No hubo justicia para Gladys
Este tres de junio se han cumplido 46 años de aquel fatídico 3 de junio, el de 1979, en el que un Guardia Civil, llamado José Martínez Salas, le quitara la vida a la joven Gladys del Estal. Esta joven ecologista de 23 años, vinculada a movimientos antinucleares y ecologistas, se había desplazado a Tudela junto con otros jóvenes donostiarras con el fin de participar en los actos antinucleares y antimilitaristas que habían sido convocados en la Ribera.
La versión oficial, según la cual Gladys murió como consecuencia de un disparo accidental, no resulta creíble y no concuerda, en absoluto, con los testimonios de testigos presenciales según los cuales el Guardia Civil, anteriormente mencionado, golpeó primeramente a Gladys con la culata de su arma para, a continuación, descerrajarle un tiro a muy escasa distancia de la nuca justo cuando la joven trataba de levantarse del suelo.
Tal como declararía Enrique del Estal, padre de Gladys, años después en una entrevista concedida al diario “Egin” en 1987, la joven activista estuvo desangrándose en el suelo durante veinte minutos sin que las fuerzas de orden público permitieran, tan siquiera, que pudiera llegar a recibir atención médica.
El Guardia Civil autor del disparo sería condenado únicamente a año y medio de prisión, condena que no llegó a cumplir en su integridad, y, por sí esto fuera poco, José Martínez Salas llegó a ser condecorado en primer lugar con la Cruz del Mérito de la Guardia Civil, en tiempos del Gobierno de Calvo Sotelo, y, posteriormente, con la Cruz del Mérito Militar, gobernando ya el socialista Felipe González. Ciertamente no hubo justicia para Gladys.
Y tampoco hubo justicia para su familia que ha tenido que soportar la humillación de ver cómo el asesino de su hija, lejos de cumplir la condena que le hubiera tenido que corresponder, ha llegado a ser condecorado.
Pero la muerte de Gladys no ha sido en vano. Ella se ha convertido en todo un referente de la lucha ecologista, antinuclear y antimilitarista.
Esa lucha popular, en la que tan activamente participara Gladys, acaba dando sus frutos. Aunque no se haya conseguido todavía eliminar el Polígono de tiro de Las Bardenas, sin embargo no hay que olvidar que es la movilización popular la que logró, en su momento, paralizar la construcción de la central nuclear de Lemoiz y, más recientemente, las obras de Aroztegia.
El pasado domingo, como cada año por estas fechas, Gladys fue recordada y homenajeada en la capital donostiarra en ese parque, próximo al que fuera su domicilio en el barrio de Egia, y al que muchos donostiarras hemos rebautizado, en su honor, como Parque de Gladys Enea.
Gladys, beti gogoan izango zaitugu. Zure borroka gure eredu da.