Patxi azparren
Licenciado en Antropología Social y Cultural

Otra historia de Baskonia

Ya para el Zinemaldia se presentó a bombo y platillo el documental recientemente emitido en ETB, ‘Una historia de Vasconia’. Financiado por EITB y presentado como una «visión crítica» de la historia de Euskal Herria. Puedo imaginar que pensaría Ramón Labayen, gran impulsor de ETB, si hubiera visto el resultado de este documental, pues el del todo incomprensible que el ente público vasco haya dado semejante cobertura a la enésima teoría de la «historiografía colonial».

Alberto Santana, director de este trabajo, extraordinario y apasionado profesor, trabajador incansable, ha producido, sin embargo, un producto de muy escaso rigor histórico, sobre cargado de ideología y presentado como novedoso, cuando en realidad utiliza como únicos métodos de justificación de su teoría, la epigrafía; unos minutos de entrevistas y unos retales arqueológicos. Estos es, técnicas antiguas, sesgadas y del todo inapropiadas como únicos instrumentos para estudiar periodos históricos que precisamente se caracterizan por la necesidad de usar técnicas investigadoras multidisciplinares, no basadas en los textos , al tratarse de un espacio geográfico donde dominaban las expresiones socioculturales ágrafas y en lengua(s) autóctona(s).

A todo investigador o investigadora del pasado le impulsa algún tipo de afecto/desafecto; afección/desafección, ilusión, empeño… Tras ese impulso siempre hay algún tipo de tendencia ideológica. La diferencia está entre quien reconoce la procedencia del impulso investigador y quien la esconde o pretende hacer presentar su trabajo como objetivo y desideologizado. Ese es el gran fallo de emitir desde ETB una hipótesis extravagante con una gran carga ideológica queriéndola hacer pasar por lo que no es.

Barandiaran y Oteiza

Algo pasa a la historiografía colonial con Joxe Migel de Barandiaran y Jorge Oteiza. Profesoras y profesores hispanos y vascos lanzan sus dardos más afilados sobre el etnólogo ataundarra; y los más atrevidos, como Alberto, se animan a mezclar la interpretación estética y poética de Oteiza con estudios antropológicos científicos.

El documental ‘Una Historia de Vasconia’, quiere hacernos creer que la historia oficial sobre Euskal Herria procede de las hipótesis de J.M Barandiaran. En cambio, la realidad es que hay decenas de publicaciones que atribuyen a Barandiaran ser el «inventor de la cultura vasca» y como no el segundo padre tras Arana del abertzalismo. Muy al contrario de lo que sugiere Alberto, la cruda realidad es de que caso toda la financiación pública para docencia, investigación y divulgación está dirigida a seguir investigando según las tendencias clásicas de la historiografía colonial y oficial, en la que Roma y sus herederos son el «sumum» de la civilización y las demás culturas y organizaciones jurídicas sociales y económicas son bárbaras y primitivas.

Por mucho que le pese al autor, el trabajo de Alberto se sitúa en ese mismo campo. De hecho utiliza repetidas veces términos como: civilizados/bárbaros; primitivo/moderno; economía simple/ riqueza…El capítulo en el acariciando los restos del muro de Adriano loa a la cohorte várdula por «defender al imperio frente a los bárbaros pictos», más que situarnos ante una “novedosa teoría crítica” se acerca más a la redacción de un centurión romano en su informe de batalla a su general.

Todos y cada uno de los datos que utiliza Alberto Santana en su documental para empujarnos hacia su teoría de la «vasconización tardia» son debatibles y refutables desde otro tipo de historiografía, que puesto a simplificar y sobreideologizar como hace Santana, la llamaremos historiografía indigenista. Cada dato es más que debatible: desde la ridícula oposición que hace entre el «rebosante Mikeldi» frente al «vacio oteizano del mairubaratza», hasta la presencia de cruces gamadas en la lápida honorífica a su jefe romano de la cohorte várdula, que de forma absolutamente incorrecta, Santa quiere hacernos creer que es la prueba irrefutable de que los várdulos eran de cultura celta.

Pero dejemos al profesor Satana y sus teoría, más cercana a las de los clérigos visigodos huidos de Toledo a Asturias y redactores de la mitología hispana que a una teoría del siglo XXI para fijarnos en la necesidad de analizar esa “otra” historia de Vasconia, la de los pueblos y personas que no aparecen en los libros, la lápidas de nobles, las listas de batallas o de terratenientes usurpadores de las tierras comunales.

Esa otra historia a la que ningún medio público financia, sea vasco, español o francés. La que solo ha sido esbozada por un puñado de voluntarias/os y que aunque EITB nos cuente lo contrario, es la de verdad visión «crítica» frente a la historia oficial de Euskal Herria, escrita por y para los que niegan la existencia de un pueblo diferenciado en el pasado, en el presente y en el futuro.

Las hipótesis esbozadas por Joxe Migel de Barandiaran se han pulido mucho en las últimas décadas, mucho más de lo que Santana quiso cariturizar en su documental.

Para el estudio de las culturas predominantemente ágrafas los métodos etnográficos, antropológicos y la arqueología social son los métodos adecuados. Estas culturas (la inmensa mayoría de las de todo el planeta) se han caracterizado por pensar y hablar en una lengua y escribir en otra, por ello basarse en lo escrito para intentar descifrarlas, es atrofiar en extremo el resultado. De esa atrofia nacen hipótesis tan estrafalarias como la vasconización tardía.

Permitaseme desarrollar algunos de esos datos e hipótesis de esa «otra» historia de Basconia en la segunda parte de este artículo que tendrá sentido pleno con una tercera parte que no trate del pasado, si no del presente y del futuro inmediato.

 

 

Bilatu