José Manuel Ferradás
Concejal del Ayuntamiento de Errenteria

Lo colectivo y la política municipal como red ante la crisis de la covid-19

Es posible apostar por políticas que pongan a la gente y sus necesidades en el centro. Es posible también en tiempos de crisis construir comunidad.

Creo que en estos tiempos existe una apreciación compartida. A la crisis sanitaria generada por el virus de la covid-19 le seguirá una crisis de tipo económico y social de la que al día de hoy es muy difícil, por no decir imposible, delimitar en su alcance. A la hora de afrontarla es importante situar desde donde lo haremos.

No llegan señales especialmente alentadoras desde algunas instituciones o desde sectores, como por ejemplo los empresariales, que a primera vista pareciese que actúan con parámetros no muy diferentes a los que abordaron la crisis económica del año 2008. No es arriesgado decir o que bien no les ha dado tiempo a «digerir» la naturaleza de esta crisis o bien sus construcciones ideológicas determinan su eje de actuación. Posiblemente sea lo segundo.

Es desde esa construcción donde se desdeña lo colectivo, lo comunitario y se apuesta por lo piramidal, más allá de que el discurso lo pretenda ocultar. En esa pirámide las instituciones desempeñan un papel subordinado y de apoyo a una construcción social donde la apuesta por el individualismo es una seña de identidad. Lo individual se contrapone a lo comunitario.

Ante esta situación cabe hacer un llamamiento a que las instituciones más cercanas a la ciudadanía rompan esa lógica. Cabe hacer un llamamiento a los ayuntamientos para que sean actores junto a sus vecinas y vecinos de dar una respuesta compartida y solidaria a las crisis venideras que tienen su raíz en la pandemia actual. La otra opción que queda a los ayuntamientos es verse subsumidos en la incapacidad de dar una respuesta a las necesidades de la gente y convertidos en meros agentes secundarios de políticas dictadas desde otras instituciones. Pero esa respuesta desde lo colectivo, desde lo comunitario no se improvisa. Se construye en el tiempo. Es en este sentido donde cabe hablar del Ayuntamiento de Errenteria como referencia.

Errenteria, como otros pueblos vascos, vivió a finales del franquismo una división entre su vecindario que teniendo como raíz las distintas procedencias originarias se trasladaba incluso a los barrios y terminaba en diferentes expresiones políticas y sociales. Esa división se agrandó y prácticamente llegó a nuestros días. En el año 2011 se dio un cambio político significativo en la gestión del Ayuntamiento y la nueva corporación se marcó un reto. Superar –en lo posible– esa división. Tender puentes entre diferentes. Desde el respeto a la diferencia construir comunidad. A día de hoy creo que se puede afirmar que se han dado pasos muy significativos en ello.

Pero ese construir «comunidad» tenía que tener consecuencias prácticas en la vida de la gente y no quedarse convertido en un mero discurso. Y la más evidente era intentar que nadie se quedase atrás a nivel social y más cuando en 2011 los efectos de la crisis económica se manifestaban en toda su crudeza. Así durante dos años Errenteria ha sido el municipio del Estado que más ha destinado a servicios sociales por habitante desde unos parámetros de transparencia y eficacia.

A la vez se han desarrollado políticas municipales de todo tipo que siempre han procurado contar con todas las sensibilidades políticas y sociales, desde el respeto a todas ellas, e intentando en más de un caso romper con «corsés partidistas» propios. En la gestión municipal no se ha buscado o priorizado el interés o beneficio político como eje de actuación. Cabe decir, nueve años después, que en Errenteria se han hecho las cosas razonablemente bien desde lo colectivo. Que el sentimiento comunitario es más fuerte. Que hemos ganado en cohesión social.

Quizá por eso ahora se han dado pasos con bastante anterioridad a los que se han dado en otros lugares y se ha dado una sinergia entre la acción municipal y la actuación de la ciudadanía del municipio. Un ejemplo es la red comunitaria de cuidados compuesta por más de cuatrocientas personas del municipio. Surgida en los primeros días ha dado cobertura de todo tipo a las más de 7.000 personas mayores de setenta años que residen en Errenteria.

Otra medida. A finales de marzo se identificaban a las niñas y niños con imposibilidad de acceder a la enseñanza «online». El 1 de abril se cubrían sus necesidades. Sirva como referencia que la consejería de Educación del Gobierno Vasco empezaba el 15 de abril a hablar de como cubrir esta cuestión. También se ha dado alojamiento a personas sin residencia para afrontar en condiciones dignas la cuarentena establecida. Finalmente, cabe señalar que se ha aprobado un plan de choque y reactivación económica local por más de 3 millones de euros para dar cobertura al pequeño comercio y autónomos. Un esfuerzo económico importante asumible desde unas cuentas municipales «saneadas».

Afrontar los tiempos venideros desde lo comunitario es posible y deseable. Es posible apostar por políticas que pongan a la gente y sus necesidades en el centro. Es posible también en tiempos de crisis construir comunidad. En mi opinión es la mejor manera de afrontarla. Desde lo colectivo plantar cara a las heridas de todo tipo que dejará la pandemia. Y la política municipal debe jugar un papel transcendental en ello. Es más cabe afirmar que el marco local es capaz de desarrollar actuaciones que otros marcos se han demostrado incapaces de desarrollar. En Errenteria estamos en ello.

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