¿Quién quiere reprimir a Fermin Muguruza en México?
Porque desde el arranque de esa llamada era del espectáculo, las campañas de desestabilización necesitan siempre de una imagen gatillo. La captura de una fotografía que sirva como símbolo, como metáfora, del caos en el que un país está, supuestamente sumergido, para así, indignar a la opinión popular y justificar ante los espectadores, una posible intervención o cambio de régimen. Ya lo vimos en la guerra del Golfo, cuando se difunde por diestra y siniestra de ese oligopolio mediático, una imagen de un cormorán, un pájaro, que parece estar cubierto a cuerpo entero de petróleo. Esto, claro, se presentó como la prueba fehaciente de la devastación causada por el cacareado incendio de pozos de petróleo por las tropas iraquíes, aludiendo a las sensibilidades ecologistas y animalistas para justificar ante ellos, el derrocamiento de la «ruin dictadura» de Sadam Huseín. Una fotografía así es la que la prensa de la nota roja quiso capturar el viernes 30 de mayo en la Ciudad de México: Militares y policías cercando el mítico Foro Alicia tras su irrupción en el concierto de Fermin Muguruza. La narrativa es arrolladora: La ciudad de las libertades, bajo un gobierno de izquierdas, reprime, utilizando a la policía y al ejército, un concierto de un cantante de rock radical Vasco, en el Foro Alicia, mítico bastión de la contracultura, inspirado en el zapatismo. Claro está que esta imagen no solo estaba hecha para indignar a los espectadores internacionales, de esa prensa oligárquica, sino, fundamentalmente, a la izquierda mexicana, a la base social de Morena. Surgen opiniones al estilo de: «Sello de aprobación de Díaz Ordaz», o «Estábamos mejor cuando estábamos peor», aludiendo a los tiempos de represión priista, sobre todo durante el contubernio Díaz Ordaz, Luis Echeverría, dos presidentes también conocidos como Litempo 2 y Litempo 8, sus claves de agentes de la CIA. Mismos que ejecutan la masacre de Tlatelolco en 1968 y la de Corpus Christi en 1971, mandato de Echeverría, en el que además se prohíbe el rock, tildando a sus músicos, seguidores y cualquiera que lo tocase o escuchase de «traidores a la patria». Un sexenio en el que surgen los «Hoyos Funky», como espacios clandestinos de contracultura donde se hacían conciertos de rock prohibidos, espíritu de donde brota el multiforo Alicia. Así es que la imagen del reciente desalojo policial y militar del concierto de Muguruza fue diseñada para que fuera el déjà vu perfecto de esos tiempos. Y lo cierto es que exactamente lo que se presenta en la fotografía es lo que fue: Un operativo represor de múltiples elementos de policía y ejército para frenar un concierto militante de la izquierda en un foro militante de la izquierda. Sin embargo, la única palabra para definir este operativo, fue, como dijo el propio Nacho Pineda, creador y gestor del Alicia, una provocación, con todo el cometido de generar disturbios, de propiciar un enfrentamiento que quedara retratado en imágenes dignas de empañar a la cuarta transformación, como un gobierno de izquierdas que se parecería más a las peores épocas del prianismo que a sus ideales. La contradicción es clara, sin embargo, porque ha sido precisamente la ahora presidenta de México, que, en su etapa como jefa de Gobierno de la ciudad, quien otorgó las instalaciones actuales al Foro Alicia, ante el cierre de su ubicación anterior, con ayuda de la ahora secretaria de cultura nacional, Claudia Curiel. Así mismo, el segundo concierto que dio Fermín en México fue como parte del festival cultural de Ska en Ciudad Nezahualcoyotl, organizado por el gobierno local, con apoyo de la ciudad, también de la 4T. Es decir, que Morena ha sido, más bien aliada, tanto del foro Alicia como de Muguruza. ¿Entonces a quién sí beneficiaría desprestigiar al gobierno ante la izquierda mexicana con este operativo? Los momentos siempre son clave: Un día después de los incidentes en El Alicia se llevarían a cabo las primeras elecciones populares