Xabier Bengoechea

¿Políticos por y para el pueblo?

En estos tiempos en los que hasta los sidrerías de nuestro entorno dependen de las chuletas importadas, y nuestros niños en los colegios comen manzanas de Polonia, los pequeños productores seguiremos dando un valor añadido a nuestros productos.

Estos últimos seis meses he asistido perplejo a cómo las autoridades han procedido al cierre del Matadero de Llodio. Pero antes de nada me gustaría citar y recordar unas palabras que hayá por 2012 Gustavo Duch pronunció en un articulo tras el cierre del matadero de Durango (Erralde). ¿Para quién gobiernan los políticos?

En un momento en el que las pequeñas explotaciones agrícolas se encuentran ahogadas por las grandes industrias alimentarias, ¿cuál es la esperanza que les queda? ¿Por qué nuestros políticos apuestan por no ayudarles?. En un momento en el que la rentabilidad del mundo ganadero se pone en entredicho y el revuelo creado por las macrogranjas sigue efervescente, nuestros  políticos felicitan a la gran cooperativa vasca que opera en el sector cárnico, por sus grandes beneficios. Beneficios obtenidos a costa de que? De aglutinar a los grandes productores y jugar con los precios de compra?

En estos últimos meses hemos vivido una campaña estratégica de desprestigio hacia la gestión del matadero de Llodio. Primero aludiendo a unos vertidos  inexistentes al río Nervión, tal y como pudo comprobar URA, y posteriormente citando una mala gestión del servicio. Y yo me pregunto a mí mismo, ¿no es una enorme casualidad que haya por el 2012 el matadero Erralde de Durango sufriera una campaña muy similar? Aquel que era el último matadero en Bizkaia, el cual favorecía que unas trescientas carnicerías del territorio dispusieran de carne local kilómetro 0, producto sostenible real cercano y de calidad. No ese termino que vemos promocionar últimamente en Euskal Telebista, que para nada se ajusta a lo que dice ser.

¿Pero quien se pregunta si detrás de ese anuncio realmente existe un producto kilometro 0? ¿Qué tipo de productores engloba la cooperativa que gestiona esa marca? ¿Por qué desde el Gobierno Vasco se promociona esa marca? ¿Qué intereses existen detrás de todo eso? Las respuestas a esas preguntas pueden dejarnos perplejos.

Como bien lo dice una canción del grupo Kupela, hoy en día los pequeños productores ven como cada vez les resulta más difícil satisfacer sus propias necesidades y las de su entorno mas cercano. Su supervivencia hoy mas que nunca está en peligro, ¿pero a quien le importa?. En Eroski siempre tendremos esa bandejita que buscamos, y que más da si al ganadero le pagan en un plazo de 90 o 180 dias. O que mas da si la carne viene de Belgica, Polonia o Paises Bajos. Mientras tanto, el pequeño ganadero de Artomaña observara perplejo como nuestros mandatarios se jactan en diversos actos de los beneficios que cierta cooperativa genera a costa de pisar al pequeño productor. Cooperativa que en su antigua denominación (Gurokela para ser mas exactos), no fue capaz de gestionar el mayor matadero de la zona norte, ni de las perdidas que en su día generó. Iniciativa del Gobierno Vasco de centralizar toda la gestión de la carne vasca.

Todo eso ya es historia, y a día de hoy vivimos un proceso de desprestigio e imposición de dificultades a los pequeños ganaderos. Que ven la supervivencia de su ganado como algo simbólico. Ya que a día de hoy tener cincuenta ovejas en un caserío no reporta beneficio alguno, sino que debemos tener trescientas, cuatrocientas o quinientas y estar asociados a cierta cooperativa para poder cumplir con los estándares en materia higiénico sanitaria a la hora de poner en el mercado nuestro producto. Eso o estar a expensas del precio que quieran pagarnos los intermediarios. ¿Ese es el modelo ganadería que ha existido en nuestra tierra?

Dicho esto, en estos tiempos en los que hasta los sidrerías de nuestro entorno dependen de las chuletas importadas, y nuestros niños en los colegios comen manzanas de Polonia, los pequeños productores seguiremos dando un valor añadido a nuestros productos. Con la cercanía que genera saber que la trazabilidad del producto que consumes es la más coherente con el entorno donde vives. Y que el pastor del barrio donde vives, ese que sale a pastorear día si y día también con su pequeño rebaño al monte, tiene la posibilidad de obtener un precio justo por su producto y ver recompensada la labor tan beneficiosa que reporta a nuestro medio ambiente.

Bilatu