Nobleza y magia del ciclismo
Es de sobra conocido la estimación y arraigo del que goza el ciclismo en nuestro pequeño país que, junto con otras actividades deportivas como la pelota, remo y un sinfín de modalidades competitivas derivadas de oficios, ocupaciones, entornos e incluso necesidades de sus habitantes ha formado parte, y lo continúan haciendo, de la idiosincrasia y cultura de nuestro pueblo. Alguno de ellos de naturaleza tan ancestral como nuestra propia lengua.
Alrededor de todos ellos se han forjado relaciones entre pueblos, comunidades o sociedades, trasmitiéndose por generaciones y traspasando en muchos casos nuestros propios límites. Con orígenes, y al igual que los tiempos de desigual evolución que expertos en ello nos podrán ilustrar.
Pero casi siempre con un nexo común, demostrar las habilidades, desarrollar, probar y adaptar al ocio y entretenimiento elementos de la cotidianidad laboral o procesos productivos de su tiempo. Llevándolo en la mayoría de los casos a la competición apasionada cuyo reflejo lo encontramos en la afición por las apuestas.
Desde siempre el ciclismo ha tenido un papel relevante en nuestro ADN deportivo, ya no solo por tradición y afición, también por el emprendimiento de particulares y empresas. Posiblemente como causa y razón de desplazamientos dada la dispersión rural, orografía y necesidad de transporte o movilidad en nuestro territorio. Algunos todavía recordamos marcas pioneras y vanguardia en la fabricación de ciclomotores y bicicletas: GAC, CIL, Torrot, Orbea, BH, etc., y que me perdonen las que no menciono a causa de las limitaciones de mi memoria.
Esta necesidad derivó en práctica y afición, generando corrientes impulsoras de certámenes y equipos como vectores publicitarios dada la popularidad y eco en la población. Quien no recuerda los numerosos equipos profesionales o semi que han pedaleado por todo el mundo, Chocolates Zahor, Olarra, KAS, Fagor, Reynolds, B. H., Orbea, Euskaltel, Euskadi Fundazioa, etc., y como no, algunos de los entusiastas pioneros, Club ciclista San Sebastián y Club Ciclista Eibarrés. Amén de los patrocinados por entidades financieras del territorio. Y los más meritorios, aquellos fundados por aficionados o mecenas particulares, autónomos, pequeñas empresas, asociaciones o sociedades deportivas que de forma altruista y totalmente desinteresada crearon con el ánimo de fomentar su práctica.
¡Quien no ha vibrado con las hazañas deportivas de algunos de ellos, y con sus gestas de compañerismo! Todavía tenemos en la retina icónicas imágenes de los componentes del equipo ayudando y animando a compañeros exhaustos o malheridos por caídas a llegar a meta.
No descubrimos nada si calificamos al ciclismo como un deporte de extremo sacrificio y donde el esfuerzo se lleva al límite, algo que los aficionados valoran y donde a diferencia de otras actividades deportivas, el aplauso, ánimo y apoyo se dirige creo que con sincera objetividad a todos en general. Considerando la existencia de «hooligans» a diferencia del fanatismo en otros deportes como nula o residual.
Este precioso deporte y sus escenarios han servido también para canalizar reivindicaciones y denunciar injusticias a la par que mostrar solidaridad con colectivos represaliados o castigados por defender sus derechos y los de sus pueblos. Como actualmente estamos viendo en los apoyos a la causa palestina y en contra del inhumano genocidio que está llevando el sionismo israelita con apoyo y vergonzosa anuencia de parte importante de la comunidad internacional
Es tal el encanto de este deporte que unos simples actos de denuncia y protesta han servido para quitar las caretas y derribar muros, dejando al descubierto vergüenzas y doble moral. Los mismos que han hecho del deporte política nos dicen que hay que separar una cosa de la otra. O los que afirman defender el derecho a la vida se callen con cómplice pasividad ante las matanzas de miles de inocentes, mujeres y niños incluidos.
Magia que ha conseguido traspasar barreras y fronteras convirtiéndose en el altavoz más importante y sonoro de denuncia con todo el planeta de testigo, a pesar en muchos casos de los intentos de reprimirlos y ocultarlos.
Algo que no ha sentado bien a algunos tertulianos, comentaristas, políticos, juntaletras y exciclistas a nómina de medios de comunicación que, en su intento de desautorizar protestas pacíficas a través de uno de los deportes más nobles, las han legitimado. Han sido tal sus burdos intentos por desprestigiarlas que, sus inconexos e incoherentes argumentos les ha situado en el nivel de incompetencia más ridículo, desenmascarando su hipocresía y falsa equidistancia, desbordada por el tsunami de la ola solidaria.
Otros han vuelto a resucitar elementos de una etapa felizmente superada, y que nunca hubieran deseado que ello fuera así. Y algunos como es el caso del señor Adams en su calidad de supuesto responsable del equipo ciclista Israel-Premier Tech, una más en la estrategia de normalizar un estado y sus execrables crímenes a través del deporte, y como aventajado alumno del Mossad se ha dedicado a su paso por nuestro territorio a lanzar todo tipo de improperios, insultos, calumnias y descalificaciones contra nuestra sociedad, algo a lo que desgraciadamente ya estamos acostumbrados a recibir desde los ámbitos más reaccionarios y fascistas que no soportan la coherencia de un pueblo.
Además de la pasión y afición con la que los vascos vivimos el deporte del ciclismo habrá también podido comprobar que nuestra tozudez y noble corazón, algo de lo que ya debiera conocer tras el paso de sus servicios secretos y de interior por nuestro país para asesoramiento y formación de la actual policía autonómica, es tan grande como el del deporte que tratan de utilizar para blanquear un estado que vulnera los derechos más elementales y sobre los que tanto pontifican.
Igualmente, también habrá podido comprobar diariamente tras el paso de la carrera ciclista por otras regiones o naciones que la solidaridad y denuncia de las injusticias no es patrimonio ni de vascos ni de nadie, únicamente de la conciencia y defensa de la justicia democrática.
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