del poder judicial en la historia de México. La democratización del poder fáctico más arraigado en el país como bastión de las élites, de la intervención estadounidense y de la derecha política, que a lo largo del prianismo ha servido para liberar criminales, aprobar reformas oligárquicas como la Ley Televisa de Vicente Fox, cediéndole la televisión nacional a corporaciones privadas o la reforma energética de Calderón, entregándole la energía nacional a multinacionales como Iberdrola y una vez llegada la 4T, sirviendo también para frenar reformas sociales, pretendiendo inhabilitar al gobierno para gobernar para el pueblo. Fue previo a esta elección que los poderes reaccionarios internos y externos se pusieron manos a la obra para intentar sacudir al país hasta el punto en el que, según ellos, acabara tan mareado el pueblo, que se frenara:
No se entiende en solitario la represión del foro Alicia ni tampoco el asesinato ruin de Ximena y Pepe, secretaría y asesor de la jefa de Gobierno de la ciudad. Provocaciones enmarcadas en un claro despliegue de obras desestabilizadoras contra el gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Clara Brugada, contra Morena, contra la izquierda en nuestro país y contra el pueblo de México. La elección ya transcurrió, pero siguen habiendo preguntas abiertas, tanto del doble homicidio de Ximena y de Pepe, como del operativo del foro Alicia. En este último la pregunta entonces es obvia, si ya sabemos cuál era el cometido en ese preciso contexto, ¿Quién ordenó el operativo? La presidenta Sheinbaum respondió en la conferencia mañanera que «cuando jefes de policías deciden desalojar el lugar, le piden a elementos del ejército que estén afuera». Añadiendo que se redefinirá en qué operativos puede participar el ejército y en cuáles no, para que no vuelva a suceder una situación de este tipo, recalcando que no fue correcta esta actuación. Esto es, después de que la jefa de Gobierno, Clara Brugada, haya informado que los hechos se llevaron a cabo mientras que elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y fuerzas federales realizaban un operativo en la alcaldía Cuauhtémoc cuando, cito: «De manera decidida por sí mismos, los responsables de seguridad van a ese punto y convocan al ejército, es por eso que fueron relevados de su cargo porque no debió haber sido así, porque lo hicieron sin pedir instrucción de sus mandos y, por supuesto, por eso hubo consecuencias». Esto es, que fueron relevados de su cargo. Ahora, si bien, se han tomado medidas con los mandos específicos que llevaron a cabo la acción en el foro Alicia, aún podríamos considerar lo ocurrido como un aviso a navegantes: las fuerzas de seguridad nacionales, tienen la capacidad y, como en este caso, la voluntad, de operar por sí mismos, al margen de las directrices de la autoridad política que los debería regir. Esto, a su vez, se debe enmarcar en un contexto más amplio: la llegada del nuevo embajador de la administración Trump a México. Ron Johnson, ex boina verde y agente de la CIA, particularmente activo en El Salvador, primero durante la guerra civil entre los años 1979 y 1992, como «asesor», en uno de los procesos más sanguinarios de la región, asesinando a estudiantes, trabajadores y jesuitas, como al también vasco y familiar mío, Ignacio Ellacuría. Johnson, quien vuelve a tierras de Roque Dalton en la administración pasada de Trump, como embajador, colaborando en el golpe de Bukele al congreso y claro está, en la construcción de la prisión de máxima seguridad, ahora bastión del secuestro y trata de migrantes, ensañado particularmente con Venezuela. Entonces, ¿qué significa la posibilidad de estar en ciernes de unas fuerzas de seguridad nacionales que prueban ser capaces de actuar por libre, en el claro contexto de una intervención suave estadounidense en México? Ahí es donde, más que «hay algo aquí que va mal», la frase de Fermin Muguruza que se podría citar es, «hay gringos en tu casa». Esa debería de ser la llamarada roja.
