Germán García Marroquín
Miembro de Ongi Etorri Errefuxiatuak

Ongi etorri zapatistak! A quienes nos enseñaron tanto

Reivindican la dignidad indígena que entienden como «un puente que necesita de otro lado al cual tenderse, un otro para mirarlo y ser mirados. Y el uno no es más o mejor que el otro, ni el otro más o mejor que el uno. La dignidad es entonces reconocimiento y respeto.

En los próximos meses nos visitará una delegación zapatista que viene a compartir experiencias y anhelos con «los todos que en todos los mundos lugar para todos quieren».

Desde que el movimiento zapatista se dio a conocer a los ojos del mundo en la rebelión del 1 de enero de 1994, nos ha admirado su capacidad para organizar eventos, marchas, encuentros donde agruparse con otros, así como su imaginación para plantear nuevas formas de lucha con principios renovados. En esta ocasión vuelven a sorprendernos botando al mar «La Montaña» y, embarcados en ese símbolo de su lugar en el mundo, realizar la travesía hacia Europa.

Este escrito se propone reconocer y agradecer algunas de las enseñanzas que nos han ayudado a romper con clichés heredados de siglos anteriores y que nos han abierto puertas a una nueva manera de enfocar y desarrollar la lucha por una sociedad más justa. El movimiento zapatista ha acuñado lemas que resumen en pocas palabras, verdaderos tratados de teoría política. Volvamos la mirada a algunos de ellos.

«Un mundo donde quepan todos los mundos»

Esta frase condensa la posición del movimiento zapatista sobre la democracia como principio aplicable en todos los ámbitos de la acción política: en el espacio interno de las organizaciones, en las relaciones entre organizaciones, y en el modelo de sociedad y gobierno que se propone.

«Y así fue como la guacamaya se agarró color y ahí lo anda paseando, por si a los hombres y mujeres se les olvida que muchos son los colores y los pensamientos, y que el mundo será alegre si todos los colores y todos los pensamientos tienen su lugar».

Se supera el principio de la exclusiva aplicación de la voluntad de la mayoría y pasa a ocupar un lugar destacado la necesidad de incorporar la opinión de la minoría.

«Democracia es que los pensamientos lleguen a un buen acuerdo. No que todos piensen igual, sino que todos los pensamientos o la mayoría de los pensamientos busquen y lleguen a un acuerdo común que sea bueno para la mayoría, sin eliminar a los menos». «Lo que es bueno para los más para todos es bueno. Pero que no se acallen las voces de los menos, sino que sigan en su lugar, esperando que el pensamiento y el corazón se hagan común en lo que es la voluntad de los más y parecer de los menos».

El movimiento zapatista rompe con la concepción vanguardista tradicional en la izquierda y esta ruptura se expresa en su lema «entre todos [y todas] sabemos todo». Dicen de sí mismos que son «apenas uno de tantos rumbos que al mañana conducen». «Hemos aprendido a caminar sin exclusiones, a respetar los distintos niveles y pensamientos, a no imponer nuestras ideas y a no decretar obediencia a la historia, pero sobre todo a reconocer y corregir nuestros yerros... conocer nuestros errores no nos hace más pequeños y hablar de nuestras faltas no ensucia nuestras palabras».

«Esto significa que todos los métodos tienen su lugar, que todos los frentes de lucha son necesarios y que todos los grados de participación son importantes. Se trata pues de una concepción incluyente, antivanguardista y colectiva. El problema de la revolución pasa a convertirse en un problema que atañe a todos los que ven esa revolución como necesaria y posible, y en cuya realización todos son importantes».

«Mandar obedeciendo»

Resumen su posición sobre el poder en dos palabras. Una concepción que ocupa un lugar central en la política zapatista y que hace al movimiento inasimilable por el sistema.

No se trata solo de repartir poder sino que este se subordine a la decisión de la mayoría, esté sometido al control colectivo y repartido «para que no haga daño». «Que la palabra de mando obedezca a la palabra de la mayoría, que el bastón de mando tenga una palabra colectiva y no una sola voluntad».

