Igor Meltxor
Escritor y analista político

Markel Olano y la burguesía vasca

Meses antes de las pasadas elecciones, Markel Olano, se cansó de repetir que si volviera a presidir la Diputación de Gipuzkoa, eliminaría el Impuesto de la Riqueza, afirmando que se trataba de una cuestión «prioritaria y central». ¡Qué sorpresa!

Olano se erigía en portavoz y defensor de esa burguesía que financió a golpe de talonario el PNV desde su origen. Ese poder económico y empresarial, que se queja en los despachos de Sabin Etxea de las políticas malignas de «esos radicales» que han gobernado Gipuzkoa durante cuatro años. Los mismos «malvados» que han hecho aflorar más de 1.500 millones de fraude fiscal en Gipuzkoa en la pasada legislatura, y que comparándolo con el PIB supone el doble que el fraude detectado en Nafarroa y un 35% más que en Araba y Bizkaia.

Esos mismos empresarios afines al partido que esgrimen el «síndrome del destierro», como ya hicieron otros en épocas pasadas, con la disculpa de la amenaza de ETA, y todo ello sazonado con difamaciones y manipulación, debidamente suministradas por los voceros mediáticos con intereses económicos similares a los del partido financiado por la familia Sota a principios del siglo XX. Hablar de cuarto poder en el caso del «imperio comunicativo» predominante en Gipuzkoa, es solo una ironía. Un grupo de comunicación que ha hecho buenas las palabras de Noam Chomsky: «El propósito de los medios masivos… no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante». Más claro, el agua.

Los empresarios «amigos», por boca del señor Olano, prefieren la Bizkaia del PNV. Esa misma Diputación que recaudaba 65 millones del Impuesto de Patrimonio, muy lejos de los 95 previstos (27% menos), y donde, en lo que respecta al Impuesto de Sociedades, las empresas pequeñas y medianas pagaron un tipo real superior al 20% mientras que a las empresas con beneficios superiores a los 60 millones de euros se les aplicó un tipo real del 14% de media. Un Impuesto de Sociedades pactado por PNV, PSE y PP y que facilita las vías a la elusión fiscal, beneficiando a las empresas que mayores beneficios obtienen. En este herrialde es donde esos empresarios, constructores… se sienten más cómodos.

La burguesía del PNV reclama las políticas de los jauntxos bizkaitarras, que gobiernan el palacio foral como su propio cortijo. Un modelo que hizo que la prestigiosa asesoría Garrigues, calificara a Bizkaia como «paraíso» para empresas de holding. Ya en 1996, el PNV intentó convertir a Bizkaia en paraíso fiscal pero la UE cerró las puertas legales.

Olano se mira en el espejo del «señor de Bizkaia». Esa caricatura de señor feudal que nos anunció que no escribiría sus memorias, y que estaba dispuesto a perdonar la vida a aquellos que hacían pagos con fajos de billetes de origen desconocido, a los que tenían grandes sumas de dineros en paraísos fiscales o a los que han repatriado dinero de origen desconocido.

La burguesía vasca no podía permitirse otra legislatura sin pisar moqueta en Gipuzkoa. Las cuentas ya no cuadraban y sus cuentas de resultados ya no resultaban tan abultadas, porque durante cuatro años existía control y ya nadie miraba para otro lado.

Son los herederos de aquella burguesía que comenzó a controlar el PNV a partir de 1906-1908, y a seguir una vía posibilista, dato crucial este para comprender el viraje político del partido nacionalista en aquellos momentos. Personajes como Ramón de la Sota comenzaron a tener peso específico dentro de las filas del partido, y tratarán con éxito de enrolar al PNV en una línea de entendimiento con el Estado español en lo político, con miras a los réditos económicos que suponían para las arcas de la burguesía vasca. El partido jeltzale jamás hubiese llegado a ser un partido de masas sin el apoyo interesado de la burguesía vasca que vio en este, un indispensable compañero de viaje para lograr sus fines.

La burguesía vasca, representada por Sota, vio en el PNV un buen acomodo para la defensa de sus intereses económicos. Se engaña el que piense que los Sota se afiliaron al partido de Sabino Arana por sentimiento nacionalista o ardor independentista. Craso error. El único interés resultaría el de tomar el control de un partido político con peso específico, sobre todo en Bizkaia, y que sirviera para estrechar los lazos de unión con los poderes políticos y económicos españoles. El ancla que Sota arrojó a principios de siglo en puerto español, sigue más de un siglo después anclada en el mismo lugar, simbolizando lo mismo que entonces: el sometimiento tanto económico como político al Estado español. Los intereses económicos han primado siempre sobre los políticos y mucho más, sobre las reivindicaciones nacionales del pueblo vasco.
El historiador Josemari Lorenzo Espinosa, realizó un brillante relato sobre Sota, retratando al personaje: «Este hombre que pagó la cena de Larrazabal y dio un respingo al oír las verdaderas intenciones de aquellos ‘locos’ hermanos independentistas, pero que luego pensó mejor uniéndose al adversario que no podía derrotar, ha sido sin embargo el inspirador y el modelo de un tipo de nacionalismo vergonzante que no encuentra el reconocimiento oficial que le corresponde.

El sotismo, es sin duda, el componente práctico de la historia nacionalista que ha sabido competir con el idealismo fundacional, comprarle su terreno y absorberle. Se fundió con él gracias a que le arropó con libras y pesetas, le presentó en la corte y modernizó su maquinaria. Especialmente la electoral, untándole con la clara harinosa del autonomismo y añadiéndole la sacarina de las transferencias, los Conciertos económicos, las consejerías, los repartos y los presupuestos gestionados» (Egin, 20 de diciembre 1991)

La pregunta que se pueden hacer muchos nacionalistas vascos comprometidos con su pueblo y leales al ideario de Sabino Arana es: ¿por qué alguien como Sota se enrola en las filas del PNV? Aunque ya han quedado de sobra demostradas sus intenciones y en la actualidad, por desgracia, son numerosos los Sota que dirigen los destinos del partido, diferentes historiadores han tratado de buscar las razones. Así, Tuñón de Lara, explica la adscripción al nacionalismo vasco de Sota y otro gran número de navieros, en una serie de bases económicas que justifican el comportamiento político de lo que denominan «la otra burguesía vasca».

Y en esas estamos, con el PNV de nuevo dirigiendo la Diputación de Gipuzkoa, de nuevo con Markel Olano al timón, con la losa del caso Bidegi a sus espaldas, y a punto de eliminar el Impuesto de la Riqueza, con el inestimable y bien pagado, apoyo del PSE, que por cierto, se mantuvo mudo durante la comisión de investigación del caso Bidegi.

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