Predicar en el desierto
Historia actual, oculta, ignorada, además de criminal: “Guerra en el Congo (RDC), puro capitalismo", Rosa Moro. Revista Africana, junio 2025. Pág.: 14-16.
El M23, una organización paramilitar del régimen ruandés, tomó control de Goma capital de Kivu Norte, llegando a Bukavu, capital de Kivu Sur. En el trayecto unas 7.000 personas fueron asesinadas, además de violaciones masivas a mujeres, niñas y niños, torturas indescriptibles de familias, masacres indiscriminadas, enterramientos de personas vivas, saqueos y destrucción, provocando unos 7 millones de personas desplazadas que se agolpan en campos ya masificados, entre ellas menores no acompañadas..., se calcula que 28 millones de personas están afectadas del hambre aguda, muertes por desnutrición, falta de medicamentos e higiene. Y más. Lo mencionado sirva de telón de fondo.
Decorados:
El Congo es un polvorín de riqueza donde abunda el cobalto, cobre, coltán, oro, plata, diamantes, casiterita, uranio, tierras raras, estaño, tantalio, wolframio, depósitos de petróleo, de gas, tierras fértiles. Una selva amazónica. Y más.
Directores de la obra:
Grandes potencias occidentales, principalmente EEUU y Gran Bretaña, junto a la Unión Europea e Israel.
Actores Principales:
Ruanda y Uganda, delegados y mercenarios, armados y entrenados por los directores, quienes los financian, además de tomar las medidas necesarias para que el material de ese decorado, sin dificultad alguna, salga hacia mercados occidentales.
Extras: los soldados que matan, arrasan, violan...
El tema de la obra:
El ataque de enero 2025; de resultas, el 13 de marzo, la empresa norteamericana Alphamin Resources Corp, sita en Walikale tuvo que cerrar dada la inseguridad, lo que supuso que el estaño subiera en un 30%, visto lo cual, Trump, envío a dos de sus mejores asesores en asuntos africanos, consiguiendo que la calma volviera a la localidad y la empresa americana reabriera sus puertas, haciendo que el precio del estaño bajara considerablemente.
Dentro de la Unión Europea se consideró la imposición de sanciones a Ruanda, pero dado que sus soldados protegen empresas francesas, se tuvo que pasar página. La escritora menciona que «el pago es a cargo del dinero público, es decir, bajo la guisa de ´misiones por la paz´, pura inteligencia natural por malvada que sea.
Los mencionados asesores, ya en Washington, en una rueda de prensa el 17 de abril, se explayaron: «ambos se mostraron orgullosos de sus logros [...] promover la paz duradera en todo el Kivu y fomentar, además de proteger, la inversión del sector privado norteamericano».
Baile de fechas: Su viaje, del 2 al 9 de abril, pasó por las capitales de Congo, Ruanda, Uganda y Kenia. A finales de enero del 2025, el M23 toma Goma y Bukavu el 16 de febrero. El 13 de marzo se cierra la compañía norteamericana. El 17 de abril se celebra la rueda de prensa en Washington, para entonces se abrió la empresa norteamericana. El 23 de abril tiene lugar la reunión en Qatar, nación con muchos intereses económicos en Congo. Hay una firma entre «ambas partes, reafirmando su compromiso con el cese del fuego inmediato», reafirman algo ya afirmado anteriormente, posiblemente reafirmado antes.
A todos los participantes interesa la seguridad de la zona. ¿Quiénes constituyen las ambas partes? Se sabe que Tshisekedi y Kagame, presidentes de Congo y de Ruanda, estaban presentes. Rosa Moro acaba su escrito: «Todo no es más que puro capitalismo».
¿Informan? ¿Desinforman? ¿Ignoran a los lectores?
En el mismo Boletín, pág. 32: «Llamamiento de los jóvenes de Bukavu a las grandes potencias. Vosotros que tenéis el poder de provocar la guerra, por favor, dejad de alimentarla en nuestro país». Demanda firmada por 40 jóvenes, dirigida a la Agencia Fides, después de la conquista de la ciudad, el 16 de febrero, por los rebeldes del M23.
Según denuncian los jóvenes: el objetivo de esa guerra es «el control de los recursos minerales del país, exportados luego a través de Ruanda a las grandes industrias tecnológicas». Los 40 a la vez proclaman: «Para alcanzar la paz necesitamos amor, perdón, diálogo, comprensión, reconciliación», «jerga» ajena a los ideales de la Unión Europea y aliados.
Aún se oye el grito del papa Francisco: «África no es una mina a explotar ni una tierra para saquear».
La respuesta de Occidente:
La Unión Europea, contraria a sus principios, va a crear su propio ejército. ¡Tantos miles de personas de talla insuperable; tantos millones de euros en juego, en este caso sucio, y no da para más! Incapaces de ofrecer una alternativa. A esta decisión hubiera podido llegar cualquier tonto, con todo el respeto a él, con ese dinero en la mano. Más muertes, miseria, horror, destrozos en países productores de riqueza prima; más riqueza en Occidente, generada por el expolio de la riqueza original. Las armas se venden, crean puestos de trabajo. Y el pago, siempre, va a depender de los impuestos de la población destrozada, empobrecida por esas armas.
