Carlos Echenique Huarte
Miembro de la Asociación Chrysallis Euskal Herria

Que su ida no sea en vano

Lo que ha ocurrido esta semana en Ondarroa con Ekai y su familia no puede volver a suceder en ningún lugar de nuestra geografía. Para evitarlo, pongamos todos los medios a nuestro alcance, que los hay. Que su ida no sea en vano.

Días atrás nos golpeaba con gran violencia la trágica noticia del suicidio, en Ondarroa, de Ekai, el hijo adolescente de una de las familias de nuestra asociación, Chrysallis Euskal Herria.

Los motivos personales que pueden conducir a que un adolescente decida terminar con su vida serán casi siempre una incógnita. Lo que sí sabemos es que a Ekai le tocó llevar sobre sus hombros una mochila muy pesada: la que cargan aquellos a quienes la sociedad, o parte de ésta, niega su identidad. Este ejercicio de negación se lleva a cabo en base a unas normas sociales escritas y no escritas, que nos dicen quiénes somos y de qué manera hemos de serlo y establece una jerarquía entre quien las dicta y quien ha de obedecerlas, de modo que los primeros se colocan en una posición de superioridad respecto del resto y, en su incapacidad para comprender y convivir, generan un enorme y gratuito sufrimiento a quienes no se ajustan a ellas, como Ekai y tantos otros.

También quienes amamos a estos chicos y chicas sufrimos con ellos. Ya es duro imaginar el futuro emborronado de nuestros pequeños (todas las lacras de esta sociedad se han cebado con estas biografías) para que además seamos objeto de un cuestionamiento brutal, salvaje, por buena parte del entorno, sencillamente por haber optado en nuestra responsabilidad como familias por escuchar, tratar de comprender y acompañar a nuestros hijos e hijas en sus necesidades, que no caprichos, con el ánimo de verles pasar de estar peor, tristes y ansiosos, a estar mejor, centrados, serenos y felices, como corresponde a su edad.

Las familias de estos peques no necesitamos ser cuestionadas; necesitamos ayuda para tratar de garantizar su bienestar y crecimiento saludable, para tratar de eliminar las trabas adicionales que hacen muy cuesta arriba su camino; ayuda por parte de quienes legislan para modificar de una vez por todas una parte del ordenamiento jurídico propia de épocas pasadas que resulta degradante, inmoral y contraria a los derechos fundamentales recogidos en la Constitución Española (para muestra, los artículos 1 y 4 de la Ley 3/2007, de 15 de marzo); ayuda de los profesionales de la salud para acompañarles en sus necesidades médicas o terapéuticas, si las tuvieren, y ayuda de profesionales de la sexología, psicología y sociología: estudien, profundicen, investiguen, reflexionen para que no tengamos que hacerlo nosotros solos y así podamos dedicar todas nuestras energías a la crianza y educación de nuestros hijos e hijas, que ese es nuestro lugar.

De forma paradójica, la misma semana del suicidio de Ekai se publicaba en el Boletín Oficial de Navarra la puesta en marcha de Transbide, el nuevo y ambicioso servicio de atención sanitaria para el colectivo que representamos y que nace con vocación de ayudar a las personas usuarias a sentirse mejor consigo mismas; un servicio que va a prestarse bajo una doble premisa: la autodeterminación de su identidad sexual por la persona usuaria y el diálogo abierto entre ésta y los funcionarios del citado servicio. Ello supone la ruptura definitiva con prácticas médicas patologizantes (e incomprensiblemente aún vigentes también en la Comunidad Autónoma Vasca) en las que un psiquiatra es quien ostenta la última palabra sobre el acceso o no, del «paciente», a las actuaciones terapéuticas, farmacológicas o quirúrgicas que necesite.   

Instamos, por todo ello, a las autoridades que corresponda en los ámbitos educativo, familiar, social y sanitario del Gobierno Vasco, a que vuelvan sus ojos al trabajo ingente y comprometido que el Gobierno de Navarra ha puesto en práctica los últimos dos años y que a buen seguro va a mejorar enormemente la calidad de vida de nuestros menores.

Lo que ha ocurrido esta semana en Ondarroa con Ekai y su familia no puede volver a suceder en ningún lugar de nuestra geografía. Para evitarlo, pongamos todos los medios a nuestro alcance, que los hay. Que su ida no sea en vano.

Nuestro más profundo pesar y el abrazo más sentido para Ana, Elaxar, Iradi y todos los que sí supieron querer a Ekai. Te queremos y te recordaremos.

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