Nostalgia
Término de raíces griegas cuya etimología la asocia a «regreso», como sentimiento conservador de recuerdo de épocas pretéritas con componente de dolor o placer en el recuerdo individual o colectivo de deseo en revivir tiempos pasados.
Esto parece ser lo que en España la derecha, tanto extrema, centro como neoliberal, están padeciendo, la añoranza de que cualquier tiempo pasado fue mejor, y no precisamente en el sentido con el que tan magistralmente Jorge Manrique nos refería en sus poemas, como añoranza de la juventud en su alegato a la vida y la muerte o a la temporalidad humana.
Lo interpretan desde su lectura inmovilista de que cualquier avance o cambio que signifique un mayor desarrollo democrático y de mejora de las condiciones de vida de la sociedad va en contra de sus intereses, la de sus lobbies o sus grupos de presión y poder.
Siguen anclados en la estructura que cimento el régimen del 78, el fraude de lo que les dio por llamar transición para homologar nuevos tiempos cambiando muy poco. Los déficits democráticos que el cierre en falso de la dictadura, con la continuidad invariable de todos los estamentos, militar, judicial, policial, propagandístico, etc. que había construido y fomentado su despótico sistema, ha hecho que la regeneración democrática no haya sido capaz de anular las reminiscencias e ideología fascista que pervive todavía en muchos sectores.
Añoran la utilización de la fuerza para superar los problemas, la represión como solución, la limitación de derechos y libertades o la propia imposición contra la voluntad popular si consideran que esta puede cuestionar sus privilegios.
La falta de cultura democrática unida a una generalizada mediocridad política e intelectual en la mayoría de los electos, da lugar a que asistamos a vergonzosos debates en el congreso, senado o parlamentos autonómicos y ayuntamientos donde la mayor parte de su tiempo la dedican a insultar y descalificar al adversario en vez de a dar solución a los problemas de la ciudadanía mediante la articulación de propuestas y proyectos que mejoren y garanticen la calidad y vida de todas las personas
La derecha, extrema, neoliberal, e incluso sectores de la socialdemocracia española y otros arribistas u oportunistas, no entienden de consensos, limar diferencias, del interés general, del cumplimiento de los compromisos acordados, de servicio a todos los ciudadanos, a todos no solo a sus afines. Consideran que la política o su cargo les otorga un status superior al del resto. En esta perversión llegan a convencerse de que las personas tenemos que estar a su servicio y hacer lo que ellos digan y no al revés, como ordenan los preceptos y conceptos más básicos de la democracia
Este endiosamiento les hace considerarse impunes en el ejercicio de actividades corruptas y delictivas, ¡cómo no, si están convencidos de que lo público y la caja común es suya!
Cada día tengo menos dudas de que una gran mayoría se encuentra bajo los efectos Dunning-Kruger, investigadores que llegaron a la conclusión de que: [cuanto más incompetentes somos, menos notamos nuestra incompetencia}. Y algo así les está pasando, se autoconvencen, no sé si por el boato que les otorga la política, barniz social, le llaman algunos, o por su ociosidad, de que lo saben todo, de todo y además tienen razón.
Como muestra, y por si algo faltaba o había dudas, llegan elecciones a los ayuntamientos y sin más teclas que tocar focalizan la campaña en EH Bildu, oponente político que parece ser les pone muy nerviosos. Su falta de ideas y proyectos les ocupa, su preocupación va, por otro lado, en que este grupo incluya en sus listas a personas, con todos los derechos, como cualquier otro ciudadano, para postularse como candidato en cualquier plebiscito de cualquier democracia. Se podrá compartir o no su compromiso y pasado, pero de ningún modo sus derechos. Uno se pregunta que pueden pensar por otros lares acerca de la necedad y paranoia de ciertos políticos españoles.
Hace pocos días han recibido con todos los honores al presidente de Colombia, señor Petro, cuyo pasado como guerrillero es de sobra conocido, por no mencionar a personajes como Mandela o Pepe Mujica expresidentes de Sudáfrica y Uruguay cuya calidad humana y vocación de servicio a sus ciudadanos debiera serviles de referencia de cómo hacer política, y de cuyo pasado jamás renegaron. ¿Dónde está la anomalía?
Lo de los candidatos y su pasado es lo que menos preocupa a los alumnos aventajados y palmeros varios de Franco, Fraga, Galindo, Martín Villa, etc., de infausto recuerdo para los demócratas en general y para los vascos y gasteiztarrak en particular. Les quita el sueño el enfrentarse a coaliciones de personas trabajadoras y honradas con proyectos de país y de cuidado de las personas, que permanentemente les recuerda el fraude de su transición, a la vez que denuncia sus corruptelas, puertas giratorias, sobres, comisiones, sus peligrosas amistades y su escaso perfil democrático. No soportan que les recuerden que hay otras formas de atender y defender a los ciudadanos.
Añoran épocas y periodos de ilegalizaciones, represión, cárcel, enfrentamientos y violencia, épocas pasadas y todavía en proceso de superación total debido a la presión y oposición de fascistas nostálgicos que lo de reconciliación lo entienden en clave de venganza y humillación
Hay que seguir adelante trabajando en lo que se cree, en favor de la convivencia entre todos, apoyando a los que más han sufrido, y en la mejora de las condiciones de vida para todas en justicia e igualdad. No hay que olvidar para aprender del pasado y no repetir errores, pero como dice un buen amigo, dejando los recuerdos en ese paraíso del que nadie te puede expulsar.