Josu Iraeta
Escritor

No se pueden cometer errores

Los hay que, habiendo comprobado que la democracia no les sirve, pretenden retroceder en el tiempo y hacer la prueba. Ideológicamente, son los mismos que hace ya algún tiempo, concretamente el 16 de marzo de 1933, publicaron en Madrid −por primera y última vez− un periódico con esta cabecera: "El Fascio". La fecha elegida no fue casualidad, ya que coincidió con el tercer aniversario del fallecimiento del General Primo de Rivera.

Lo cierto es que, tras el triunfo democrático de Hitler en Alemania, el 30 de enero de 1933, en ambientes conservadores que habían estado próximos al poder durante la dictadura de Primo de Rivera, pareció llegado el momento de «ensayar» la posibilidad de un partido fascista en España, que podría ser liderado por el hijo del dictador, José Antonio Primo de Rivera, Marqués de Estella.

En este periódico de efímera vida, podían leerse párrafos como este: «El fascismo es la conjunción de todos los que sienten los dolores de la Patria y quieren remediarlos. De esa conjunción surgirá el caudillo que conduzca a las masas populares a la victoria».

¿Perciben ustedes, algún paralelismo con la actualidad política española?

Sabiendo de dónde vienen y según una tesis de amplia difusión, lo que actualmente se conoce como «Estado español», es un término que Franco copió del mariscal Pétain, que denominó a su régimen «Estado francés», porque la palabra república no figuraba en su diccionario personal.

Teniendo esto presente, no se entiende que aquellos que hoy se dicen constitucionalistas, reclamen el término España, olvidando que es su propia Constitución la que válida una y otra vez, la expresión «Estado español».

Lo ocultan, pero lo cierto es que desprecian la verdadera, la España real, que no es más, ni menos que Castilla. Una España que por el norte no pasa de «los Picos de Europa» y limita al sur con Andalucía.

Otro factor a tener en cuenta es la amnesia histórica del mundo académico actual, su falta de rigor, convierten a un fascista como Ortega y Gasset, en el padre de lo que pomposamente denominan «liberalismo democrático».

Sin olvidar los significados y abundantes intelectuales orgánicos, que hoy ejercen la vigilancia política. Su credo «joseantoniano» −por cierto− activado no hace mucho en el Senado; «Entregar una transferencia tras otra, a regiones minadas de separatismo es un crimen», sigue vigente y en pie.

Se plasma en lo que dicen y hacen. El maestro era fascista, pero quienes aplican su ideario, son demócratas. Dicen ufanos, que la metamorfosis se basa en la inteligencia. Al parecer, mientras las nuevas generaciones desarrollan fémur, ellos, las viejas juventudes azules, desarrollan cerebro. Eso está bien.

Hay que reconocerlo, a pesar de que sus afirmaciones repelen debido a su carga de naftalina, no puede negarse que la alta dirección, cuenta con cerebros de reconocido prestigio.

No debiéramos olvidar que les costó −y mucho− llegar a la Moncloa y hoy, tras varias legislaturas «fuera», buscan sumar cuanto antes y «como sea» para volver a entrar. En mi opinión no será fácil. Financiar un proyecto con intereses diversos y dirección «policéfala» puede terminar siendo malo, muy malo y caro, muy caro.

Un pequeño ejercicio de memoria, nos ayudará a poner negro sobre blanco a quienes, hace más de noventa años, financiaron un proyecto como "El Fascio". Entre una docena de «patrocinadores», los más conocidos fueron; Jabón Chimbo (Bilbao), Cementos y Cales Freixa (Barcelona) y González Byass (Jerez de la Frontera).

Su catecismo ideológico identifica a quienes defendemos el ejercicio del derecho de autodeterminación, con la delincuencia política, manipulando así, al equiparar ley y democracia. De hecho, lo que hacen es pasar página, escondiendo en su maltrecho cerebro la macabra historia que están interpretando en el último siglo.

Son cobardes y temerosos, temen el plebiscito y lo combaten, a pesar de ser un fundamento democrático. Saben que, a través de él, se puede decir −no− y eso significa el no retorno.

El temor es tal, que su «policéfala» dirección busca con ahínco el favor de los poderosos, para con su ayuda, imponer el proyecto de la «España una».

No sería inteligente obviar que el futuro −incluso el próximo− es incierto en el panorama político, pues, vivimos tiempos de flaca memoria y eso siempre conlleva su riesgo.

El tiempo avanza inexorable y nadie puede ocultar su huella. Hoy pocos recuerdan, y otros prefieren olvidar, los encendidos elogios del PNV sobre aquel presidente español de dientes pronunciados y bigote nervioso. Y es que en política no todo es negociable y algunos han tardado mucho, quizá demasiado, en reconocerlo.

En cualquier caso, opino que siempre es mejor tarde que nunca. Aunque la experiencia y el transcurso de los años, hacen que valore y estime las voluntades, lo cierto es, que, sumar, solo sumo los hechos.

Entiendo que no todos compartan mi opinión, pero, la «ensalada» de pactos que estamos viviendo, debe tomarse como un intento −otro más− para disfrazar la verdad y ganar tiempo

Se nota, es notorio que la clase política que vive incrustada cual planta parásita en los recovecos de su Constitución, es consciente de que puede pasar cualquier cosa.

Pese a todo, la coyuntura actual es importante y puede terminar debilitando el marco civil y político que nos han impuesto en los últimos cincuenta años.

Recordando la cabecera de este trabajo, permítanme finalizar afirmando que, vivimos un «momento» interesante, bonito y peligroso, muy peligroso, cierto. Estamos situados −más o menos− donde queríamos, cierto. No se pueden cometer errores, también cierto.

Bilatu