Mikel Etxeberria
Militante de la izquierda abertzale

Ladrillo a ladrillo y tiramos el muro

Frente al «muro de la infamia» construido por los gobiernos español y francés con sus respectivas políticas penitenciarias, se ha alzado el «muro de la dignidad» construido por el Colectivo de presos y presas vascas. En este artículo, Etxeberria reclama un paso más en el proceso político de cambio en Euskal Herria, ahora en relación a los represaliados.

La criminal estrategia penitenciaria de España contra los prisioneros políticos vascos se ha afanado durante lustros en alzar muros coronados de espinas. Muros de crueldad hacia el exterior para apartarlas de sus familias, para disociarlas de la realidad, para separarlas de la sociedad. Muros rodeados de cientos de kilómetros de distancia. Construyeron muros de detestable alejamiento hacia el exterior, pero también levantaron muros de infamia hacia el interior preocupándose con una laboriosidad miserable, ideas carcelarias de excepción y distribución internas de prisioneros de tal forma que su vida en reclusión fuera lo más dura posible.

A España y sus colaboradores franceses nunca les fue suficiente la privación de libertad de los cautivos vascos, había que descargar sobre ellos la insaciable sed de venganza de su impotencia por no haber podido acabar con Euskal Herria. Ladrillo a ladrillo, la política penitenciaria ha alzado un muro que se ha tornado exponente de su propia crueldad y vergüenza. Frente a ello, los prisioneros políticos vascos se han convertido en ladrillos humanos de dignidad; ladrillos que se han ido uniendo y compactando entre ellos constituyendo un colectivo de solidaridad y lucha que a día de hoy es ejemplo de resistencia y orgullo. Dos muros cara a cara: uno, el de la vergüenza, el otro, el de la dignidad. Nos toca echar abajo el de la infamia.

Y digo tirarlo abajo porque supongo que nadie pensará que se va a llegar a un feliz día en el que, sin más ni más, les abran las puertas de la celdas o regresen del exilio. Si alguien tuviera alguna duda, que recuerde lo sucedido con Iosu Uribetxeberria. Porque si para conseguir la libertad de un preso terminal hubo que generar semejante movilización y el Colectivo de Prisioneros Políticos Vascos protagonizar jornadas de huelga de hambre y lucha auténticamente ejemplares, ¿qué no habrá que hacer para devolver a todos nuestros prisioneros a sus familias? ¿Hasta dónde no deberemos llegar para tenerlos de nuevo libres entre nosotros?

Por eso repito, para que nadie se llame a engaño, que va a haber que actuar con mucha determinación e inteligencia para traer a casa a prisioneros y exiliados, para hacer que colapse definitivamente el muro de la actual política penitenciaria hispano francesa y hacer que ambos estados se impliquen en una resolución integral del conflicto que garantice la salida a los represaliados.

Hay que echar abajo el muro y arrebatarles las llaves, y no solo lo vamos a conseguir articulando fórmulas audaces y valientes que vayan condicionando el escenario en el que se desarrollan los acontecimientos. Las herramientas deberán ser las mismas que empleamos para forzar el cambio de ciclo estratégico que nos ha situado en la fase en la que estamos.

Esto es, el carácter de unilateralidad y tensar el resorte para provocar el salto.

Se ha repetido ya suficientemente que el Gobierno del PP está en una estrategia de bloqueo del proceso porque carece de alternativa y ve que la realidad vasca le supera y escapa de sus manos. Va a política de trincheras, porque ahí está más cómodo, y si nos arrastra a ese terreno, no avanzamos. Así que nada de estancamiento ni de actitudes «conservadoras» por parte de los abertzales de izquierdas. No estamos para titubeos o recelos, aunque estos fueran francos y sinceros y por ello respetables. Son momentos de seguir avanzando, de sintonizar inteligentemente todos los recursos políticos e institucionales que hemos conseguido y, en concierto con nuestro formidable enraizamiento en la sociedad y capacidad de movilización y lucha, realizar movimientos valientes que alteren el escenario, modificando las condiciones a nuestro favor para alcanzar los objetivos marcados. Es lo que hizo el conjunto de la izquierda abertzale para el cambio de ciclo y hemos visto que el mecanismo funciona. Pues bien, ahora toca dar un paso más; en esta ocasión en relación a nuestros prisioneros y exiliados.

A lo largo de los últimos lustros, en más ocasiones de las debidas, han sido los propios prisioneros quienes con sus luchas en las cárceles han cubierto impotencias políticas, cargando ellos con la parte más dura del momento. Creo que ya es hora de que quienes gozamos de la libertad que a ellos les han arrebatado nos responsabilicemos de poner sobre nuestros hombros el compromiso final de traerlos a casa. No podemos permitir que en esta fase tengan que ser prisioneros y exiliados quienes sigan llevando la peor parte de esta lucha. Tenemos la obligación de descargarles, en toda la medida de lo posible, esa responsabilidad sobre la que ellos han demostrado sobradamente a lo largo de años tener una voluntad y dignidad infinitos.

Hay que quitar peso de encima del Colectivo y sintonizar a toda potencia las acciones inteligentes y valientes en el exterior con los pasos que ellos irán también dando en el interior de las cárceles.

Las iniciativas de carácter unilateral que vaya adoptando el Colectivo deberán ser apoyadas, amparadas y potenciadas desde el exterior por el conjunto de la izquierda abertzale para, así, alterar radicalmente los parámetros en los que se viene desarrollando el contencioso en términos penitenciarios. Esa es la forma de romper el bloqueo español y de proyectarlo al ámbito internacional, que va a ser fundamental para cerrar este capítulo.

Es imprescindible, así, que llevemos a todos los rincones de Euskal Herria y fuera de nuestro territorio el carácter de agentes políticos de nuestros prisioneros y exiliados. Devolverles a la sociedad es la apuesta más firme por un futuro en democracia y paz. Lo dieron todo por Euskal Herria y quieren seguir dándolo como ciudadanos vascos libres en el seno de la sociedad a la que pertenecen.

El compromiso del Colectivo con el proceso democrático y con las vías exclusivamente políticas es algo que ya ha dejado patente.

No se puede disociar una gota de agua de más del océano al que pertenece. Cada gota es océano, como cada ladrillo de dignidad hace un muro de orgullo; como cada prisionero es en sí mismo él y el Colectivo. Durante decenios de política carcelaria «individualizada» se han aplicado medidas generales y de excepción a todo el Colectivo con la retórica de que aplicarlas a un conjunto de prisioneros determinado no vulneraba esa «individualización», porque se les aplicaba uno a uno, aunque fuera a todos y todos fueran los mismos.

Pues bien, que hagan ahora lo mismo en virtud de igual razonamiento. Antes lo fue punitivo, que ahora lo sea por la resolución integral del conflicto. Así las cosas, empleemos la unilateralidad también en el contencioso de prisioneros y exiliados y condicionemos nuevamente el escenario para neutralizar la maniobra española de bloqueo y colocarnos en coordenadas de ir trayendo a prisioneros y exiliados a casa.

Si en España quieren venderlo como individualización y caso a caso, que lo hagan, están en su derecho. Pero la sociedad vasca lo entenderá de otra manera y Euskal Herria verá cómo prisioneros y exiliados van volviendo a sus calles, a sus familias, a sus trabajos... a continuar con su compromiso político por un porvenir de democracia, justicia y paz; a seguir adelante hacia la independencia y el socialismo.

Gota de mar a gota de mar haremos posible el océano de la amnistía. Tiraremos abajo el muro de la vergüenza y recibiremos en nuestros pueblos con el honor que se merecen los ladrillos de la dignidad.

Bilatu