Juan Mari Arregi
Periodista

Monseñor Mateo Múgica no apoyó el golpe militar franquista

«Exponiendo al Sumo Pontífice Pio XII los motivos pertenecientes al efecto (todos los datos que fue conociendo), yo me negué a firmar aquella Carta, y lo mismo hizo su Eminencia el señor cardenal Vidal y Barraquer, arzobispo de Tarragona…».

Monseñor Mateo Múgica (1870-1968), obispo de Vitoria, dista mucho de lo que fue Mons. Olaechea, obispo de Navarra, en su relación con el golpe militar de Franco en 1936. Mientras Olaechea lo justificó y apoyó, Múgica lo condenó, como veremos a continuación. Su negativa a firmar el documento colectivo de la Conferencia Episcopal Española apoyando aquel alzamiento como una Cruzada, así como su escrito “Imperativos de mi conciencia” es su mejor defensa.

Quiero matizar así un artículo firmado por Victor Moreno en estas mismas páginas titulado “La 'coherencia' del Obispo Marcelino Olaechea Loizaga”. Una entrevista privilegiada que tuve con Mons. Múgica, cuatro años antes de fallecer en 1968 en Zarautz, avala cuanto aquí digo y sobre todo cuanto dejó escrito.

Respecto de Mons. Múgica, Moreno señaló lo siguiente: «Más tarde Olaechea firmaría con el obispo de Vitoria (no cita su identidad, Mons. Múgica), una exhortación titulada “Non licet” (“No es lícito”) donde la figura de los sacerdotes dejaría de irradiar la imagen de padres de convergencia política para ser solos soldados de Cristo al servicio de los golpistas y rebeldes, prohibiéndoles bajo pena de excomunión apoyar al Gobierno republicano». Más adelante la exhortación añade: «Con los sacerdotes han marchado a la guerra nuestros seminaristas. Es guerra santa!. Un día volverán al seminario mejorados. Toda esta gloriosa diócesis, con su dinero, con sus edificios, con todo cuanto es y tiene, concurre a esta gigantesca cruzada». (la franquista).

Si ahí quedara, como así es, ese artículo de Moreno, cualquier lector no informado pensará que Mons.Múgica apoyó el golpe militar de Franco en 1936. Y la verdad histórica no es esa. Victor Moreno parece desconocer el escrito de Múgica  “Imperativos de mi conciencia”, de 1945. Respondía a 9 preguntas del histórico y sabio sacerdote Joxe Miel Barandiarán (1889-1991), reconociendo que se equivocó, por mala información, en el primer momento del golpe militar franquista.

Tras constatar esa mala información, Múgica asegura que «nunca fui partidario de la guerra, la violencia no es medio propio del apostolado cristiano. Es verdad que una vez estalló el conflicto armado, había deseado el triunfo de los llamados “nacionales”. Ya en octubre de 1936 elevé a la Santa Sede mi primera protesta contra ciertos actos del bando insurgente poco después de haber estallado la contienda bélica…».

«En los meses siguientes –añade– fui presentando nuevas protestas, a medida que iba liberándome de la tupida costra de infundios con que la propaganda procuraba envolverme impidiéndome ver claro. Hoy mi información es más amplia, abarca todas las fases de la guerra. Esta tuvo repercusiones insospechadas. Su proceso se complicó con múltiples argumentos yuxtapuestos, de los que uno, el político, alcanzó volumen monstruoso en mi diócesis por decisión de los artífices e iniciadores de la guerra».

En ese contexto, el obispo Múgica, con información de primera mano, reconoce que también «aquí caían asesinados católicos de los llamados de derechas, allí numerosas gentes de izquierda. Con asombro y terror supimos de fuente autorizada, de labios de requetés de Navarra, el mes de septiembre de 1936, que para esa fecha los partidarios del bando franquista habían matado ya, en ese corto período de la guerra, unos 7.000 de las izquierdas, en Navarra, donde dominaban totalmente los “nacionales”. Durante el mismo período habían sido fusilados numerosos ciudadanos pacíficos en la parte sometida al bando de Franco, particularmente en Beasain, en Villafranca, en Villabona, en Andoain, en Oyarzun, sin contar los muertos de San Sebastián, en Vitoria, en los pueblos de la Rioja… inventario calamitoso que en los meses siguientes alcanzó proporciones monstruosas con los fusilamientos de prisioneros de guerra y de civiles en Mondragón, en Marquina, en la región de Guernica, en Bilbao..».

En ese mismo escrito “Imperativos de mi conciencia”, reconoce Múgica que nunca firmó la Carta Colectiva del Episcopado español a favor de la “Cruzada” o golpe militar de Franco. «Exponiendo al Sumo Pontífice Pio XII los motivos pertenecientes al efecto (todos los datos que fue conociendo), yo me negué a firmar aquella Carta, y lo mismo hizo su Eminencia el señor cardenal Vidal y Barraquer, arzobispo de Tarragona…».

Personas relevantes como, entre otras, el sacerdote y catedrático bilbaíno Rafael Belda y el obispo vasco Mons. Cirarda mantuvieron también la tesis del apoyo del obispo Múgica al golpe militar alegando su firma de la Carta Colectiva Episcopal lo que, en el caso de Belda, quien suscribe en su momento le rebatió. Su tesis nos la explicó en una clase de teología en 1962 en el seminario de Derio, lo que provocó que quien suscribe y otros dos compañeros, disconformes, nos escaparámos del seminario y mantuviéramos una entrevista con el obispo Múgica, ya ciego y enfermo, para aclarar ese tema. Para ello nos trasladamos desde Derio a Zarautz, donde se encontraba después de haber estado exiliado, marginado y aislado tras haberse conocido su rechazo del golpe militar franquista.

«Ahora que estoy ciego –nos afirmó– díganle al profesor Belda, que veo mucho más claras aquellas historias». Se levantó de la cama con nuestra ayuda, se arrodilló ante un armario y sacando de su último cajón una copia de aquel escrito “Imperativos de mi conciencia” nos la entregó. «Llévenle esta copia al profesor Belda». Así lo hicimos y cuando en una de sus clases le entregué personal y públicamente esa copia, Belda, que de por sí era de rostro muy colorado, se puso aun más, y no dijo palabra alguna. Días después fuimos amenazados con expulsión del seminario por haber mantenido sin permiso alguno esa reunión con Mons. Múgica. Tras la intervención de un grupo de sacerdotes de la diócesis, la amenaza no se llevó a efecto, pero aquella visita sí fue considerada una falta grave.

Mons. Mateo Múgica fue un obispo conservador en la moral y costumbres, pero fue, sin embargo, un verdadero defensor de su Pueblo. Tan coherente, que supo rectificar a sabiendas de lo que le iba a costar:  exilio, aislamiento y marginación. Nada que ver con la “coherencia” de Olaechea, verdadero defensor del golpe militar franquista. Como la casi totalidad del Episcopado español. A cada cual lo suyo.

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