Que no sea por falta de planes
El suelo del barrio ya no pertenece al vecindario sino que pertenece a la hostelería y al comercio, no hay más que ver cómo están nuestras calles invadidas de terrazas, mesas, sillas, toldos, sandwiches etc., sin criterio y actuando cada establecimiento como le viene en gana dejando hacer por parte de los responsables municipales que parecen disfrutar de esta caótica situación.
Hace no pocos años se redactó y se puso en marcha un plan para la rehabilitación integral de la parte vieja donostiarra, que suscitó un amplio consenso entre los diferentes grupos políticos del Ayuntamiento, así como del propio vecindario a través de asambleas en las que los redactores del plan explicaban en qué consistía, asambleas de nutrida participación que tenían lugar en el salón de la Biblioteca Municipal de la plaza Consti. En dicho plan se contemplaba como carácter prioritario del mismo el factor residencial. Es decir, las y los vecinos eran el sujeto principal del plan. Así fue como en un innegable esfuerzo económico, el vecindario se volcó y se implicó en dicho plan y todavía continúa rehabilitando pisos, fachadas, tejados, patios, escaleras, portales, instalando ascensores, etc.
Pero hemos dicho que la rehabilitación era integral, es decir, que no solamente era urbanística sino también social, así lo reflejaba el proyecto que recogió con esperanza el vecindario. Ello significaba (y significa) que las instituciones debían de poner su grano de arena no sólo en ayudas económicas y urbanización de calles, sino también en dotar al barrio de infraestructuras necesarias para llevar a buen puerto la rehabilitación social antes mencionada.
Así fue cómo surgieron el hoy a todas luces insuficiente Ambulatorio junto a la Biblioteca Infantil, la hoy insuficiente ikastola Orixe, un parque infantil... y para de contar, porque a pesar de que desde diversos ámbitos del barrio: vecindario, diferentes asociaciones deportivas, culturales, gastronómicas, de vecinos se hayan reivindicado desde hace años espacios cubiertos culturales y deportivos dirigidos al barrio, desde el Ayuntamiento hemos obtenido la callada por respuesta o largas y más largas para no hacer nada. El caso es que a dia de hoy la tan cacareada rehabilitación se ha quedado coja, sin terminar y así, seguimos sin casa de cultura, sin espacio deportivo cubierto (que si la chavalería del barrio quiere hacer deporte y llueve, cosa extraña por estos lares, se tiene que desplazar a otros barrios que sí poseen espacios cubiertos y en condiciones), nos marean la perdiz con el nuevo ambulatorio de la Pescadería, con la cubrición del frontón, etc. Y ahora, además, la ampliación de la ikastola Orixe se queda en agua de borrajas porque las instituciones han decidido que los locales de Santa Teresa que podría utilizar la única escuela pública de la Parte Vieja sean cedidos a un proyecto de ámbito privado y así, una detrás de otra.
No sé qué oscuros intereses guian a nuestros responsables municipales, pero la realidad es que el vecindario de este barrio no pinta nada, al contrario de otros grupos sociales como la hostelería y el comercio que si obtienen un trato de favor (no todos, claro) por parte de la institución municipal. Tan es así, que en pocos años la idiosincrasia de la Parte Vieja está cambiando completamente. Resumiendo, para los vecinos, migajas y para el sector que ha encontrado un filón con el turismo, todo y más.
El suelo del barrio ya no pertenece al vecindario sino que pertenece a la hostelería y al comercio, no hay más que ver cómo están nuestras calles invadidas de terrazas, mesas, sillas, toldos, sandwiches etc., sin criterio y actuando cada establecimiento como le viene en gana dejando hacer por parte de los responsables municipales que parecen disfrutar de esta caótica situación en la que cada vez son más frecuentes los escándalos nocturnos. Asimismo, el choque de intereses entre ciertos hosteleros y vecindario están a la orden del dia. Se ha pasado del objetivo de hacer de la Parte Vieja un barrio fundamentalmente residencial a ser a dia de hoy un barrio fundamentalmente turístico, fomentando la especulación de viviendas y locales por parte de grupos inversores con las consecuencias que ya conocemos (carestía de vivienda, profusión de pisos turísticos y pensiones, instalación de un determinado tipo de comercio y hostelería, etc). Hoy en dia son por desgracia pocos los locales comerciales y hosteleros que guardan todavía ese espíritu muy común por aquí de proximidad al cliente, confianza, reciprocidad, profesionalidad..., es decir, cercanos al barrio. Sin embargo, estamos viendo que los establecimientos nuevos que abren están dirigidos al turismo y los gestionan gentes que no están vinculadas al barrio e incluso llegan a tratar a clientes autóctonos como si fueran meros turistas. Estos son ejemplos de la situación a la que se ha llegado. Así es cómo se puede decir que el Plan de Rehabilitación no ha cumplido las expectativas porque no se ha tenido en cuenta a los habitantes del barrio.
Ahora el Ayuntamiento propone una «intervención integral» para la Parte Vieja, evidentemente después de ver a dónde ha ido a parar su situación. Sería deseable que tuviese muy en cuenta a quien lo habita y no como ha pasado con el anterior plan, porque de lo contrario, se volvería a caer en los mismos errores y el resultado sería tropezar en la misma piedra y haber perdido tontamente el tiempo. Al vecindario nos toca vigilar para que los responsables municipales no se desvíen del camino y se cumplan los acuerdos que puedan surgir con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de la Parte Vieja. Como vemos, planes no faltan, pero de nada sirven si no se acuerdan y se hacen cumplir.