Más de lo mismo. Hacia el colapso ambiental
El sábado concluyó la Cumbre sobre el Clima en Paris con un acuerdo tildado de histórico por los representantes de los Gobiernos y la gran mayoría de los medios de comunicación que lo presentaron al público como la solución definitiva al cambio climático hacia el que nos encaminamos.
En primer lugar, es necesario recalcar algo que se ha estado sistemáticamente ocultando en la cumbre de Paris. Nos dirigimos a toda velocidad hacia el colapso ambiental. Entre otras muchas afecciones, estamos provocando ya la sexta extinción en masa (la quinta y última fue hace 65 millones de años cuando desaparecieron los dinosaurios), hemos afectado todos los ecosistemas del mundo poniendo en riesgo de colapso no solo muchos de ellos sino la biosfera misma (el conjunto de ecosistemas). Pero la más importante de las afecciones porque aceleraría las otras y porque puede llegar a poner en riesgo nuestra propia supervivencia como especie es que nos dirigimos hacia un cambio climático irreversible.
El límite de los 2ºC no se ha puesto por capricho o al azar, es el límite a partir del cual el cambio climático sería irreversible. Los equilibrios que han conducido a que el clima sea estable en los últimos millones de años, y que han permitido que p. ej. se desarrollase la agricultura, se romperían y el clima se dirigiría hacia otro equilibrio completamente distinto y desconocido. Este proceso llevaría cientos de años durante los cuales el clima sería inestable y ya no sería posible volver al estado estable anterior, el que ahora todavía estamos gozando. Además, a partir de un incremento de 2ºC se empezarían a producir procesos de retroalimentación que conducirían a una subida que, se estima, puede ser de 5-6ºC. Esto sería catastrófico y pondría en peligro la supervivencia de nuestra especie, entre muchas otras razones, porque ya no estarían aseguradas las cosechas anuales de las que nos alimentamos.
Según la inmensa mayoría de científicos el límite de los 2ºC se superará cuando sobrepasemos las 450 ppm de CO2 en la atmósfera. En estos momentos la concentración de CO2 ronda las 400 ppm y al ritmo que vamos en 15-20 años se superarán las 450 ppm (aunque los efectos se empezarían a notar más tarde). Si esto ocurre, no importa lo que se haga posteriormente, entramos en un camino irreversible y la catástrofe está servida. Es decir, hay que actuar ya. Y en esto también los políticos que han participado en la cumbre han estado ocultando la realidad al presentar propuestas y objetivos con el horizonte temporal del año 2100. Si no actuamos en los próximos 15-20 años el colapso ambiental será inevitable.
En este sentido, el reciente acuerdo logrado en la cumbre de Paris es la herramienta que los políticos han establecido y que, en definitiva, hemos articulado como sociedad para luchar contra el cambio climático. Y lo único que se puede concluir, a pesar de toda la retórica triunfalista con que han inundado los medios de comunicación, es que vamos de cabeza hacia el colapso ambiental.
El acuerdo alcanzado no es más que papel mojado. La reducción de las emisiones de CO2 se va a basar en los compromisos voluntarios que cada país presente y 187 de los 195 países participantes ya han presentado sus planes de reducción de emisiones. Lo primero que destaca es que son insuficientes, de aplicarse llevarían a un incremento de entre 2.7 y 3.7ºC, pero lo más importante es que los países no están obligados a cumplirlos. Es un brindis al sol.
El protocolo de Kioto era vinculante y a los 10 años de su entrada en vigor ningún país lo ha cumplido. Ninguno. Es más, las emisiones se han seguido aumentando al mismo ritmo; es decir, no ha servido para nada. ¿Alguien sinceramente se puede creer que ahora los gobiernos van a cumplir un acuerdo que no es vinculante?
El otro punto del acuerdo que ha suscitado las mayores autofelicitaciones de los políticos es el compromiso de los países desarrollados a «movilizar» 100.000 millones sin ni siquiera definir lo que es "movilizar" y sin especificar qué cantidad tiene que «movilizar» cada país. Lo que podría haber sido un mecanismo justo y necesario para compensar la responsabilidad que los países ricos tienen al ser los que más han contaminado con mucha diferencia, se pierde en la indefinición. Otro brindis al sol.
En definitiva, este acuerdo, como los anteriormente adoptados, no va a servir para nada. Tenemos la responsabilidad de decidir el futuro tanto de nuestra propia especie como de la mayoría de las restantes especies y de los distintos ecosistemas en los que viven. De lo que hagamos en los próximos 15-20 años depende la viabilidad de nuestro planeta tal y como lo conocemos y este fin de semana en Paris hemos decidido no hacer nada.