Txus Pérez Artuch

Preguntas, cuestiones e incógnitas

¿Cuánto durará? ¿Cómo saldremos? ¿Los niños y las personas mayores solas van a tener que estar encerrados en casa hasta que pase del todo? ¿Aguantaré física y psíquicamente todo esto? ¿Y mi entorno más querido?, ¿Se nos dice toda la verdad? ¿Qué hay detrás del virus? ¿Cuánta gente se quedará en la calle?

Puede sonar a frase hecha, reiterada estos largos días: ¿Cómo lo llevan? De veras.

Las compañías telefónicas y energéticas, bastante confortadas con el imprevisto, supongo. Prender la tele se ha podido convertir en un conducto incesante de datos alarmantes, despiadados, desconocidos, inciertos, competitivos que nos gotean de manera permanente. Ahí está la opción de apagarla. También habrá posibilidades interesantes para evadirse de este monotema histórico. Las hay.

¿Y si preguntamos a los políticos como les va? No me voy a meter en charcos de barro. Sé que no me gustaría estar en el pellejo de quien debe plantearse cada minuto del día cómo sacar adelante algo tan desconocido y extraño como esto. Más allá de los muchos errores que se puedan estar cometiendo, información opaca, competición con Italia para comprobar quién gestiona menos mal y quién gana en la carrera de menos-muertes-al-día, que decenas de centros sanitarios carezcan de medios para preservar la seguridad del personal sanitario y estén absolutamente desbordados, etc, etc. Mucho más cerca de todo eso, creo que con toda la dificultad que acarrea, es hora de dar propuestas firmes, claras, positivas, más que de apalear al perro que está en el suelo, que para eso siempre tenemos la vara a punto. Con esto no pretendo sacar la cara a ningún partido, ni político. Toca demostrar humildad, capacidad de gestión, coordinación, trabajo y eficacia.

Aunque a lo que más doy vuelta estos días es a preguntas varias que se me abalanzan a la mente, muchas de ellas incógnitas. ¿Cuánto durará? ¿Cómo saldremos? ¿Los niños y las personas mayores solas van a tener que estar encerrados en casa hasta que pase del todo? ¿Aguantaré física y psíquicamente todo esto? ¿Y mi entorno más querido?, ¿Se nos dice toda la verdad? ¿Qué hay detrás del virus? ¿Cuánta gente se quedará en la calle? ¿Qué vendrá? ¿Volveremos a repetir los mismos errores cuando levantemos la persiana?

¿Y para conmigo? Las horas me cunden. Una situación así la tomo como un tiempo para poner el marcador a cero y hacer una limpieza a muchos niveles para empezar con una actitud renovada ante lo que venga. Yo me cuestiono: ¿quiero seguir currando donde curro? ¿Qué tipo de vida he llevado hasta ahora? ¿Necesito-quiero algún cambio? Y, a veces, me da miedo enfrentarme a que me doy cuenta de que, de ahora en adelante, esto es lo qué quiero y no quiero...

¿Demasiado hippie y autoayuda? O-por-tu-ni-dad.

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