Larraitz Ugarte
Abogada

Policía: ¿Foam electoral?

Erkoreka tiene prisa, está nervioso, quiere que su partido gane las elecciones dentro de un mes y medio y… se ha precipitado en su señalamiento a EH Bildu y ha quedado demasiado burdo y poco creíble

El miedo es una sensación horrible. Te paraliza, te hace sentir indefenso, dejas de ir a algunos lugares o a determinados eventos o en horas concretas. Es una sensación subjetiva y a menudo irracional. Hay toda una estrategia de miedo en la que entusiastamente participan los medios de comunicación,  que aumentan ciertas noticias, que  amplían con su altavoz estadísticas, generalizan hechos muy concretos y que indubitadamente criminalizan orígenes, razas, grupos políticos  o clases sociales. Medios auspiciados por una clase política que de manera totalmente irresponsable y con el objetivo de perpetuarse en el poder insufla como un veneno la sensación de miedo y sirve en bandeja enemigos a los que la ciudadanía debe temer.

Este miedo, irracional como hemos dicho, genera un caldo de cultivo para «el todo vale» para acabar con esa sensación de inseguridad, caldo de cultivo en el que la policía sale gloriosa y la clase política dirigente como la más apta para proteger a la ciudadanía. La misma estrategia de guerra que se utiliza con enemigos externos a menudo inventados pero rebajada a escala local con los internos. Todo sirva para cohesionar a los buenos frente a los malos.

La estrategia de guerra policial frente a la supuesta inseguridad ciudadana que se viene implementando desde el Gobierno Vasco, en especial desde hace unos meses, no obstante, adolece de algunas características claves para el éxito de la misma: una buena planificación in crescendo, uno o varios objetivos a batir y  ayuda entusiasta de los medios de comunicación.

Desde el pasado otoño ya se nos venía advirtiendo de que el Gobierno Vasco estaba ultimando un decreto para que toda la policía local de la CAPV llevara armas. Pues bien, el decreto ha sido aprobado esta misma semana por el Consejo de Gobierno. Con la excusa de homogeneizar a toda la policía local (y con la coletilla del respeto a la autonomía municipal) este decreto obligará en la práctica a la gran mayoría de los agentes locales a portar armas de 9 mm parabellum con autonomía para realizar hasta 13 disparos. En lugar de importar modelos como los de Inglaterra, Gales, Irlanda o Noruega donde muy pocos policías están habilitados para portar y hacer uso de armas, aquí se decide armar hasta los dientes a agentes en pueblos en los que literalmente no existen delitos, y menos que requieran este tipo de actuaciones. ¿Qué puede salir mal? Al tiempo.

La segunda vertiente de la guerra frente a la inseguridad ciudadana está pasando menos desapercibida. Es vox populi desde hace tiempo que la Ertzaintza, o parte de ella está totalmente descontrolada. La historia negra de este cuerpo policial da para una enciclopedia pero últimamente esta sensación se está agudizando.

Actuar en carnavales de Tolosa en calles estrechas repletas de gente divirtiéndose, en partidos de fútbol con una afición de todas las edades y familias completas o en marchas pacíficas conformadas por gente muy transversal en lo político  en recuerdo a unos trabajadores asesinados por otra policía no parece una buena estrategia para neutralizar la desconfianza ante la policía autonómica.

Por lo que las hipótesis son dos, las dos igual de escalofriantes. La primera es que el Gobierno Vasco no controla ni los protocolos ni las decisiones de la Ertzaintza, lo que sería gravísimo. Más aún teniendo en cuenta que el responsable de este cuerpo policíal actúa con una defensa a ultranza de todas y cada una de las actuaciones, bien acusando al reguero de víctimas que van dejando (como en el caso de Xuhar) o bien ocultándolas (como en el partido entre la Real y el PSG).

Que el Sr. Erkoreka pretenda acabar sus últimos meses antes de su jubilación a golpe de balazos de foam es algo difícil de entender. Pero más lo es, y esta es la segunda hipótesis, que todas estas actuaciones violentas producidas por la polícía obedezcan a un plan preestablecido de querer endiñar a la izquierda independentista y a la sigla EH Bildu la responsabilidad de organizar las supuestas algaradas producidas. Las declaraciones de esta semana son demasiado graves e  irresponsables como para dejarlas pasar.



Sin embargo, Erkoreka ha cometido una torpeza política de primer orden. Una buena estrategia de guerra requiere, como he dicho, de una buena planificación, que la ciudadanía vaya concluyendo por sus propios criterios quién puede estar detrás de todos estos hechos. Pero Erkoreka tiene prisa, está nervioso, quiere que su partido gane las elecciones dentro de un mes y medio y… se ha precipitado en su señalamiento a EH Bildu y ha quedado demasiado burdo y poco creíble.

Porque ni la gente que estaba en Tolosa cerca de una pelea de bar en plena intoxicación etílica, ni las familias que estaban con sus hijos viendo ilusionados la llegada del autobús del su equipo se van a creer que la situación tenga nada que ver con grupos de alborotadores organizados por EH Bildu…

Nadie en este país cree que a EH Bildu le benefician estos hechos. Por tanto, la pregunta que toda persona debe hacerse es quién cree que puede sacar rédito político  de los mismos.

La policía debe parar ya en su actitud y es responsabilidad del Departamento de Interior ordenar que lo haga, depurar responsabilidades por los hechos acaecidos y dar cuenta de manera transparente del resultado de las investigaciones internas. Es urgente y necesario, con contundencia y sin cálculos electorales.

Paralelamente, la ciudadanía se merece un debate sobre el modelo policial para transitar a una policía que a la par que garantiza la seguridad cumpla con estándares democráticos, porque una sociedad que teme a sus cuerpos policiales no es una sociedad sana. De eso trata la seguridad, de que nos sintamos protegidas y no atemorizadas de aquellos que nos tienen que proteger.

Bilatu