Arantza Gutierrez Paz
En nombre dela dinámica Txikitxu, guk sinesten dizugu (Txikitxu, nosotras te creemos)

Ninguna impunidad ante la violencia contra niñas y niños

Aquí estamos quienes desde un principio decimos claro y fuerte: #yosítecreo. Quisiéramos creer en la justicia, pero nos falla, una y otra vez. Hemos podido sentir muy de cerca que no hay justicia para las mujeres, ni tampoco para los niños, visto cómo ha actuado en un caso que hemos vivido casi día a día.

Años después, un día necesitó vaciar su interior ante una terapeuta. Muy dentro acechaban los efectos de unos abusos sexuales sufridos cuando era niña, agazapados, sin poder salir. Ahora, desde la distancia del tiempo, empieza a descifrar y entender sus miedos, nerviosismos, huidas..., y, sobre todo, su relación con aita y ama. Ahora es consciente de que su madre y su entorno le creyeron y quisieron protegerla, que su padre y los suyos, en cambio, le dieron la espalda y crearon una mentira y sintieron como victoria todo aquel juicio. No es un cuento, por desgracia, ni tan siquiera un hecho aislado, sino otra de las caras de esta sociedad patriarcal.

Tal y como señala el Consejo de Europa, una de cada cinco personas ha sufrido abusos sexuales en la infancia en Europa; en el Estado español, el 23% de las niñas y el 15% de los niños. Pero, más allá de los datos, la realidad es más cruda, y son más los abusos contra niños y niñas. ¿Por qué lo decimos? Porque son muy pocas las veces que estas agresiones llegan a los tribunales, y cuando lo hacen, se suelen encontrar con la cara más dura de unas leyes y justicia patriarcales, que llegan incluso a absolver al agresor... Anular pruebas, no escuchar el relato de las niñas y niños, argumentos técnicos y una acción garantista, interpretaciones tergiversadas,  «in dubio pro reo», etc... son muchas las puertas que abre el actual sistema legal y judicial para que el agresor y violador pueda salir libre.

Tras una sentencia absolutoria, vienen el dolor, la rabia, la impotencia de quienes están al lado de esas niños y niñas que han sufrido abuso. Quienes han defendido al agresor, algunas veces mediante mentiras y amenazas, sin ningún escrúpulo y quienes, por una razón u otra, se han sentido más cómodas mirando hacia otro lado, esgrimen la «verdad judicial» como argumento absoluto, pese a que puedan tener otra opinión en otros casos (la «manada de San Fermín», jóvenes de Altsasu...).  

Pese a todo, aquí estamos quienes desde un principio decimos claro y fuerte: #yosítecreo. Quisiéramos creer en la justicia, pero nos falla, una y otra vez. Hemos podido sentir muy de cerca que no hay justicia para las mujeres, ni tampoco para los niños, visto cómo ha actuado en un caso que hemos vivido casi día a día.

Aquí nos tienes, pequeña, muchas personas dispuestas a defender tu verdad delante de la sociedad, porque no queremos que dentro de unos años, cuando pongas palabras de adulta a lo que te ha ocurrido, sientas que has estado sola. Nosotras te creemos, antes, ahora y siempre, y tenemos miedo de que la «in-justicia» te abandone entre las garras de quien ha truncado tu infancia, mientras esta sociedad mira a otro lado, tranquila, negando que haya ocurrido.

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