Su renuncia al poder como vía para lograr el cambio supone también una renovación de la tradición revolucionaria. Apuestan por una transformación basada en la relación de fuerzas entre los movimientos sociales y los gobiernos, sin necesidad de participar en ellos. «pensamos que había que replantear el problema del poder, no repetir la fórmula de que para cambiar al mundo es necesario tomar el poder y ya en el poder, entonces sí, lo vamos a organizar como mejor le conviene al mundo, es decir, como mejor me conviene a mí que estoy en el poder». Consideran que ningún partido tiene todas las respuestas; por ello su idea del poder se sustenta en la tesis de que este no debe ser ejercido por una sola fuerza política, porque ello divide a la gente. «Un gobierno no puede ser homogéneo en cuanto a su respuesta política; tiene que incorporar las disidencias y las minorías».

«Para todos todo, nada para nosotros»

¿No es este un lema hermoso y difícil de imaginar en boca de los partidos políticos que conocemos?
Es el camino del movimiento zapatista para buscar el apoyo de la mayoría necesaria para realizar el cambio en la sociedad.

Ser consecuente con este lema no es fácil. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) demostró serlo en dos ocasiones claves: en 1996 en la negociación de los Acuerdos de San Andrés y en 2001 en la negociación con el Congreso de México de la Ley sobre Derechos y Cultura Indígena.

En la negociación de los Acuerdos de San Andrés el Gobierno ofreció reducir la presión militar a cambio de que el EZLN renunciara a sus demandas nacionales y se conformara con soluciones locales. «Los pueblos zapatistas tuvieron que escoger. Si sólo pensamos en nuestros problemas y buscamos acuerdos que nos beneficien sólo a nosotros, entonces quedaremos como las otras organizaciones que sólo les interesa lo propio y no les importa lo de los demás... Nosotros no podemos renunciar a nuestra lucha nacional para obtener beneficios locales... su liberación [de los indígenas chiapanecos] sólo podrá ser plena y cabal cuando sea junto a todos los hermanos mexicanos que merecen democracia, libertad y justicia».

La aplicación de este principio está directamente relacionada con el método de la negociación política. Al realizar una negociación transparente, la gente participa directamente en la misma y ello facilita avanzar en base a los intereses generales. Zapata ya había dejado advertido sobre esto al neozapatismo: «Yo como no soy político, no entiendo de esos triunfos a medias; de esos triunfos en los que los derrotados son los que ganan».

El movimiento zapatista tiene claro que no es posible lograr más democracia con negociaciones antidemocráticas. Son los medios los que justifican el fin y no al revés. La idea de ser sólo camino es una constante del movimiento zapatista. «No somos quienes ponen precio a la dignidad propia o la ajena, y convierten la lucha en mercado donde la política es quehacer de marchantes que disputan no proyectos sino clientes».

La negociación con el movimiento zapatista plantea una situación nueva a un sistema que creía tenerlo todo controlado. ¿Cómo negociar de manera abierta y transparente con la representación de un movimiento que no aspira al poder? Es esta una situación inédita muy alejada de nuestra cultura política en la que los líderes políticos, en la negociación de los temas más importantes, disfrazan al oscurantismo de discreción.

«Nunca más un México sin nosotros»

El zapatismo concibe la nación mexicana como «el conjunto de los sectores olvidados, excluidos y desposeídos por el neoliberalismo», que son la mayoría de la sociedad y reivindica la inclusión de los pueblos indígenas en la nación reconociendo las características propias en su organización social, cultural y política.

Reivindican la dignidad indígena que entienden como «un puente que necesita de otro lado al cual tenderse, un otro para mirarlo y ser mirados. Y el uno no es más o mejor que el otro, ni el otro más o mejor que el uno. La dignidad es entonces reconocimiento y respeto. Reconocimiento de lo que somos y respeto a eso que somos, sí, pero también reconocimiento de lo que es el otro y respeto a lo que es el otro. El mañana no puede ser si no es para todos. Sólo así podremos construir la casa donde quepamos los todos que somos iguales porque somos distintos».

Ongi Etorri Errefuxiatuak es una pequeña parte de ese «todas que lugar para todos quieren». Espera participar en la acogida a la delegación, compartir la experiencia de la lucha común por superar un sistema que genera, a nivel mundial, injusticia, desigualdad social, exclusión y homogeneidad cultural y poder decirles que para transitar por ese camino los y las zapatistas nos han enseñado mucho.

Bilatu