PNV-PSE: la parodia de la gobernanza
Se conocieron hace tantos años que ya ni se acuerdan. Comenzaron a matrimoniar en Madrid por conveniencia y ahí siguen. Eso sí, salvo alguna escenita de desavenencias puntuales y de que cada uno baila al compás de sus propios intereses en un permanente cambio de cromos (tú te quedas con esto y yo con lo otro), su unión delata que nunca hubo amor verdadero, sino mero interés pecuniario.
PNV y PSE-PSOE estaban y están condenados a entenderse, aunque no se quieran. Es una unión de «debilidades» más que de fortalezas o de bienes en común. Así que ambos tenían que hacer el paripé de un «Acuerdo para avanzar en Bienestar, Progreso, Autogobierno y la Transformación de una Euskadi Global». ¿A que suena bonito?
Pues bien, este matrimonio de conveniencia acapara buena parte de la dote del poder institucional de la CAV: Gobierno Vasco, sociedades públicas, las tres diputaciones y los tres ayuntamientos cabecera de herrialde: Bilbao, Donostia y Vitoria-Gasteiz. Es decir, controlan los dos juntos más del 90% de los presupuestos públicos de la CAV, que es donde está el negocio puro y duro.
Y todo esto lo hacen a partir de nuevas «debilidades». Lo explicamos. En la última cita electoral celebrada el pasado 21 de abril para elegir representantes en el Parlamento Vasco, de un censo de 1.795.213 ciudadanos y ciudadanas, estos dos partidos consiguieron conjuntamente 523. 208 votos (el PNV consiguió 372.456, y la franquicia del PSOE 150.752), es decir, tan solo un 29% del total de personas llamadas a votar. En resumidas cuentas, con un exiguo 29% de los votos se llevaron la mayor parte del pastel nupcial en materia de poder político y económico. Un porcentaje, curiosamente, un poco mayor solamente al que le dio la victoria como presidente de los Estados Unidos a Donald Trump (un 27%) sobre Hillary Clinton en 2016.
Pero una cosa es salir elegido y acaparar poder y otra, bien distinta, es gobernar. Aquí el «estilo PNV», con su adlátere franquiciado del PSE de partenaire, deja mucho que desear. Tomemos como referencia de buenas prácticas de gobierno el Libro Blanco sobre la Gobernanza, que patrocina una institución como la Comisión Europea, nada sospechosa de veleidades izquierdistas.
Este Libro Blanco sobre la Gobernanza habla de cinco principios acumulativos, como son el de Apertura, a fin de «otorgar más importancia a la transparencia y a la comunicación de las decisiones»; el de Participación, en base a «implicar de forma más sistemática a la ciudadanía en la elaboración y aplicación de las políticas»; el de Responsabilidad, «para clarificar el papel de cada uno en el proceso de toma de decisiones para que cada agente concernido asuma la responsabilidad del papel que se le ha atribuido»; el de Eficacia, «para que se tomen las decisiones a la escala y en el momento apropiados, y estas deben producir los resultados buscados» y, por último, el de Coherencia, dado que «las políticas que se llevan a cabo son extremadamente diversas y necesitan un esfuerzo continuo de coherencia».
En este Libro Blanco también se plantean cuestiones como que «las políticas ya no deben decidirse desde arriba. La legitimidad es una cuestión de participación de los ciudadanos»; que «conviene establecer una comunicación más activa con la opinión pública»; que «se debe mejorar la accesibilidad de la información sobre el conjunto de los procesos de codecisión, especialmente en la fase de conciliación»; que «se debe promover el debate público»; y propone también «la participación de las asociaciones de organismos locales en la elaboración de las políticas»; «implicar a la sociedad civil». Pues bien, el actual Gobierno Vasco formado por el PNV-PSE-PSOE no cumple en la práctica real con ninguno de estos principios acumulativos ni con las otras cuestiones aquí referidas.
Lo explicamos con un caso concreto: su propuesta estratégica de montar un nuevo Museo Guggenheim discontinuo (con dos sedes) en Urdaibai. Todo lo hecho hasta ahora en la práctica por estos dos partidos va absolutamente en contra de los principios de Gobernanza y Transparencia que dicen defender.
En primer lugar, el PNV, partido impulsor de este proyecto, obvió su presentación en las instituciones que supuestamente nos representan y comenzó a filtrar informaciones parciales e interesadas del mismo a su vocero mediático preferido (“El Correo”, uno de los patronos del Museo), con el objetivo indisimulado de ir acomodando a la opinión pública, eso sí, dejando claro desde un principio que el Museo se haría, «Sí o Sí», según la diputada general Elixabete Etxanobe. ¡Toma ya principio de Apertura y Participación!
