José María Pérez Bustero

Primavera vasca y tareas pendientes

La época de primavera nos pone delante las tareas que en dicha época se hacen en las zonas rurales: arado de los campos, trabajos herbicidas, fertilización de las tierras, siembras… Con el riesgo de sufrir tormentas de todo tipo. Desde granizadas hasta inundaciones.

Esa situación hace recordar que el proceso y actualidad del País Vasco también lleva dentro una larga tarea de arado y siembra, y también de tormentas que han tenido lugar en nuestro campo sociopolítico y cultural. Y que son entraña de la situación actual pues se han dado una y otra vez en épocas modernas.

Entre ellas cabe citar la represión llevada a cabo en Iparralde por parte del Gobierno de la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII y principios del siguiente, que deportó a las Landas a miles de gentes vascas. En el sur, tenemos la represión de las gentes que defendían sus fueros y que llevaron a la llamada guerra carlista de 1839-1940, en defensa de los bienes comunales frente a la voluntad de apropiación de los gobernantes centrales. Ya iniciado el siglo XX sucedió la propuesta del nacionalismo vasco basándose en la singularidad de la etnia vascongada que suscitó el recelo y agresión de los gobiernos centrales. Y en la segunda mitad de ese siglo XX llegamos a la represión ejercida por el Gobierno franquista y sus herederos frente a organizaciones vascas que demandan la autogestión vasca.

A día de hoy, ¿qué tareas tienen las gentes vascas dentro de un clima aparentemente más sosegado? Cabe citar tres de gran importancia.

La primera tarea consiste en conocer a fondo las tierras vascas. Y comprobar un hecho sustancial: su diversidad. Son siete tierras que van desde el Cantábrico hasta el Ebro, y hasta el río Adour en el norte. Y en ese espacio están las zonas de las costas, las de montaña, los valles, las llanadas, las cuencas, la Ribera, la Rioja.

Nos tropezaremos asimismo con la densidad forestal, con las tierras dedicadas a la producción de cereales y de patatas, con las viñas, los árboles frutales, los regadíos, los rebaños de ovejas, de cabras, de vacunos. Además de los talleres, fábricas, manufacturas de todo tipo… que viven de esas tareas.

Observaremos la la diversa multitud de poblaciones. Desde las ciudades con sus barrios, hasta los municipios relativamente aislados, e incluso aldeas que en parte se han ido vaciando. Y, asimismo, divisaremos a las gentes que han ido llegando a las tierras vascas. Puede afirmarse que la mitad de los vascos son-somos venidos de fuera o hijos de venidos de fuera. Incluso tenemos personas que pertenecen a razas distintas.

Teniendo en cuenta esa diversidad, hay otra tarea que debemos realizar: buscar una cohesión interna entre las siete tierras vascas. O sea, entre Euskadi, Navarra, Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa. La querencia de esa cohesión hará captar la necesidad de enlazarlas en una dinámica conjunta. A diferentes niveles. No envolvernos en la palabra independencia de España sino buscar una profunda cohesión en casa.

Seguidamente, nos tropezaremos con la tercera tarea que tenemos pendiente: buscar una relación más clara y eficaz con las otras zonas peninsulares.

Partiendo de que no son enemigas sino vecinas. Será sencillo imaginar una relación de amistad con zonas como Cataluña, por su actitud parecida a la vasca, o con Galicia que, además, ha tenido gentes asentadas entre nosotros (a Trintxerpe se le llamaba la quinta provincia gallega). O con la Rioja con sus tierras que se mezclan con las nuestras: ahí tenemos la llamada Rioja Alavesa. Pero asimismo hemos de conocer y valorar que el resto de tierras peninsulares también tienen una herencia y vocación de autoafirmación, y hasta de rebelión contra los gobiernos centralizadoras. Será una labor que. además, nos hará rectificar la expresión «independencia de España».

Precisamente hay una labor que completa las tareas citadas: exigir al gobierno central que no se imagine ni funcione como mandamás del aparato legislativo, judicial y penal. Que no funcione como heredero de los Reyes Católicos, de los Austrias, de los Borbones, de los dictadores siguientes. La tarea de gran importancia que podría asumir es ejercer de coordinador.

Esa triple tarea de las tierras hispanas, y la mutación del actual gobierno central en un ordenador supondría un panorama mucho más eficaz que el actual. Y que abriría la puerta a los procesos que podrían surgir en una y otra zona. Dándoles posibilidad de ser ellas mismas, no gentes bajo la servidumbre de un gobierno ajeno a sus características y apetencias.

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