Alba Fatuarte, Izaskun Duque y Arantza Urkaregi
EH Bildu

¿Las diferencias nos unen?

Más de medio millón de euros a cuenta de instituciones locales vascas, para organizar un evento diseñado por y para las élites políticas, en vez de invertir esa cantidad de dinero en disminuir la creciente brecha social.

En los próximos días se celebrará el congreso sobre igualdad, diversidad e inclusión bajo el lema “Las diferencias nos unen”, organizado por el Consejo de Municipios y Regiones de Europa, Eudel y el Ayuntamiento de Bilbao. Lamentablemente, la realidad dista mucho de lo que ofrece en título de la conferencia. Han coloreado para la postal los oscurecidos paisajes bilbaínos de antaño, pero las políticas siguen siendo tan grises como las que se aplicaban en la época industrial. Esta será una nueva oportunidad perdida en el camino hacia una sociedad vasca más inclusiva e igualitaria.

En apariencia ofrecen un programa interesante; ponencias de primera, algún que otro nombre de prestigio… pero ¡vaya! Resulta que la inscripción para el congreso que dice querer poner la inclusión en el centro asciende a 550 euros. Eso sí, la inscripción incluye el acceso a todas las sesiones y las actividades sociales de la conferencia, almuerzos, pausas para el café, recepción de bienvenida, cóctel de gala y visita al Museo Guggenheim incluidos. ¡Que no falte la foto con Puppy!

Así que tras conocer el precio de la matrícula, la primera pregunta que nos surge es: Las diferencias, en este caso las diferencias económicas, lejos de unirnos, ¿acaso no nos diferencian?

Según las previsiones, unas 500 personas participarán en la conferencia. Estupendo; pero ¿quién puede pagarse semejante matrícula, que supone el 75% del salario mínimo actual, para poder participar en este maravilloso Congreso? Podemos concluir que las únicas personas que se lo podrán permitir serán-quienes ostentan cargos políticos, y nos tememos que, por supuesto, la cuenta irá a cargo de su respectiva institución. Y a eso hay que sumarle el dineral que van a poner otras administraciones y entidades para celebrar un enésimo evento del que volverán a decir que pone a Bilbao en el epicentro mundial: 400.000 euros a cuenta del Ayuntamiento de Bilbao y otros 70.000 euros de Eudel.  

En total, más de medio millón de euros a cuenta de instituciones locales vascas para organizar un evento diseñado por y para las élites políticas, en vez de invertir esa cantidad de dinero en disminuir la creciente brecha social. Si las instituciones realmente están preocupadas por los derechos humanos, la igualdad, la diversidad, los derechos LGBT+, la inclusión, la discriminación interseccional, la participación ciudadana y ese largo etcétera, Eudel podría dedicar sus esfuerzos, por ejemplo, a reactivar la Red de Municipios Vascos por la Igualdad y contra la Violencia hacia las Mujeres, en lugar de buscar una foto tan pomposa como estéril.

Nos vemos en la obligación de denunciar este uso elitista del dinero público; en nombre de la inclusión, en nombre de la igualdad, en nombre de la defensa de los derechos humanos, 500 políticas y políticos van a pasar dos días de lujo en Bilbao, a costa del erario público, con el objetivo de avanzar en su estrategia de marketing, mientras comen pintxos en un cóctel de gala en el Guggenheim.

En cambio, de las técnicas de igualdad que trabajan cada día en nuestros ayuntamientos y mancomunidades, ¿cuántas tendrán la oportunidad de participar en este congreso?, ¿dónde está reflejado el movimiento feminista que lleva tantos años trabajando por la igualdad? Ongi Etorri Errefuxiatuak, SOS Racismo y demás colectivos que luchan cada día contra las desigualdades, ¿tienen cabida en el programa? En Euskal Herria tenemos cientos de experiencias que impulsan la igualdad, la inclusión y proyectos que tienen como fin ahondar en la democracia participativa. ¿Dónde están experiencias como las Casas de las Mujeres en este congreso? Todo para el pueblo sin contar con el pueblo, y democracia participativa sin contar con los movimientos sociales: ese es su modelo. Esta será, por consiguiente, una oportunidad perdida para que representantes políticas y trabajadoras municipales del ámbito de la igualdad, la diversidad y la inclusión, trabajen colectivamente con organizaciones de la sociedad civil; una oportunidad perdida para compartir experiencias locales, y una oportunidad perdida para «avanzar hacia una sociedad más inclusiva e igualitaria» tal y como dice el programa.

En vez de dar a conocer a las representaciones de otros países los proyectos que se desarrollan en Euskal Herria para combatir las desigualdades, Bilbao les deleitará con su gastronomía y sus museos. Y las administraciones locales utilizarán para ello un dinero, que bien podrían y deberían invertir en poner en marcha medidas efectivas para superar las desigualdades. Esas desigualdades que nos deben unir para luchar contra ellas y para trabajar por una sociedad más justa, no para organizar eventos pensados por y para la élite política.

Bilatu