Javier Ayape

No somos «talibanes»

No queremos ganar ninguna guerra.

Nos están llamando talibanes, nos están diciendo que queremos reescribir la historia, que queremos ganar una guerra que nosotros habíamos perdido, que habían ganado ellos.

Nos están diciendo todo esto solo porque queremos que desaparezca el edificio de Los Caídos, un símbolo que construyeron los que causaron el hecho más terrible, el hecho más horrible que ha sucedido y que seguramente pueda suceder en Navarra. Construyeron ese edificio dedicado y en honor a sus muertos en su cruzada, a unos muertos que fueron a matar en el frente, algunos de ellos ya habían sido asesinos antes en sus pueblos. Pero sobre todo construyeron ese edificio, de grandes dimensiones, frío, muerto, en uno de los lugares más representativos de la ciudad como símbolo de su poder, más aún de lo que eran capaces de hacer si lo considerasen necesario.

Lo utilizaron de Mausoleo, sobre todo para los dos militares que mayor responsabilidad tuvieron en la preparación del golpe de Estado de 1936, Mola, «El Director» y Sanjurjo, «El Presidente», después se sumaría Franco. Mola, también «el mulo», y Sanjurjo, «el hombre que pudo ser Franco», ninguno resultó «caído», los dos cayeron del cielo. Los tres fueron responsables de la muerte de más de 250.000 personas, los tres, y otros, muchos navarros, fueron responsables de más de 3.700 Asesinatos, de miles y miles de detenidos, torturados, mujeres rapadas y violadas, de robos y expolios a sus familias.

Mientras más de 3.700 navarros fueron sacados de sus pueblos, de sus hogares, algunos incluso de sus camas, llevados a ser asesinados y enterrados en cunetas, montes, simas y barrancos, a dos de los mayores criminales que ha habido en el mundo se les construía el mayor mausoleo que existe en el centro de nuestra ciudad. Y allí los tuvimos enterrados hasta hace pocos años.

Y nos dijo Del Burgo que los muertos fueron 678, y el general franquista Salas Larrazábal los muertos fueron 1.100. En contra de aquellos mentirosos, Jose María Jimeno Jurío en 1980 ya había recopilado información sobre cerca de 2.500 personas asesinadas. Y en años posteriores, con los testimonios de nuestros padres y abuelos, sobre todo con el trabajo de Jose Mari Esparza y otras personas en Altaffaylla llegamos a poner con nombre y apellidos más de 3.630 Personas Asesinadas. ("Navarra 1936, de la Esperanza al Terror", décima edición).

Hemos exhumado de simas y cunetas a más de 2000 Personas Asesinadas por unos bestias que eran sus propios vecinos del pueblo, que con ellos habían ido a sus escuelas, que habían sido de la misma cuadrilla, en algunos casos incluso familiares. Aquellos bestias. Aún quedan en cunetas, montes, simas y barrancos más de mil Personas Asesinadas. ¡Cómo han vivido las madres y viudas, las hijas e hijos de los Asesinados!

Y allí sigue, ¡presente!, el Símbolo por excelencia de toda aquella Masacre. Allí continúa. Y hay demasiadas personas que, como sea, quieren que siga continuando. Quieren que siga ¡Presente!

Y hubo quien dijo: Se parece al Panteón de Roma, se parece a los Inválidos de París, se parece...

Obras de más de 2.000 años, una maravilla, de más de 400... Sobre todo obras realizadas para un uso concreto con el que podemos estar más o menos de acuerdo, pero no única y exclusivamente como un Símbolo realizado para mausoleo de dos criminales y como Símbolo para enaltecer una Cruzada que costó la vida a más de medio millón de personas. Solo para eso y como Símbolo de lo que fueron capaces de hacer, y serían capaces muchos de volver a hacer.

Y ninguna culpa de lo que hicieron aquellos criminales asesinos tienen sus hijos y nietos, ninguna. Pero, y sin muchos quererlo, son hijos y nietos de asesinos, y muchos de los que escriben y defienden ese Símbolo, defienden lo que hicieron sus padres y abuelos; crimines y asesinatos.

