Jesús M. Aragón Samanes
SGF del Partido Carlista

Los fueros de ninguna parte

En un escrito del 3 de octubre en “Naiz”, el historiador Iñaki Egaña dice que no ve encaje en Europa a una “Nación Foral vasca”; entiendo que se refiere a los Fueros como organizadores de la convivencia social en todos los aspectos en los que desarrolla su vida el ciudadano. Está diciendo que no se puede contar con él para ese tipo de organización. No es necesariamente descorazonador  el saberlo.

Si los Fueros consistieran en lo que él les atribuye, “una sociedad clasista, incluído el género, dominada por jauntxos en sus casas-torre y sus ejércitos particulares, derecho de pernada comprendido, con una mano tendida a dios y otra al diablo (dinero). Para reivindicar y actualizar nuestro ideario carlista. Puf”, además de añadirle lo que no le gusta (los Mikeletes, la ofrenda del Athletic a una imagen de Begoña, los escopeteros de Hondarribia, la inauguración de un cuartel…), resulta que el sistema político que organiza la convivencia ciudadana actual es la que él califica como “proyecto grotesco”, una “boutade”, porque todas esas características están presentes en nuestra sociedad actual, que no se rige precisamente por el paraguas de los Fueros.

Y es que, evidentemente, los Fueros no son eso que dice Iñaki Egaña.

Repite la cantinela liberal de que “los Fueros  son ideas primitivas”, una “antigualla política”, un obstáculo para llegar a la “modernidad” en cuyas características incluye “…las guerras mundiales, la Guerra fría, la Globalización…”. Pero no se puede achacar a los Fueros que impidieran la llegada de la “modernidad” ni el progreso humano porque no tuvieron ninguna posibilidad ya que fueron eliminados a sangre y fuego por la sedicente “revolución liberal” que iba a “modernizar” la vida económica, política y social. Está por ver qué futuro y qué progreso humano hubiesen propiciado los Fueros si hubiesen tenido la posibilidad de evolucionar, de actualizarse en contacto y diálogo respetuoso con otras realidades organizativas diferentes. Tal vez no hubiesen podido impedir las 2 guerras mundiales, ni la Guerra fría, pero es seguro que no las hubiesen propiciado, pues los Fueros se defienden, no se imponen a nadie.

Reconoce Egana a los Fueros un papel de “freno” a la asimilación total por parte de los vencedores militares, pero lo considera irrelevante a la hora de la búsqueda de una “identidad nacional moderna” en Europa, cuyas “señas de identidad pasan por otros valores. Antagónicos”. No dice cuáles. Antagónicos, se supone, a los que él atribuye y encuentra en el sistema foral, y que yo encuentro en la actual organización política, económica y social vigente, e insatisfactoria, que consagra como ley suprema la “ley de la selva” y el dominio aplastante de una minoría económicamente poderosa sobre una mayoría dependiente.

Tal vez alguien pueda decir que mi visión de los Fueros está idealizada, pero no es por “romanticismo” sino porque creo que una Sociedad regida por sus propios Fueros es una Sociedad más autónoma porque posibilita la autonomía de cada ciudadano tanto en sus potencialidades individuales propias, particulares, como en sus potencialidades sociales de relación activa con sus otros conciudadanos en las áreas laborales, vecinales, económicas, políticas, ideológicas, culturales, de ocio… que con ellos comparte. Sé que por esto hubo 3 revueltas populares en el siglo XIX bajo el paraguas del Carlismo, y no por “…concubinas para reyes, ni palacios insultantes…”, y porque prefiero una Sociedad más autónoma y más igualitaria, reivindico los Fueros como algo nuestro que es,  y que nadie tiene por qué pretender que renunciemos a ellos, o quitárnoslos directamente, y como modo de organización política, económica y social, frente al Estado liberal centralista y absorbente actual y que reduce al hombre, a la mujer y a la naturaleza a su dimensión económica.

Tal vez debería mirarse a los hombros Iñaki Egana para ver si él está libre de la caspa que dice ver por ahí.

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