Jorge Barrón Fernández

Maltrato y abandono urbano en Getxo

La plazuela y Arco de Basagoiti, un ejemplo de maltrato y abandono de la arquitectura ornamental urbana de Getxo

En la avenida de Basagoiti 76 existe una plazuela en la que una estructura ornamental ocupa todo el espacio, excepto dos aceras a ambos lados con el ancho limitado a la circulación peatonal.

Consistía en su origen en un plinto escalonado sobre el que se erigía en su parte más elevada un arco de piedra con ornamentos geométricos de hierro, dos pebeteros con plantas ornamentales a ambos lados sobre sendos plintos menores y, como cabecera del conjunto una de las llamadas «egipcias» que también hay en la Plaza de María Cristina y que hubo en la Plaza de San Nicolás. Se trata de una luminaria ornamental fundida en Barcelona, de la que hay muchos ejemplares en ciudades españolas y de otros países.

Dicho conjunto arquitectónico ornamental está muy deteriorado, ya que desde su inauguración fue sufriendo daños diversos que no fueron reparados por el Ayuntamiento: Se perdieron los dos grandes pebeteros con sus elementos de jardinería, se fracturó la luminaria en diversas fases, separadas por años, sin recibir atención alguna, hasta desaparecer todo ella a excepción de un pie, que simula una iguana. (Monumento a la iguana).

El penoso espectáculo que ofrece la plaza con todos sus achaques y mutilaciones desatendidas (el óxido del hierro ornamental chorreó por la piedra, la piedra se fracturó con petardos) se completó con la reciente instalación de una terraza de bar encima del plinto. Como la clientela podía precipitarse desde el plinto a la calle, no solo el Ayuntamiento concedió licencia para instalar mesa, sillas y sombrillas sobre la estructura arquitectónima ornamental, sino que se permitió anclar sobre la piedra un cercado de madera como para ovejas. Un auténtico adefesio que terminó de completar el maltrato de la sufrida instalacion ornamental.

Para su instalación se destrozaron varias piezas del pavimento de piedra y se rebajó salvajemente un borde para acceder a la misma. ¡El cercado ovejeril, al instalarse una de sus lados en un parking especial para personas con movilidad disminuida, impedía el acceso mediante sillas de ruedas a los vehículos que ahí estacionaban! Justo a la puerta del Centro de Salud Mental de Uribekosta, donde el estorbo es particularmente serio.

El bar, además, parte de la limitada acera, obstaculizando el tránsito peatonal y las noches de buen tiempo molestaba con su música y gritos a los vecinos. Hubo enfrentamientos con algunas de sus sufridoras víctimas por el mal estilo de su propietario que no encajaba las quejas. Denuncias, llamadas a la policía, malos tratos, insultos, etc.

Ante las quejas, el Ayuntamiento, justificó tamaño atropello urbanístico como consecuencia de la pandemia! Un comodín que, junto a la crisis climática, ha servido para explicarlo todo, desde la inflacción hasta la guerra de Ucrania.

Para descanso de vecinos, hartos del bar con sus instalaciones, ocupaciones esperpénticas, obstaculizaciones, ruidos molestos y malos tratos, un buen día se cerró el bar, al parecer a causa de su venta.

Ahora, los vecinos de esta plazuela y aledaños, se ven amenazados por la apertura de un nuevo establecimiento al que se concedan licencias..., quién sabe de qué, dada la «generosidad» y tolerancia de que hace gala este Ayuntamiento y el escaso respeto que tiene para con los vecinos y los elementos arquitectónicos estructurales del municipio.

¿Dará licencia para dispensar alcohol? ¿Para instalar mesas y sombrillas en la estructura ornamental con cercado para ovejas? ¿Dará licencia para poner música y joder al vecindario hasta la madrugada?

Si fuera así, ya nos podemos imaginar la escena a soportar y los acontecimientos subsiguientes: Acudirá la clientela a adornar con su manifiesta humanidad ocupando las aceras, la plaza, sus elementos, obstaculizando el paso, y animados en alegre conversación y griterío para neutralizar la megafonía que es el reclamo para atraer a la clientela de los aledaños.

Si llamamos a los municipales, nos dicen que no es en el bar, que es «botellón». O sea, que la gente consume en la calle por su cuenta. Pero, la realidad es que consumen en la calle porque en ese bar no caben más de 5 personas apretadas.

En este municipio es más importante que la gente monte la juerga donde le dé la gana que el descanso de sus vecinos y que la protección y mantenimiento de sus elementos ornamentales.

Debe ser eso que tanto les gusta decir a nuestros gestores municipales «la colaboración público-privada». O sea, los vecinos sacrificamos nuestro bienestar y descanso y cedemos y exponemos a la barbarie nuestro espacio público, para que ciertos negocios inadecuados al entorno obtengan beneficios a nuestra costa.

Actualmente, los vecinos amenazados con volver a males pasados estamos realizando gestiones para tratar de que no se permita nuevamente conceder licencias que den lugar al regreso de las molestias y alteraciones del descanso, instando a los responsables municipales que se respete el derecho al descanso, que no se permita más ocupación y degradación de los elementos ornamentales ni se obstruya la libre circulación por las aceras ocupadas por mesas donde no hay espacio suficiente. Veremos...

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