Maura Rodrigo Alcalá
Secretaria general de CGT/LKN Nafarroa

Maravillas: más que un gaztetxe

Las excusas aludidas para el desalojo, camuflado como una supuesta revisión técnica, suponen un insulto a la inteligencia de la ciudadanía.

El desalojo del gaztetxe Maravillas, tras varios días de ocupación policial del casco viejo de Iruña, nos indigna pero no nos sorprende. Sabemos que el poder acostumbra a desplegar todos los medios que tiene a su alcance cuando se trata de destruir aquello que no puede controlar. Especialmente, cuando lo que se cuestiona es el actual modelo económico y social, cuando se buscan alternativas y se ensayan otros modos de hacer, cuando reparto, justicia, autogestión, crítica... dejan de ser palabras y se pretende que sean realidades. Es un modo de hacer y de entender la ciudad lo que tratan de censurar, pues la existencia de Maravillas cuestiona los límites de la política institucional.

Y ha sido el Gobierno del Cambio el que ha emulado a la perfección a gobiernos anteriores a los cuales pretendía superar en cuanto a valores y prácticas democráticas y de justicia social. Pues bien, la realidad que vivimos hoy en Navarra y en Iruña es que el TAV tiene vía libre para ocupar el territorio y para absorber grandes cantidades de dinero público o que las grandes marcas multinacionales de la ropa y del mueble ocuparán grandes y privilegiados espacios a pesar de que sus prácticas tributarias no sean precisamente ejemplares o que el centro de la ciudad se convierta en un espacio inhabitable al servicio de un turismo depredador que ocupe locales, calles y plazas en torno al consumo. Todas estas ocupaciones no sólo son permitidas, son promovidas con políticas públicas favorables, a la par que pretenden presentar a la juventud del Maravillas como defraudadora y temeraria.

Resulta lamentable que la presión que se viene ejerciendo de forma cada vez más descarada desde los ámbitos más retrógrados de la sociedad vaya haciendo mella en unos sectores políticos que se autodefinen de cambio y que parecen obsesionados en presentarse como fiables, con sentido institucional y como gente «de orden». No obstante, no debemos olvidar que cuando la calle desborda lo institucional se pasa a un nuevo estado de creatividad política. Se abren nuevos imaginarios a los cuales les debemos mucho y si hoy en día, nos gobiernan las fuerzas «del cambio», mucho tiene que ver con apuestas valientes y rupturistas que se han dado tiempo atrás y que han ido configurando otras expectativas políticas. Por desgracia, hoy parece que el miedo marca los pasos de este gobierno y se opta por la legalidad frente a la legitimidad.

Las excusas aludidas para el desalojo, camuflado como una supuesta revisión técnica, suponen un insulto a la inteligencia de la ciudadanía. Que el Gobierno de Navarra, tras décadas de abandono del edificio, se vea impelido a actuar ahora por la seguridad del mismo, nos señala a las claras que el objetivo es otro, de índole más política. Sin duda, las policías Foral y Nacional han generado en tres días muchas más molestias y lesiones que el Maravillas en toda su trayectoria. Por otra parte, no se recuerda una actuación «preventiva» semejante, ni siquiera mucho menor, en el entorno de alguna de las empresas en las que se han producido accidentes laborales graves o mortales en los últimos meses, algo que nos debe hacer reflexionar sobre la utilización del término «seguridad» que el poder ha aprendido a hacer en los últimos tiempos para justificar sus prácticas más dudosas.

Estaría bien que quienes celebramos en su día la creación del parque de la Insumisión en Iruña recordemos que ese movimiento que puso en jaque al sistema militar surgió del descontento, se nutrió con la desobediencia a normas establecidas y el resultado fue la abolición del servicio militar obligatorio. Por ello, apostemos por aquellas formas de rebeldía y desobediencia que aporten a la sociedad, a este mundo tan deteriorado y corrompido, un poco de aire fresco y tal vez algo de esperanza.

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