Arkaitz Rodriguez
Secretario general de Sortu

Primero la gente

De la misma manera que era preferible aplazar las elecciones de la CAV que arriesgarse a un aumento de los contagios como consecuencia de las mismas, es preferible confinar a toda la población en su casa y asumir el coste económico de dicha decisión que arriesgarse a colapsar los servicios sanitarios y tener que elegir a quién curar y a quién no, quién va a vivir y quién no.

La primera condición para enfrentar con éxito un problema es adquirir consciencia de su naturaleza y dimensión. Pues bien, nos enfrentamos a una crisis sanitaria de proporciones desconocidas que está acentuando la crisis de cuidados inherente al sistema capitalista heteropatriarcal, y derivando en una nueva crisis económico-financiera y social que va a agravar las condiciones de trabajo y de vida de los sectores trabajadores y populares, a menos que impidamos que el peso de la misma vuelva a recaer sobre sus espaldas.

Hecho el diagnóstico, toca fijar la terapia. Y en este punto, los propios datos de propagación del virus, así como su comparativa con los de China, único país que hasta la fecha a conseguido doblegarlo, indican que las medidas adoptadas hasta el momento tanto por los gobiernos de Gasteiz e Iruñea como por los de Madrid y París son claramente insuficientes. Vamos tarde y mal. De nada sirve limitar la movilidad de las personas si a la vez se manda a la gente al trabajo o se establecen tantas excepciones que desvirtúan absolutamente la medida. En nuestra opinión, tal y como ya ha puesto encima de la mesa EH Bildu, se ha de decretar el confinamiento total de la población, incluidos todos los trabajadores salvo los de los sectores de alimentación, asistencia sanitaria y servicios esenciales. Y junto a ello, se han de cerrar puertos, aeropuertos, ferrocarriles y fronteras. Y hay que hacerlo ya, sin más dilación, porque la diferencia entre actuar a tiempo y no hacerlo puede terminar contándose en centenares de muertos.

Lo decíamos la semana pasada: ni las elecciones ni el capital; la prioridad absoluta ha de ser la salud y la vida de la gente. Así, de la misma manera que era preferible aplazar las elecciones de la CAV que arriesgarse a un aumento de los contagios como consecuencia de las mismas, es preferible confinar a toda la población en su casa y asumir el coste económico de dicha decisión que arriesgarse a colapsar los servicios sanitarios y tener que elegir a quién curar y a quién no, quién va a vivir y quién no. Primero la salud. Primero la gente.

Que duda cabe, los poderes públicos han de velar porque el coste de todas estas medidas no recaiga sobre las espaldas de los y las de siempre: mujeres, pensionistas, trabajadoras, autónomos, pequeños empresarios… y porque quienes más tengan (las élites económicas y financieras, las grandes fortunas, los fondos de inversión, la banca, la gran empresa...) pongan más de su parte. Para ello, han de establecerse medidas como suspender los plazos de pago de tributos y cotizaciones de la Seguridad Social y autónomos, indemnizar a estos últimos, mantener la remuneración de los y las trabajadoras que tengan que quedarse en casa, garantizar que los ERTE no implican pérdida retributiva y no consumen paro, suspender los plazos de pago de alquileres e hipotecas o crear un fondo extraordinario con recursos provenientes tanto de la congelación de determinados megaproyectos como de una contribución especial de las grandes empresas. Primero la salud. Primero la gente.

Por el momento, esta crisis ya ha puesto de manifiesto las consecuencias tanto de la falta de soberanía como del modelo social y económico en vigor. Es inaceptable que el Estado español haya aprovechado la crisis sanitaria para arrogarse las competencias de las comunidades autónomas en Sanidad, Interior y Transporte, imponiendo un 155 encubierto y laminando nuestro ya de por sí limitado autogobierno, algo que, por cierto, ha dejado al desnudo la falacia de la tan cacareada bilateralidad institucional. Parafraseando a Quim Torra, president de la Generalitat, necesitamos apoyo, no recentralización. Por otro lado, la crisis del coronavirus está dejando al descubierto las fallas, carencias e injusticias de un modelo social y económico para el que los cuidados y el trabajo reproductivo son cosa de las mujeres; que impulsa la privatización y mercantilización de la sanidad en detrimento de la universalidad, accesibilidad y calidad de la misma; que apuesta por la globalización y por mano de obra barata en detrimento de la economía local y de empleos de calidad; que promociona el individualismo y la desestructuración social en detrimento de los vínculos comunitarios y la cohesión social; y que no toma en cuenta las necesidades de los y las trabajadoras a la hora de enfrentar las crisis que él mismo genera.

Con todo, esta crisis no es un hecho aislado; más bien al contrario, forma parte del conjunto de crisis y desafíos a los que se enfrentan tanto nuestro pequeño país como el conjunto de la humanidad como consecuencia del capitalismo: emergencia climática, guerras geopolíticas por el control de las materias primas, migraciones masivas producto de enormes desequilibrios socioeconómicos, dualización y precarización social, ascenso de la extrema derecha… o, como hemos visto en Zaldibar, políticas públicas que apuestan por dejar en manos privadas cuestiones tan delicadas como la gestión de los residuos industriales provocando auténticas tragedias humanas y medioambientales. Un modo de producción que impulsa la acumulación de beneficios en cada vez menos manos mientras desposee de lo más básico a cada vez más gente; que antepone el capital a la vida; y que está conduciendo, que ya ha conducido, al planeta y al conjunto de la humanidad al borde del precipicio. Por lo que tan urgente como enfrentar esta nueva crisis es acometer una profunda reflexión sobre todo ello y comenzar a construir un modelo social y económico que ponga a la vida y su cuidado en el centro.

No quisiera terminar este artículo sin manifestar nuestro apoyo y agradecimiento a todas aquellas personas que están en primera línea en la lucha contra el coronavirus, así como la confianza en nuestro pueblo a la hora de enfrentar con éxito este nuevo desafío colectivo. No tenemos la menor duda de que entre todas y todos lo conseguiremos. Gora Herria!

Bilatu