Liga de Naciones de Pelota Vasca. Eventos internacionales. No perdamos la ocasión
La selección vasca de cesta-punta por fin ha podido competir en un evento internacional con su propia bandera (aun cuando todavía es un mosaico incompleto, el de nuestra selección). La Liga de Naciones de Pelota Vasca es la máxima contienda internacional de este deporte antes del próximo Mundial del 2026 que, durante una semana, reflejará una parte de ese país en muchos lugares del mundo por medio de la cobertura que diferentes medios internacionales darán (mejor no pensar en la cobertura que otros medios más cercanos ofrecerán). Una gran ventana a una gran reivindicación histórica que todavía no se ha acabado.
Selecciones de Euskadi, México, Francia, España, EEUU y Filipinas juegan en el país que vio nacer este deporte y que se expandió por tan lejanos lugares gracias a muchas de esas personas que tuvieron que migrar y buscar el modo de ganarse la vida fuera de su tierra. Un pueblo que también tuvo que migrar, en demasiadas ocasiones y por muy diferentes motivos, a muchas partes del planeta, llevándose y conservando elementos diversos de su cultura que acabó conviviendo en los lugares a los que fue (disculpen, no se pretende dar una imagen bucólica y romántica de esa migración, pues también tenemos ejemplos de muchas «ilustres» figuras oriundas del país que migraron e hicieron fortuna mediante el sufrimiento ajeno. Solo es un resumen «rápido» y edulcorado del que soy consciente en estas letras).
En la gran cancha, las paredes negras del frontón no se ven repletas de mucha publicidad, imagino que por exigencias de un deporte en el que la visibilidad de la pelota no se debe ver afectada dada la velocidad que adquiere esta en la mayoría de los lanzamientos que realizan las y los profesionales (para otro día el análisis de qué propaganda llena las paredes de los frontones en los diversos campeonatos que se trasmiten en televisión). Sobre todo, las ikurriñas son las protagonistas de las gradas, y el ambiente festivo que se percibe tras la pantalla es expresión de la conquista de «pequeños» pasos en este camino de aspiraciones para un pueblo al que se le niega su derecho a decidir qué quiere ser. Por cierto, que mi gusto por el deporte de pelota vasca me viene de mi padre, un burgalés al que siempre le ha encantado la pelota a mano y no le he visto disfrutar tanto con ningún otro deporte. Todas y todos somos migrantes a muy distintos niveles en este mundo.
Volviendo al evento, a las gradas, al ambiente festivo y a los primeros resultados que favorecen la selección de Euskadi, pienso en esa imagen que se está trasmitiendo y en la que puede trasmitir al mundo, y pienso en un pueblo que es solidario con muchas cuestiones, con muchas personas y situaciones y que lo demuestra muchas veces en la calle, en las múltiples acciones de índole diversa que se llevan a cabo, en las múltiples realidades que acontecen, y en las que se intenta acompañar, mostrar ese apoyo aun cuando a veces solo sea de forma simbólica.
Y así que, viendo la pantalla, y entendiendo que era un momento importante ese reconocimiento, esa oficialidad, no pude dejar de mirar y no ver ninguna referencia a otras situaciones que piden a gritos estar presentes, más en acontecimientos que pueden llegar a verse por todo el mundo. Así que me habría gustado que los frontones, aparte de ikurriñas, se hubieran llenado también de banderas palestinas, que vieran que somos un pueblo que quiere existir, pero quiere existir sin olvidarse otras cuestiones importantes, que quiere existir sin dejar de ser solidario y que tiene la opción de enseñar al mundo quiénes somos y con quienes no dejamos de estar. Esperaba ver eso, aunque fuera desde la pantalla.
Esperaba que ganara nuestra selección incompleta, esperaba verla en el podium y esperaba que las y los jugadores saquen la ikurriña, pero que también sacaran la bandera palestina, y que la ondearan y la exhibieran sin reparo. Esperaba ese gesto de nuestras deportistas, como lo esperaba de la gente que se acercó a los partidos, en un frontón de un pueblo que también fue bombardeado y que sabe del dolor y el sufrimiento y de la importancia de los gestos y la memoria. Esperaba que hubiéramos sido capaces de enseñar al mundo ese país que somos o queremos ser, y que nuestras propias reivindicaciones no sean excusas para olvidar.
Euskal selekzioei bai, genozidorik ez! ¡Desde el río hasta el mar, biba Palestina libre!