Germán García Marroquín
Ongi Etorri Errefuxiatuak!

Ladran luego cabalgamos

«Ongi etorri», en la pancarta del Gobierno Vasco, significa una bienvenida al País Vasco solo a las señoras y los señores turistas. «Ongi etorri errefuxiatuak», por el contrario, es una demanda ciudadana para hacer del País Vasco una tierra de acogida para las personas que se han visto forzadas a abandonar su tierra para tener una vida digna de ese nombre.

Galopa, caballo cuatralbo,/ jinete del pueblo,/ que la tierra es tuya./ ¡A galopar,/ a galopar,/ hasta enterrarlos en el mar!

Paco Ibáñez cantaba estos versos de Alberti en los años 70. En aquellos años soñábamos con enterrar el fascismo para siempre. El sueño fue desviado hasta convertirse hoy en una pesadilla atroz, en la que no son los verdugos sino las víctimas quienes son enterradas en el mar. Enterradas vivas. Ahogadas. Miles de personas, desplazadas de manera forzada de sus países, desaparecen en el Mediterráneo en su intento de llegar a Europa. Entre los años 2015 y 2017 la Organización Internacional para las Migraciones ha contado 14.652 personas ahogadas en el Mediterráneo.

Parece una introducción muy lejana para hablar de una pancarta, colgada en una fachada del muelle bilbaíno de Marzana, que cubre por completo un edificio de seis plantas, la pancarta está firmada por el Gobierno Vasco y dice: «Here ‘ongi etorri’ means welcome. Welcome to the Basque Country». En castellano: «Aquí ‘ongi etorri’ significa bienvenido. Bienvenido al País Vasco».

Esta pancarta gigante está flanqueada, en los balcones a derecha e izquierda, por cuatro pequeñas banderas amarillas que dicen «Ongi etorri errefuxiatuak».

Para quienes no ubiquen el lugar, el muelle de Marzana está al otro lado de la ría de Bilbao de donde se encuentra el Mercado de la Ribera. Este mercado es hoy centro de paso ritual de miles de turistas que visitan la villa, las banderas amarillas en las fachadas de Marzana, que piden que las personas desplazadas forzosamente sean bienvenidas, han pasado a ser pregunta habitual en los grupos de turistas y explicación obligada de los guías de estos grupos.

El Gobierno Vasco ha debido considerar que tener que explicar que la población de Bilbao es solidaria con las personas migrantes y refugiadas es inadecuado para la imagen del País Vasco.

Autoridades que seguramente cantaron también el «a galopar, a galopar» niegan hoy el pan y la sal a las personas que son enterradas en el mar. Su enemigo ya no es el fascismo, la barbarie. Compadrean con ella y ocultan, literalmente, la solidaridad. La niegan, recurriendo a una grosera e intolerable manipulación. En el contexto en que está colocada esa pancarta gigante su lema es una mentira del tamaño de la misma pancarta. «Ongi etorri», en la pancarta del Gobierno Vasco, significa una bienvenida al País Vasco solo a las señoras y los señores turistas. «Ongi etorri errefuxiatuak», por el contrario, es una demanda ciudadana para hacer del País Vasco una tierra de acogida para las personas que se han visto forzadas a abandonar su tierra para tener una vida digna de ese nombre.

Manipulación y despotismo también, porque esa pancarta es un símbolo gigante de abuso de autoridad, una muestra de poder absoluto de los poderes públicos sobre la ciudadanía que expresa con medios precarios su exigencia de solidaridad a esos mismos poderes públicos que, lejos de atenderla, impone su fuerza para acallarla y tergiversarla. Quien así actúa muestra su verdadera cara, el deseo de disponer del poder absoluto para aplastar las demandas ciudadanas. La rueda ha dado un giro completo. Estamos donde empezamos, ahora es a ellos a quienes toca enterrar en el mar con nuestro galope.

Bilatu