donde podamos tener acceso a defender nuestros propios intereses sin caer bajo el yugo de la mayoría. Trabajemos por recuperar nuestra autonomía financiera y administrativa. Limitemos el acceso a estos comités al desarrollo de carreras profesionales en el mundo del deporte. Juntémonos en los clubes para impulsar los acuerdos políticos que nos llegan desde las instituciones. Acuerdos que deben más parecerse a los de Pi i Margall que a los que trataban de imponer Cánovas y el tal Olivares. La diversidad es una fortaleza que nos une y no una barrera que nos separa. Perdamos el miedo a trabajar por ello y a reivindicar nuestro propio espacio.

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