Ramón Zallo
Catedrático Emérito UPV/EHU

Mariano Ferrer y periodismo de paz

Quienes hemos contribuido al libro coral coordinado por Elixabette Garmendia ("Mariano Ferrer. El periodismo reflexivo. Kazetaritza eta konpromisoa", Erein 2023) hemos admirado y querido a Mariano en vida y le recordamos tras su marcha hace ya cuatro años. El libro es así nuestro homenaje agradecido por lo que nos dio y para que perdure su memoria.

Mariano Ferrer fue muchas cosas al mismo tiempo. Era un columnista reflexivo, de slow journalism, de periodismo reposado, analista de la política, observador, persona de convicciones, de una arraigada visión ética y comprometido con los movimientos sociales. Demócrata hasta la médula, culto, políglota, orgulloso de ser donostiarra y de humanidad tranquila.

Fue un diseccionador de realidades. Algo así como un forense de nuestros males endémicos y de nuestras grandezas, y autor de crónicas sobre la política vasca que rezumaban verdad, además de orador fino con capas diversas de entendimiento, que abominaba de las simplezas y las manipulaciones. Fue columnista, periodista radiofónico y conductor televisivo que destapaba el velo de los acontecimientos políticos y nos daba ideas y esperanza.

Es difícil etiquetarlo en lo ideológico –no tenía tradición marxista, socialista o comunista, ni nacionalista ni liberal– y, sin embargo, se situaba en un pensamiento de principios y de valores, humanista autodidacta, de izquierda, abierto, compañero de viaje por vocación, mediador, euskaltzale, partidario del derecho a decidir, radicalmente contrario a las violencias, y buscaba las claves para que las abandonaran quienes las ejercían.

Fue un buscador inagotable de salidas para el conflicto vasco, valiente, solitario y de pensamiento sin ataduras. No hacía sangre ni escarnio en sus comentarios, pero dejaba en evidencia las torpezas políticas, las más de las veces, con ironía y, las menos, con enfado. Un periodismo honesto, crítico, educativo y de la responsabilidad.

Le preocupaba lo que calificaba de cáncer de la profesión: la dependencia de los medios de comunicación respecto al periodismo de declaraciones y de gabinetes que tienen cautivas a las redacciones, saltándose el criterio de publicación por interés social.

Fue un gran periodista, pero, antes de nada, una gran persona a la que echamos de menos.

Mariano Ferrer no fue el único, pero sí de los pocos en Euskal Herria que hizo periodismo de paz frente al periodismo de trinchera en los años de máxima violencia. Hacía peace journalism que, en definición de Johann Galtung, es el periodismo no neutral, que se implica en los procesos de resolución del conflicto, de reconstrucción y de reconciliación, que se orienta a la verdad, la sociedad civil y la solución.

En los manuales (Galtung, Tehranian, Center for Global Peace Journalism, Wolfsfend...) se apuntan algunos rasgos del periodismo de paz.

No reduce nunca las partes de un conflicto a dos, sino que identifica las posiciones y los intereses de todas las partes en conflicto. Busca información equilibrada de múltiples fuentes. Rechaza la propaganda y los informes polarizadores de «nosotros contra ellos». Construye puentes, brinda profundidad y contexto, en lugar de relatos superficiales y sensacionalistas de violencia. Rechaza las representaciones en forma de estereotipos y, en cambio, busca iluminar la complejidad, los matices y las áreas grises. Ofrece contranarrativas que desacreditan las percepciones erróneas perpetuadas por los medios.

Da voz a las víctimas y a los sin voz, en lugar de informar solo para y sobre las élites y el poder. El periodismo de paz selecciona y analiza cuidadosamente palabras e imágenes, evitando que puedan ser incendiarias. Es proactivo, examina las causas del conflicto y busca fomentar el diálogo y las soluciones pacíficas, pero no cae en panaceas.

Respeta siempre los principios éticos profesionales de precisión, veracidad, equidad y respeto por la dignidad. Encuadra la información en un frame, en un marco conceptual, y en un horizonte inspirador de derechos humanos, democracia, diversidad e igualdad. Toma en consideración la posición desigual de los distintos agentes ante la estructura informativa, prestando especial atención a los agentes subalternos o dominados de cualquiera de las partes de un conflicto.

Todo eso lo hizo Mariano Ferrer. Es como una foto de su periodismo. Y, sin embargo, no fue el caso de la mayor parte del sistema mediático –tanto vasco como central– que no hizo peace journalism.

El sistema mediático dominante obstaculizó las soluciones. Alternó con asiduidad: la gasolina dialéctica que incendiaba situaciones, la mirada para otro lado según qué y quién era el perpetrador de violencia, y el silencio sobre los temas de fondo.

En suma, al contrario de Mariano Ferrer, en los media dominantes no hubo periodismo de paz que ayudara a canalizar nuestros conflictos en aquellas largas y traumáticas décadas.

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