Todo menos promover la industria in situ, allí donde surge la materia prima. Los dos enviados de Trump se felicitaban por haber conseguido «fomentar y proteger la inversión del sector privado norteamericano», blasfemando, al mismo tiempo, al comunicar haber conseguido la paz duradera en todo Kivu. Además de no ser verdad que consiguieran establecer la paz en la zona, eso fue algo que ni siquiera les preocupó mínimamente. En el Congo todo se produce a precios mínimos, comenzando con el estaño, como en este caso, y, con sueldos paralelos. Los aranceles aduaneros, si es que los hay, siempre, siempre, juegan a favor de Occidente.
La política de Occidente ante la migración raya la necedad, por no hablar de mala voluntad. Interesa que los africanos continúen siendo pobres; que no se beneficien de lo que la Naturaleza les ofrece. También Trump lo tiene claro.
Si la Unión Europea empleara un tercio de lo que va a gastar en crear su ejército e ir manteniéndolo, al igual que emplear parte del dinero usado en proteger sus fronteras de los indocumentados, si lo empleara en crear industrias en diferentes pueblos africanos, cuyos beneficios se invirtieran en crear más industria, en mejorar la condición de vida de la población, pocos jóvenes se expondrían a cruzar desiertos y mares.
Si algún día los políticos y economistas africanos organizan un comercio africano con un mercado africano, la migración se volcaría hacia África. Durante los años 60 África se liberó de los colonizadores. Hoy África aún tiene que liberarse de muchos de sus políticos que, sin escrúpulos, se dejan corromper por sus colegas occidentales y otros. Se formaron bajo el criterio y principios de los colonizadores, que al salir de África, dejaron atrás países con policías y ejércitos. Apenas habría 3 universidades en el África subsahariana. Y comenzó el neocolonialismo.
Según la prensa, España se halla avasallada por cruceros, mochileros y pateras. Los dos grupos primeros, a pesar de los problemas que van creando, no encuentran problema fronterizo alguno. Muchos, la mayoría, los que llegan en pateras han tenido que pagar sus viajes mucho más caros que sus «homólogos». Cada uno con su propia historia de sufrimiento, miedo, horror, movidos por la familia que han dejado atrás. Una vez embarcados en la patera, es cuando les queda el trayecto más corto, que es, a la vez, el más difícil a superar, y no solo por las inclemencias climatológicas.
Para entonces, el coltán, litio, potasio, oro, cobre, plata, diamantes, uranio, tantalio, cobalto, estaño, casiterita, wolframio..., están ya produciendo armas, creando riqueza tanto en España como en el resto de Europa. El crimen sobre la conciencia occidental, es que, beneficiándose de ese expolio, aún se persigue a muerte a los migrantes, cuando solo buscan seguridad para recoger aceitunas, frutas, venta callejera y ayudar a sus familias en casa. Dada esta negación, a más de uno solo le queda lo que le ofrece la mafia de las dogas, organizarse en guetos... Los mismos que, durante el viaje, a pesar de todos los problemas, les han ayudado a llegar «a puerto seguro».
Por inhumanas, horrorosas que sean las dificultades que se les impongan, no dejarán de inmigrar. Su mensaje sigue siendo claro: en este momento, cientos de ellos cruzan desiertos a pie y mares en condiciones precarias... A su modo, saben que el trabajo, la riqueza están aquí y no en sus países. Una vez más: si se les apoyara a crear su propia industria –no como la norteamericana arriba mencionada-, sino la que les cree trabajo y sueldos decentes, no harían falta concertinas, ni murallas humanas de policías con perros en las costas.
Pero entonces, a muchos de los políticos occidentales, de los llamados ultras y no tan ultras, les faltaría una piedra angular en su edificio político: en sus campañas no podrían exacerbarse esputando su rechazo frontal, visceral de estos que vienen, abusando de nuestra democracia, o de lo que sea, a robarnos nuestro trabajo. Como necesitan esos votos, tienen necesidad de la inmigración. Vergonzosamente, se aprovechan de ellos. ¿Será que los honrados líderes ultras y otros ignoran este desarreglo económico y cargan contra estos lobos que vienen disfrazados de coderos?
Un filósofo decía:«Todos somos iguales al nacer; después ya no». De hecho, a las personas de los cruceros y a las de las pateras no se las acoge de igual manera. Se nos impone el que la Soberanía Nacional, la del pasaporte está por encima de la soberanía cósmica, la que nos dignifica. La primera es la que divide, destroza: el otro es nuestro enemigo.
Cuando veamos, especialmente, subsaharianos por nuestras calles y huertos, Respetémosles. Son nuestros proveedores.