Marta Abiega
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No en nuestro nombre

Ni un solo día de nuestra vida dejaremos de culpar a la Unión Europea de las muertes en los tránsitos del Sahara y el Mediterráneo.

Hoy 20 de octubre se hará entrega del premio Princesa de Asturias a la concordia a la Unión Europea. El premio le reconoce haber contribuido a difundir valores como la libertad, los derechos humanos y la solidaridad, así como haber propiciado el más largo periodo de paz de la Europa moderna.

Dice Wikipedia que la concordia es «la conformidad y armonía entre cosas y personas».

Carlos Ugarte, responsable de relaciones externas de Médicos sin Fronteras, habla de la ceguera de la UE permitiendo que el mar haga una criba al blindar las fronteras, desviando los flujos migratorios hacia los puntos más peligrosos, es decir, hacia el mar.

Itziar Ruiz-Giménez, profesora de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, habla de la respuesta de la Unión Europea a la situación de las personas refugiadas no sólo como una crisis humanitaria y de derechos humanos, sino como una crisis de valores de las instituciones europeas que deberían repensar su política exterior. En su opinión, el derecho de asilo ha sido secuestrado, por no decir que ha sido ahogado intencionadamente en el Mediterráneo.

Según el politólogo francés de origen argelino Sami Naïr, «Europa ha pisoteado sus valores». «La UE fracasó en su política de emigración, dejándola 30 años en manos de las mafias».

Julio Rodríguez, ex jefe del Estado Mayor de Defensa, ha criticado el uso de la «estrategia del miedo» por parte de la UE, que ha fracasado al aplicar «soluciones cortoplacistas a problemas que vienen de lejos». Igualmente ha recordado que tras los atentados de París, las empresas armamentísticas se dispararon en bolsa.

Esta idea me ayuda a enlazar con la segunda razón por la que el dudoso jurado de estos dudosos premios afirma que Europa merece el galardón: la paz.

La Unión Europea ha exportado armamento y material de defensa por valor de 37.000 millones de euros entre 2003 y 2014 a 63 países en situación de conflicto armado o tensión. El resultado es la creciente e imparable escalada de atentados en una Europa a la que yo al menos, definiría en guerra, entendida ésta según wikipedia como «aquel conflicto en el que dos o más grupos humanos se enfrentan de manera violenta, mediante el uso de armas de toda índole, a menudo con resultado de muerte individual o colectiva y daños materiales de una entidad considerable».

Ni un solo día de nuestra vida dejaremos de culpar a la Unión Europea de las muertes en los tránsitos del Sahara y el Mediterráneo. Ni un solo día de nuestra vida dejaremos de culpar a esa Europa que no merece ni la mayúscula por prostituir a las mujeres en las redes de trata que fomenta con sus políticas de fronteras, por sacrificar en el mercado de órganos a niños anónimos, indocumentados.

Queremos salirnos porque nos avergonzamos de esta Europa de blancos supremacistas con pedigrí, fortaleza excluyente e insolidaria que ha crecido y sigue creciendo a costa del expolio de todos esos países. Es la Europa de la vergÜEnza, una Europa a la que le está saliendo el tiro por la culata.

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