No somos «talibanes», entre las personas que nos reunimos y vamos a los actos por el derribo, por profesiones hay obreros, universitarios, peones de obra, escritores, médicos, agricultores, pintores, ingenieros, estudiantes, editores, arquitectos, músicos, conductores, doctores, administrativos, camareros, profesores de universidad e instituto, catedráticos, empresarios..., la mayoría buenas personas, muchas mayores que han luchado toda su vida, por sus familias, por la sociedad, por la humanidad...

Algunas os, ya muy pocos, hijos de personas asesinadas, muchos nietos, que han conocido como es vivir sin padres, sin abuelos, siendo la gran mayoría económicamente pobres, habiendo sufrido muchos robos, expolios, y otras represiones.

No somos «talibanes», a ninguna de todas estas personas, nunca les he oído pedir que se tiren colegios o escuelas, hogares que se derriben fuentes, ni puentes, ni pantanos, ni frontones o iglesias, ni siquiera que se destruyan cárceles o cuarteles, ni ningún otro edificio.

A los que escriben contra la desaparición de Los Caídos, no les vimos escribir contra el derribo de Salesianos y Escolapios, ¿Sería algún asesino arquitecto? No les vimos escribir contra el derribo del frontón Euskal Jai. Ah, ¡que eso era negocio! No protestaron contra el derribo de la cárcel. Esos cuatro lugares sí que eran «Lugares de Memoria», pero... por el Dinero, por arrasar «Lugares de Memoria». Muchos hijos y nietos de asesinos. Ningún problema, incluso contra ley, sin amanecer y alevosía, a porrazos y pelotazos. ¿No serán Maya, la Barcina, Del Burgo, los que quieren que no se toque Los Caídos, los «Talibanes»?

Sobre el destruir, suena muy mal destruir. Algo que estaba hecho, cientos de edificios en Iruña, se han destruido, muy muy pocos, salvo hogares, se han rehabilitado. Ninguno, ninguno se ha resignificado. La derecha no tiene ningún problema para destruir, sea por negocio, sea con la guerra. Ningún problema, ninguna queja, para vandalizar y arrancar la estela de un asesinado, para arrancar las placas de otras dos personas asesinadas, entre otras muchas... en el centro..., ¡Mandándolo hacer el propio Ayuntamiento!

No es cierto que estemos en contra de todo.

¡Si ya está construido! De verdad, ¿si lo hubiera construido, si lo hubiera mandado construir para lo que lo construyeron, los Asesinos de tu padre o de tu madre, de un hijo tuyo, como Símbolo de Honor a los criminales que lo hicieron..., ¿Pensarías en un museo, en una biblioteca, en un club de jubilados para estar tú dentro? Hubo gente que dijo de hacer el Parlamento, hasta el Ayuntamiento; ¿Te imaginas al alcalde, a concejales, a los parlamentarios, influidos por el espíritu, por los aromas, por las sombras de los que allí estuvieron enterrados, por lo que representa? ¿Nos gobernarían de acuerdo a la Santa Cruzada? Asesina.

Una frase fuerte que oímos con respecto a ese símbolo del franquismo, a ese símbolo del fascismo, fue la de «¡No tocar a los muertos!». Y eso es lo que querían los que lo decían, que no se hubiera tocado ni a Mola ni a Sanjurjo, más aún que no se hubiera «tocado» a los más de 2.000 personas asesinadas exhumadas, y que siguieran eternamente en cunetas y simas, por campos y barrancos. Aún quedan más de 1.000.

Y de «mezclar» en ese lugar a asesinos y asesinados, que tenemos que convivir, sí, tenemos que convivir y lo mejor que podamos, pero de ninguna manera obligando a vivir a mujeres violadas con sus violadores, la memoria de las mejores personas de Navarra asesinadas, junto al recuerdo de sus asesinos.

No queremos reescribir la historia, queremos que se escriba la historia.

No queremos ganar ninguna guerra, porque siempre los pobres, todos, pierden en las guerras.

No queremos ganar ninguna guerra, porque no queremos que haya guerras.

¡No a la guerra!

¡No queremos ningún símbolo fascista en Navarra!

¡No podemos permitir que siga en pie el principal símbolo fascista!

¡Por el derribo de Los Caídos!

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