Joxe Martín Abaurrea
Concejal de Ciudad Habitable y Vivienda del Ayuntamiento de Pamplona

Pamplona-Iruña, en el camino de la modernidad

Necesitamos ciudades incluyentes, integradas, conectadas y compactas. Debemos asegurarnos de que las ciudades se mantienen como espacios de innovación, cultura y bienestar.

Abrimos el año 2018, año clave en el mandato que el Gobierno municipal del cambio recibió aquel mágico mayo de 2015. Un año en el que vamos a consolidar un cambio de rumbo que miles de personas deseaban para nuestra ciudad. Un nuevo rumbo hacia el futuro tras años de estancamiento gris y anodino de la mano de un provincianismo clientelar de mal gusto.

El cambio urbano contiene grandes desafíos pero también muy buenas oportunidades. Para conseguir que estas últimas triunfen sobre las amenazas, los gobiernos de las ciudades tenemos que adoptar una nueva hoja de ruta, una nueva visión para un bienestar urbano sostenible. Para eso necesitamos ciudades incluyentes, integradas, conectadas y compactas. Debemos asegurarnos de que las ciudades se mantienen como espacios de innovación, cultura y bienestar.

Hacia allí estamos redirigiendo Pamplona-Iruña comprometiéndonos con la justicia social, con un marco de convivencia inclusivo, con una modernización de sus infraestructuras, con una propuesta cultural abierta y con un urbanismo sostenible. Donde las personas van a asumir el protagonismo y la centralidad que el sometimiento a la economía especulativa y a los vehículos privados nos robó en el siglo XX. Queremos seguir la estela de las ciudades innovadoras, solidarias y amables europeas.

Estos grandes objetivos no se consiguen en un plazo corto de tiempo pero ya estamos poniendo bases sólidas para ello a través de: la rehabilitación continua de viviendas (más de 100 para necesidades sociales) y edificios municipales (Salesianas, Redín y Cruzat…) que la grandilocuencia provinciana había dejado languidecer mientras personas y colectivos sociales sufrían los rigores de la exclusión; la apuesta por una economía local sostenible a través de proyectos como Geltoki o mediante cláusulas medioambientales y sociales en los contratos públicos; el compromiso firme contra el cambio climático con proyectos de revitalización para nuestras infraestructuras verdes (Jardín de la Galaxia, Takonera, Trinitarios, Arantzadi) o creando otras nuevas (Parque Sur de la Txantrea), con la puesta en marcha de una comercializadora energética municipal, siendo un ayuntamiento que ya solo consume energía verde (alumbrado y edificios públicos) o construyendo a partir de ahora edificios públicos o residenciales de bajo consumo (espacio comunitario de Mendillorri); la renovación de los Civivox que los ha abierto de par en par a la cogestión y que ya han crecido un 30% su uso ciudadano, además de un proyecto de innovación y creación cultural en la Ciudadela que va a transformarse en el motor de una necesaria revolución cultural que nos pueda situar en espacios de vanguardia; el apoyo a modalidades novedosas y no especulativas de acceso a la vivienda a través del apoyo a cooperativas de vivienda colaborativa (ya hay tres iniciativas en marcha); proyectos donde se combina el acceso a la vivienda con la innovación comprometida y la creación de empresas sociales como el de la calle Mayor 59 en colaboración con la UPNA; con un Plan de Barrios que va a volcarse en igualar las diferentes zonas de la ciudad en niveles de calidad urbana y prestación de servicios con niveles de inversión desconocidos hasta ahora, con especial interés en barrios como la Milagrosa, Etxabakoitz, San Jorge o el Casco Antiguo; o la incorporación de criterios de movilidad sostenible para dar prioridad al peatón, la bici o el transporte público (Pío XII y Ensanche).

Claro que no siempre es un camino fácil ni exento de polémicas, y ejemplo de ello son algunas actuaciones como las que conforman la amabilización del centro. Por eso, este recorrido hay que hacerlo con humildad, abiertos a valorar todas las críticas o las propuestas de mejora y siempre con disposición a escucharlas e incorporarlas cuando se demuestren más adecuadas.  Estamos en ese tiempo, tenemos una hoja de ruta y la estamos cumpliendo. Anunciamos seis meses de evaluación, en ello estamos y que nadie dude que sabemos escuchar.

Dicho esto, no puedo sino acabar en positivo: estamos en la senda de construir un nuevo modelo de ciudad comprometida con el medioambiente, con la protección del medio urbano que nos aporta memoria histórica, que impulsa una economía social y eficiente, con un espacio urbano amable y cualificado y con la igualdad, seguridad y bienestar de las personas que la habitamos como foco central y motor de construcción. En esta aventura, en la senda de la modernidad, está nuestra apuesta de futuro.

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