Ya desde el asesinato de Ximena y Pepe, Marco Rubio, el secretario de Estado estadounidense, se pronunció, instrumentalizado en doble homicidio para intentar imponer el comando estadounidense sobre la seguridad de México. Sin ser ninguna historia nueva: Ya desde el siglo XIX, la Patria Grande ha estado sometida ante Estados Unidos en materias de seguridad y defensa, permitiéndole a dicha potencia, dictaminar cuáles son las supuestas amenazas en cada etapa de la historia. Así es que en la Guerra Fría, se impone la Doctrina de Seguridad Nacional, implementada en sur global de dominio yanqui contra el «enemigo global del comunismo». Ahí es donde las Fuerzas Armadas de toda nación invadida o subyugada, debería otorgar vara libre para amenazas foráneas, es decir, a ellos, los Halcones, pero mano dura con las «amenazas internas», o sea el pueblo, los jóvenes, los trabajadores, la disidencia y claro está, la izquierda. Bajo esta misma doctrina es que las fuerzas militares de nuestra región, ejecutan los golpes de Estado del plan cóndor. Aunque no solo bajo dictaduras militares, sino también bajo tratados de asistencia recíproca como el TIAR, siempre tratados bilaterales entre Estados unidos y la nación subyugada. Luego, tras el fin de la Guerra Fría y el nacimiento del mundo unipolar, vendría la doctrina Bush. Ya había ocurrido el 11 de septiembre y ahora el enemigo sería el terrorismo global, abrazando la llamada acción militar preventiva. Nace el infame Plan Colombia contra el terrorismo y el narcotráfico. Pero no dejan la vieja confiable, el enemigo del comunismo. Así es que arranca la nueva era gorilista en la región, con el golpe a Manuel Zelaya en Honduras en 2009. Más recientemente con los golpes militares contra Evo Morales en Bolivia o Pedro Castillo en Perú. Así es que, declarándolo frontalmente, el cóndor no ha dejado nunca el nido. Estas «asistencias de seguridad» en otras latitudes no solo han resultado en la intervención en las Fuerzas Armadas previamente soberanas de nuestros países, sino, en ocasiones, en la disolución completa de estas, para otorgarle de lleno la seguridad nacional a los Estados Unidos, esto es, como Costa Rica que no tiene Fuerzas Armadas desde 1948, y desde los años 50 cuando las labores militares fueron asumidas por Estados Unidos, o también Panamá que de igual manera cesó su defensa soberana desde 1990, fecha de la invasión militar estadounidense en el país.
En México ya hemos visto esta injerencia, no desde nuestras fuerzas armadas en unísono, porque hasta hace apenas 7 años, vivíamos en una dictadura perfecta de la derecha aliada a Estados Unidos, donde no hacía falta, porque entonces vivíamos esa injerencia a nivel político directo. Algo que el propio Fermin Muguruza ha vivido en la carne. Ya en 1996, durante el gobierno de Zedillo, cuando en una gira por América, Muguruza, con su banda Negu Gorriak es invitado por el Subcomandante Marcos a visitar la Selva Lacandona con el EZLN, movimiento hacia el cual siempre había mostrado solidaridad y mismo contra el cual el gobierno de Zedillo ya había comenzado una guerra sucia incluyendo expulsión de población campesina de Chiapas, masacres, esterilizaciones forzadas y la creación de comandos paramilitares para ejecutar al movimiento. Visita después de la cual Muguruza y su banda sería represaliada. Su baterista, encarcelado y todos, hasta casi 30 años después, pudiendo aparecer en México bajo una amnistía presidencial de la 4T. Zedillo no siendo el único vendido a los halcones, sino que, además de los crímenes de estado que ya le conocemos al PRIAN, contra el pueblo Vasco al que pertenece tanto Fermin como mi familia, ya tenían un repertorio amplio de acciones contrainsurgentes, incluyendo la persecución de los exiliados vascos por parte del ministerio del interior español en connivencia con los gobiernos prianistas.
Entonces, ¿Qué hacer? Claro está, que a raíz del contexto actual de injerencia, que se redefina no solo el protocolo de actuación de la policía nacional con el ejército, sino toda la doctrina de seguridad y defensa mexicana. Ante un panorama de guerra asimétrica, ya visto en todos los gobiernos de izquierda de la región, sobre todo en los que aguantan, una integración latinoamericana no solo cultural, económica, sino también de defensa. Perfilar a nuestra seguridad como el bastión de defensa de nuestra soberanía, no solo siempre rindiendo cuentas al pueblo sino operando única y exclusivamente en defensa de este pueblo. Porque si hoy concebimos a la seguridad nacional bajo el marco estadounidense de permitir que nuestros territorios sean incubadoras paramilitares en defensa de los Estados Unidos, en vez de un tema de defensa de nuestra soberanía como bastión de liberación nacional, estaríamos condenándonos a que el déjà vu que la derecha busca propiciar sea cierto.