Guzmán Ruiz Garro
Analista económico

MásMóvil, fiasco de vasco

Cabría preguntarse cuánto tiempo van a reprimir la tentación liberalizadora las cabezas pensantes jeltzales y las de Confebask. Hasta cuándo mantendrán a Kutxabank tal y como está, sin que vaya lanzado hacia el parquet bursátil.

Cuando MásMóvil, el cuarto operador de telecomunicaciones del Estado, se dispone a deglutir a Euskatel, el portavoz del Gobierno Vasco manifiesta que tanto el lehendakari como la consejera de desarrollo económico tienen buena opinión sobre esta OPA «al ser un acuerdo entre empresas del país» (sic). Es como para flipar en colores. Yo, si fuese ellos, pediría cita urgente para el oftalmólogo. Pero vamos a ver, MásMóvil, en Donostia, no tiene activo alguno. Si hubiesen consultado «el quiénes somos» de esta operadora, antes de decir tamaña chorrada, habrían leído: «El Grupo MásMóvil es el cuarto operador de telecomunicaciones en España que ofrece servicios de telefonía fija, móvil, e Internet a clientes residenciales, empresas y operadores, a través de sus marcas principales: Yoigo, MásMóvil, Pepephone, Llamaya, Lebara, Lycamobile y Hits Mobile». El pasado mes de diciembre (2020), se hizo público que la junta de accionistas de la teleco dio el visto bueno a la compra de las acciones que estaban todavía en manos de inversores minoritarios. Lorca Bidco, el vehículo de inversión constituido por las firmas de capital riesgo (private equity) internacionales KKR, Providence y Cinven, alcanzó finalmente una participación del 99,32% del capital de MásMóvil. Más claro, misa. Vamos que MásMóvil, de vasco, creo que solamente tiene una sede social «en San Sebastián» con una mesa y un teléfono, y su sede social real se ubica en Jersey (un paraíso fiscal). Aunque la isla no forma parte del Reino Unido, ni de la Unión Europea o del Espacio Económico Europeo, su representación internacional, defensa y “buen gobierno” son responsabilidad del Gobierno de United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland (Reino Unido).

A la pregunta de por qué entonces al Gobierno Vasco ve con buenos ojos la operación, habría que buscar la respuesta fijando la mirada en Kutxabank, poseedor en este momento del 19,88% de las acciones de Euskaltel. Hago un inciso apuntando unas consideraciones y respondo a la interpelación después. Desde que la entidad financiera renunció a ser la accionista mayoritaria de Euskaltel, se cedió el control a los fondos de inversión. ¿Y qué papel han jugado éstos? Lo sabido por múltiples experiencias: mejorar la imagen para vender la compañía y sacarse una pasta. Cuando entró Zegona Communications, en 2019, ya advirtió que no venía para quedarse. Parece que en el Gobierno Vasco se olvidan rápidamente de que Zegona contrató a Talomon Capital como accionista «mercenario» para que le cediese el voto de sus acciones y cómo rompió ese casorio de conveniencia. Maniobras todas nada amigables, aunque la señora Tapia se abstraiga, como siempre, y se empeñe mediante sus embellecimientos de corte ultra neoliberal en lo contrario, y encima nos repita la retahíla de promesas mentirosas sobre el mantenimiento del vínculo y el empleo, la innovación tecnológica y la digitalización que ya nos soltaron los «amigos» de Zegona en su día. Despejando la interrogación aseveraría que los responsables económicos del Gobierno Vasco, parte del consejo de administración del banco, y destacados dirigentes patronales, han diseñado el paso de Euskaltel de la UCI a la morgue para que Kutxabank se traslade de la UCI a planta. Kutxabank, el segundo mayor accionista con un 19,88%, obtendrá 396,7 millones de la OPA, y Corporación Financiera Alba, que posee un 11% de Euskaltel, 219 millones.

Tampoco parece muy de fiar MásMóvil puesto que lanzó en Euskadi el año pasado un nuevo operador llamado Guuk (el de los dibujitos previos al Teleberri), con intenciones obstruccionistas y como respuesta a la expansión de Euskaltel con la marca Virgin Telco. O sea que han sacrificado una empresa vital, en términos estratégicos de país, para aplazar la entrada de nuevos accionistas en Kutxabank, sociedad anónima financiera, resultante de las fusión de las cajas vascongadas, agobiada por la falta de impulso y músculo generador de recursos propios y por los compromisos establecidos con Bruselas. Recordemos que mientras la normativa europea obligó al resto de los bancos que nacieron de la transformación y fusión de las cajas a salir a bolsa (CaixaBank, Ibercaja y Unicaja), el regulador autorizó, en 2016, «la anomalía» de Kutxabank a cambio de ingresar cada mes de diciembre en el fondo de reserva 48 millones de euros hasta completar la cantidad de 239 millones, a finales de 2020. Solamente la fundación BBK deberá completar para el 2024 una dotación de 235 millones de euros. Este fondo en activos de máxima liquidez, debería ser intocable, salvo para acudir a una ampliación de capital del banco vasco-andaluz en el caso de que vengan mal dadas y sus pérdidas le coloquen en una situación delicada de solvencia.

Según comunicó el banco, las fundaciones bancarias, de los resultados del ejercicio de 2020, tendrían que conformarse con gestionar los veintisiete millones de euros que ya ha distribuido Kutxabank. A la BBK 15,4 millones, en consonancia con el 57% del capital social que posee; a la Kutxa 8,6 millones (32% del capital) y a la Vital 2,9 millones (11% del accionariado).

Si la pandemia se alarga en el tiempo, en plena recesión económica, a buen seguro, las huellas de la morosidad bancaria marcarán la cuenta de resultados durante, al menos, dos o tres años, y habrá parón de dividendos, y Kutxabank, con monitorización de Bruselas, será considerado paciente crítico.

Antes de acabar esta reflexión, cabría preguntarse cuánto tiempo van a reprimir la tentación liberalizadora las cabezas pensantes jeltzales y las de Confebask. Hasta cuándo mantendrán a Kutxabank tal y como está, sin que vaya lanzado hacia el parquet bursátil. Y aprovechando el espacio que generosamente me cede siempre NAIZ, les pediría también a los impulsores de las campañas dirigidas exclusivamente a Kutxabank (y no al Santander, BBVA, Caixa o Laboral) para que se apriete el cinturón y no cobre comisiones a los clientes por ser «una entidad pública», que valoren sus empujes unidireccionales. Desafortunadamente, aparte de reduciendo plantillas, o esquilmando derechos a los jubilados de la entidad, los directivos financieros no le echan mucha imaginación a la hora de indagar sobre alternativas no gravosas. La recaudación por servicios se ha consolidado como el plan B de la banca para mantener a flote su negocio tras el gripado de la principal vía de ingresos tradicional, que eran los intereses por prestar dinero. Considerando los resultados de las seis entidades financieras del Ibex35, el cobro por servicios a los clientes ya casi supera en un 50% las ganancias netas. Kutxabank, como las demás bancos y cajas que operan en EH, evidentemente cobra comisiones, y valorar cuales sí o cuales no, es legítimo, pero, salvo que a algún portento del pensamiento financiero, en el contexto presente, se le ocurra otra idea, me da que los números no alcanzan para que se esquive a Bruselas y para atender las continuas demandas de intervención y/o compra de participaciones en empresas en crisis, máxime cuando ha tenido que vender las suyas para pervivir.

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