Iñaki Barrutia Arregi
Psicólogo clínico

La batalla cultural: ¿«auzolana» o «auzo-lotsa»?

El Gobierno Vasco utiliza para su propaganda la palabra «auzolana» a la vez que desmonta las estructuras de la sanidad pública y privatiza progresivamente los servicios de Osakidetza.

La batalla cultural es muy importante y a ello el capitalismo le ha dedicado y emplea mucho dinero. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el cine fue utilizado como arma propagandística por la administración estadounidense. Se puso en marcha el denominado plan Marshall, que aparentemente estaba destinado a eliminar la hambruna de posguerra y estimular las economía de Europa Occidental; aunque el objetivo que subyacía a esta aparente generosidad era hacer la guerra psicológica a la URSS. EEUU era consciente de que una Europa fuerte y próspera frenaría el avance del comunismo. El plan Marshall de recuperación económica iba unido al plan Marshall de las ideas; tenía la contrapartida de abrir sin límite el cine de Hollywood a las salas de cine de Europa occidental. El objetivo primordial de la Administración norteamericana en el ámbito cultural y cinematográfico en Europa fue utilizar el cine como arma psicológica, promocionando los valores del american way of life entre los europeos, frente a los «horrores del comunismo». Esa fue la batalla cultural de entonces.

Aquí ya teníamos bastante con la dictadura franquista, su propaganda fascista era evidente. En la transición ya se inició la sutil manipulación de los medios de comunicación. De nuevo la batalla cultural. Los medios de comunicación oficiales tuvieron su contrapunto en los carteles de EMK-LKI, Zutik y también de HB; estos carteles configuraron una barricada contracultural. La exposición de esos carteles presentaría una narrativa de trazo grueso, describiendo aquellos tiempos, en una clave más conectada con la realidad del franquismo y de la transición. En la actualidad, muchos de aquellos carteles estarían prohibidos, reflejo de la pérdida de libertad de expresión. La ley mordaza y la diferente concepción de la militancia acabó con los carteles importados de los dazibao maoístas.

Hoy nos siguen adoctrinando, no solo la Iglesia con sus proclamas medievales; también los medios de comunicación en manos del capital y al servicio de sus intereses. La batalla cultural es cada vez más sutil. Las teleseries de Neflix, HBO y Amazon nos cuentan la historia con el mismo adoctrinamiento del plan Marshall de las ideas. Nos adoctrinan, aprendiendo a odiar al pobre y al «otro», y admirando a los que nos engañan y explotan. Los medios de comunicación españoles en general pertenecen a la derecha extrema y a la extrema derecha; sobre todo los medios televisivos. Aquí, en Euskal Herria, la televisión está diseñada para entretener y para ello copia los realities de la televisión española. Los programas de debate casi han desaparecido. Nuestra televisión en lugar de nutrir el pensamiento, nos apesebra con pienso-mental.

En las elecciones madrileñas, de Manuela Carmena a Ayuso, batalla cultural. Ayuso roba el concepto de libertad, que es un símbolo de las izquierdas e invita a sus ciudadanos a un comportamiento de libertinaje. En Euskal Herria, el Gobierno Vasco utiliza para su propaganda la palabra auzolana a la vez que desmonta las estructuras de la sanidad pública y privatiza progresivamente los servicios de Osakidetza. La sanidad pública en la UCI; la sanidad privada muy saludable; ¡eso sí, auzolana! Aquí también, un partido de derechas roba un término, auzolana, que proviene de la experiencia comunalista. El agua es el elemento comunal por excelencia, así como los acuíferos y pantanos; y en Bizkaia las instituciones del PNV están poniendo en manos privadas la gestión del agua. En Gipuzkoa las obras del TAV han secado acuíferos y han dejado sin agua algunos caseríos. Están robando la soberanía popular utilizando instituciones públicas para el beneficio de las multinacionales, con graves consecuencias para la ciudadanía. Se privatizaron las eléctricas y ahora lo pagamos caro, en el futuro con el agua privatizada a precio de gin tonic; eso sí, ¡auzolana!

La covid-19 se ha utilizado para reforzar el autoritarismo, como es el pasaporte discriminatorio. Noam Chomsky decía que las maniobras de distracción eran una forma de manipulación social muy eficaz: los conflictos que genera el pasaporte covid encubren las responsabilidades del desgobierno; la atención primaria quemada, pero en lugar de poner el foco en el desmantelamiento de la sanidad pública, la responsabilidad se desplaza a los jóvenes no vacunados. Este certificado ha provocado el conflicto entre la ciudadanía, y una ruptura de la misma, desviando la atención de los problemas importantes, la sanidad pública universal, gratuita y de calidad.

Auzolana y auzo-lotsa son dos términos basados en la empatía. El término auzolana se relaciona con lo público, lo comunal; está asociado a la solidaridad, al cuidado colectivo, a la ayuda mutua. La palabra auzo-lotsa (vergüenza ajena) se relaciona con la incomodidad vicaria; está asociada a lo ridículo, patético o hipócrita. Auzolana es el término que el Gobierno Vasco emplea para su propaganda; pero, ¿desmantelar Osakidetza y privatizar servicios de la sanidad pública, es auzolana o auzo-lotsa? ¿Priorizar el cemento y los intereses económicos al cuidado de las personas, es auzolana o auzo-lotsa?

Para lograr la hegemonía de un pensamiento de izquierdas, feminista y ecologista en nuestra sociedad, debemos dar la batalla cultural. Tenemos la responsabilidad de neutralizar este adoctrinamiento con pedagogía que construya librepensadores, con pensamiento crítico resistentes a la manipulación; y con educación en valores como la solidaridad, el comunalismo, la igualdad en la diversidad, el auzolan; personas libres en relación mutualista con la naturaleza. Nuestra batalla cultural es desmontar el auzolana plastificado que nos vende el gobierno y evidenciar la auzo-lotsa que subyace.

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