Cecilio Rodrigo

Prevaleció el criterio del cura, por eso me llamo Baldomero

«¿Qué te ha dicho el cura?».

«En casa te cuento. Es de los nuestros».

Mis padres intuían que el párroco no iba a aceptar el nombre de Vladímir, y aún menos, el de «Lenin». Caminando conmigo en brazos, de vuelta desde la iglesia hasta casa, cruzaron mis padres la plaza por segunda vez.

«¿Qué te ha dicho? ¡Cuéntamelo!».

«Que ya tiene un nombre, que está bautizado, que ya no irá de cabeza al limbo de los justos».

«¿Qué más?».

«Que no cree que exista eso del limbo, que no se lo digamos a nadie, que es un secreto que debemos guardar los dos, que se fía de nosotros, que Baldomero es lo mismo que Vladímir, pero en español, no en ruso».

El limbo de los justos existió, pero cejó de existir. Ahora ya, ¡Gracias a Dios!, ya no existe más, pero existió durante muchos siglos.

Hace unos cuantos años, leí en «El País», una noticia. La guardé. Cuando la leí mis padres ya habían fallecido. ¡Lástima! No pude saber quién de los dos se hubiera, habría o hubiese reído más.

He aquí la noticia del 2007:

«La Iglesia cierra el limbo, pero abre el paraíso para salvar a los niños muertos no bautizados

EFE

Roma − 21 ABR 2007 − 00: 00 CEST

La Iglesia católica ha eliminado el limbo, el lugar donde la tradición colocaba a los niños que morían sin recibir el bautismo, al considerar que refleja una «visión excesivamente restrictiva de la salvación». Así se afirma en un documento publicado ayer por la Comisión Teológica Internacional, que depende de la Congregación para la Doctrina de la Fe al asegurar que existen «serias razones teológicas para creer que los niños no bautizados que mueren se salvarán y disfrutarán de la visión de Dios».

La publicación del documento ha sido autorizada por el papa Benedicto XVI. El limbo nunca fue considerado un dogma de la Iglesia y no está mencionado en el Catecismo. En 1984 cuando el actual Papa ejercía de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ya afirmó que el limbo era solo una «hipótesis teológica» y que lo mejor sería no tenerlo en cuenta.

Un miembro de la comisión, que precisó que la Iglesia sigue considerando el bautismo como el camino para la salvación, pero, en estos casos, la misericordia de Dios es más grande que el pecado. La misma fuente agregó que los muchos factores analizados ofrecen la suficiente base teológica y litúrgica para creer que los niños que mueren sin bautizar «se salvarán y gozarán de la visión beatífica».

Problema pastoral urgente

El documento se titula La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados y, según la Comisión, el limbo representaba un «problema pastoral urgente», ya que cada vez son más los niños nacidos de padres no católicos y que no son bautizados y también «otros que no nacieron al ser víctimas de abortos». La Comisión Teológica Internacional señala además que «es cada vez más difícil aceptar que Dios sea justo y misericordioso y a la vez excluya a niños que no tienen pecados personales de la felicidad eterna».

El documento destaca que ni en la Sagrada Escritura ni en la tradición hay una «respuesta explícita» a este problema. El texto recuerda que en el siglo V San Agustín decía que los niños muertos sin bautizar iban al infierno y, a partir del siglo XIII, comenzó a hablarse del limbo como «ese lugar donde los niños no bautizados estarían privados de la visión de Dios, pero no sufrirían, ya que no lo conocían».

La Comisión Teológica Internacional precisó en el texto, según CNS, que durante siglos los papas procuraron no definir el limbo como tema doctrinal y dejaron el tema «abierto». Tras estimar que los niños no ponen ningún impedimento personal en el camino de la gracia, los expertos vaticanos afirmaron que Dios «puede dar la gracia del bautismo sin que sea oficiado el sacramento y ello es tenido en cuenta cuando no es posible el bautismo».

La Comisión Teológica Internacional comenzó a estudiar el limbo en el año 2004, cuando era prefecto de la Congregación para Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), el actual pontífice».

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