En segundo lugar, y sin haber habilitado ningún proceso de participación ciudadana, el PNV, ejerciendo su poder en la Diputación Foral de Bizkaia, en Juntas Generales, y en algunos municipios de este herrialde (Gernika, Forua y Murueta) prosiguió desarrollando todo un arsenal de modificaciones con nocturnidad y alevosía. Se trataba en palabras de Juan Ignacio Vidarte, de un «desbroce» de obstáculos, referidos a cambios en los Planes Generales de Ordenación Urbana para recalificar el uso de la parcela del Astillero y de esa forma poder encajar el Museo, la reducción de la protección costera de 100 a 20 metros por parte de Costas, en este caso ayudado por el PSOE, el derribo de Dalia en Gernika ya casi consumado, además de otras muchos desbroces de menor calado. ¡Toma ya principios de Responsabilidad, Eficacia y Coherencia!
En tercer lugar, desde que comenzó la filtración a cuentagotas de este proyecto, ni tan siquiera el anterior lehendakari Iñigo Urkullu estuvo informado de los pormenores del plan, hasta el punto de que el pasado 22 de enero de este año reconoció que «no es fácil una postura concreta cuando no conocemos el proyecto ni la gestión», por lo que anunció un «tiempo de reflexión de dos años» para estudiar su «viabilidad». ¡Toma ya coherencia con tu propio partido y con su máximo responsable!
En cuarto lugar, solo el malestar generado en la comarca y la clara oposición ciudadana que se comenzó a articular contra este proyecto hizo que el PNV, mucho tiempo después, tuviera que sacarse de la manga un supuesto Plan Estratégico de reactivación económica para Busturialdea, con el único objetivo de «maquillar» mejor el encaje del Museo, pero siempre en el marco de la imposición inicial del se hará «Sí o Sí». ¡Toma ya Eficacia!
En quinto lugar, y para rizar el rizo, si desde el principio no habían abierto ningún cauce de contraste con formaciones políticas, sindicales, ni sociales ni, menos aún, un mínimo proceso de participación ciudadana efectiva, se inventan una de juguete. ¡Hagamos como que la ofrecemos, Patxi! Dicho y hecho, ¡marchando una de participación! Así que desde la Diputación de Bizkaia se contrata con dinero público a una empresa «amiga» cuyo nombre ya lo dice todo (Orkestra Instituto Vasco de Competitividad) para que haga el paripé de un supuesto proceso consultivo limitado a unos pocos agentes sociales, en el que no se invita, por ejemplo, a sindicatos, por medio de un cuestionario de preguntas cerradas, sin que aparezca para nada ninguna cuestión relativa a su escondido objeto de deseo: el proyecto Guggenheim Urdaibai, pero, curiosamente, «aibalahostia», sorpresa, ¡se invita a la plataforma Guggengeim Urdaibai Stop a que tome parte en él! Eso sí, en su flamante «Acuerdo para avanzar en Bienestar, Progreso, Autogobierno y la Transformación de una Euskadi Global» plantean «desarrollar una gobernanza innovadora vinculada a la transición ecológica que impulse modelos de participación y deliberación avanzados». ¡Todo mera retórica que se contradice con su práctica diaria!
Eso no impide que la cuestión del no respeto que tienen a la participación ciudadana nos la aclare la propia diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe, cuando en una entrevista reciente (“El Correo”, 14-7-24) a la pregunta de que si hubiera un rechazo importante en la zona, se paralizaría el proyecto, contesta: «Es un proyecto de oportunidad y hay que saber explicárselo a la gente». Es decir, diga lo que diga la ciudadanía, todo, incluida su posible participación, es un «mero trámite».
Es difícil superar tanta perversión del concepto de democracia participativa. Pero no solo en esta cuestión en concreto, sino en un sinfín de casos que permanecen encima de la mesa producto de una mentalidad cerrada, vertical y autoritaria de la política. Hablamos de los numerosos proyectos eólicos que quieren también imponer en esta parte de Euskal Herria el tándem PNV-PSOE, de la subfluvial bajo la ría en Getxo, de la Variante de Las Carreras, del proyecto Solaria Zierbena Solar, el edificio del GOe (Gastronomy Open Ecosystem) en el marco del Basque Culinary Center (BCC), del proyecto del Tren de Alta Velocidad (TAV)...
Nos esperan tiempos difíciles a las ciudadanas y ciudadanos de esta parte del país cuarteado de los vascos. O dejamos que decidan por nosotros mientras nos destrozan el territorio todos los días o plantamos cara y exigimos que la democracia no sea solo votar para que dos formaciones, con un exiguo 29% de los votos, impongan sus propios intereses día y noche.