José Lázaro Ibáñez Compains
Secretario general del Partido Carlista-EKA de Navarra

Por la regeneración política

La lucha por el cambio tiene muchos frentes que exigen firmeza y sacrificio. Es fundamental resistir los ataques del Estado contra la Educación, la Sanidad, la Dependencia, los Derechos adquiridos; esta debe ser nuestra hoja de ruta.

Otro mundo, otra sociedad, es posible, si lo trabajamos.

Ante la situación en la que se encuentran miles de personas en esta sociedad tan deshumanizada, materialista e insolidaria, la primera reacción de cualquier persona normal es la de lamentarse.

En esta crisis económica, política, y de valores, tan profunda, la pregunta que nos hacemos es: ¿Por qué? ¿Qué explicación puede tener que las diferencias vayan aumentando y veamos tan oscuro el futuro cuando hoy en día tenemos más medios que nunca tanto económicos como tecnológicos, culturales, y de nivel de vida?

¿Acaso predomina en nosotros el sentimiento egoísta de «sálvese el que pueda», «no es mi problema»? ¿Miramos para otro lado, tranquilizamos nuestra conciencia con una limosna, o aportando algo de dinero a una ONG?

Pues no, amigos, si vemos que un cambio es necesario, habrá que empezar por cambiar la actitud personal que ayude al cambio de las estructuras, de la cultura, de la clase política, de las relaciones humanas para no ir al precipicio, hacia una sociedad sin valores.

Hemos de esforzarnos por conocer la realidad que estamos viviendo, las causas profundas de esta situación injusta y que nos son ocultadas en esta sociedad que llaman de la información y de las altas tecnologías.

Hay paro y hay pobreza porque hay empobrecedores, porque la minoría más rica es beligerante y no hay una respuesta adecuada por parte de sus víctimas, que somos nosotros, la inmensa mayoría, y no podemos mirar para otro lado como si no fuera con nosotros.

No podemos desconocer que estamos dentro de un sistema global y que nadie se escapa a su dominación; no podemos dejarnos contagiar de sus valores y convertirnos en cómplices del mismo aspirando a una vida acomodada en esta Europa de los mercaderes que no es la nuestra; debemos cambiar el rumbo hacia la Europa de los pueblos, de las personas, nuestra Europa. Para ello es fundamental organizarse y creer que otro mundo es posible porque es necesario; es fundamental profundizar en la democracia y participar en la vida política a través de los partidos políticos, sindicatos, ONGs y otros agentes sociales, potenciando la iniciativa ciudadana para promover iniciativas legislativas populares, por ejemplo, y para controlar la acción de los Gobiernos; si no lo hacemos así, las dictaduras y el fascismo lo tienen más fácil.

Democracia no es sólo votar cada 4 años e irse cada uno a su casa: no, eso es un aborto de democracia y dejar el camino libre a los «gobiernos para el pueblo, pero sin el pueblo». Con lamentaciones no vamos a ninguna parte; hay que luchar contra viento y marea para no ser cómplices de la injusticia estructural.

No debemos cerrar los ojos ante tanta corrupción e injusticia generalizadas.

La lucha por el cambio tiene muchos frentes que exigen firmeza y sacrificio. Es fundamental resistir los ataques del Estado contra la Educación, la Sanidad, la Dependencia, los Derechos adquiridos; esta debe ser nuestra hoja de ruta.

¡Ni un paso atrás contra el terrorismo de la patronal y de las multinacionales!
Otra economía es posible, basada en el reparto del trabajo, en el compartir los hombres y mujeres todas las tareas en igualdad de condiciones, reivindicando el cooperativismo, asegurando una renta básica, con un máximo y un mínimo, a nivel de empresa, de Estado y de Europa, consumiendo productos de nuestra zona vital, apoyando la agricultura ecológica dentro de una austeridad de vida compartida, no buscando el enriquecimiento particular sino el suficiente para cubrir las verdaderas necesidades básicas de la población, con el máximo respeto a la naturaleza, fomentando las energías limpias y renovables.

A este desarrollo humano posible ayudará un sistema de impuestos directos progresivos que asegure que las cargas se repartan equitativamente entre todos los ciudadanos de acuerdo con su nivel de renta y patrimonio, y persiguiendo el fraude fiscal, confiscando los bienes al defraudador y dejándole con el salario mínimo para que conozca de cerca la necesidad.

Es una apuesta por una vida de equilibrio entre el trabajo y el ocio, por la promoción del arte y de la cultura, por la consideración del espacio público como lugar de encuentro y de convivencia ciudadana, así como el cuidado y defensa de la naturaleza, algo fundamental y de todos. Una concepción de la vida como un don para vivir y compartir, con mayor solidaridad entre las diferentes personas y los Pueblos, y capaz de transformar la sociedad (¿espiritualidad?).

Es cuestión de creérselo, de empujar para abrir brecha hacia la utopía, mediante el compromiso personal y grupal; se hace camino al andar, sin perder la esperanza, hacia una sociedad más justa y más libre que cambie el sistema injusto actual. Como decía la letra del «Canto a la libertad» de Labordeta en aquella mañana gris del 9 de mayo de 1976 en Irache: «Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad». Es posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver, pero habrá que empujar el carro para que más pronto que tarde sea una realidad y nuestros hijos y nietos la puedan disfrutar.

¡Basta ya!

¡Por la regeneración democrática!

¡Por el respeto a las minorías como motores del cambio!

¡Por una convivencia mas humana y solidaria!

¡Otra sociedad es posible y necesaria!

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