¿Raza negra?
Un tanto atónito me quedo al leer en el diario de hoy, día 30, en la página 22 de Kirolak, un titular que dice: “El primer capitán de raza negra del club”, los anteriores han sido, según se deduce de “raza blanca”… no sé cuándo le llegará el turno a uno de “raza amarilla”, “aceitunada”… o yo qué sé; se me han olvidado las clasificaciones que en tiempos pasados se enseñaban en el bachillerato. Uno tiene ya unos años.
El empleo de dicha expresión no es que resulte malsonante, que también, sino que no responde a la realidad de los humanos, ya que como dijese el escritor luso José Saramago, «entre los humanos, solo hay una raza: la humana». Además de las bestialidades que se han cometido, y se cometen, basándose en tal distinción que a la postre supone jerarquía y dominación de unos sobre otros, hace que el uso de tal término resulte nada aconsejable, hay razones de mayor peso para evitar tal clasificación de los humanos: no cabe duda de que hay diferencias fenotípicas que no suponen, sin embargo, diferencias genotípicas. Así, aun dando por sentado que la ciencia es un «campo de batalla», de modo y manera que hay una lucha de concepciones, parece, por decirlo así, que la negación de la distinción de razas entre los humanos carece de pertinencia, es la postura que domina en el ámbito de la ciencia: no convertiré estas breves líneas en una «casa de citas», pero sí me conformaré en transcribir un par de frases de reconocidos especialistas del campo de la biología: la primera corresponde a un premio Nobel de fisiología y medicina, el francés François Jacob: «la distancia biológica entre dos personas de un mismo grupo, de un mismo pueblo, es tan grande que hace que resulte insignificante la distancia entre las medias de dos grupos, lo que hurta todo contenido al concepto de raza»; la otra, pertenece a un destacado biólogo genetista, Albert Jacquard que señalaba: «resulta ilusorio establecer límites o fronteras entre razas, ya que, manifiestamente, son en relación de continuidad las unas con las otras», a lo que añadía que «son mayores las diferencias entre miembros de una misma población de las que se dan entre miembros de diferentes poblaciones».
Sin extenderme más, concluiré señalando que la aplicación del término “raza” al hombre, resulta confuso y hasta tramposo, amén de peligroso; así, la palabra da a entender que en el seno del género humano hay diferentes razas, y ello a pesar de que todos los humanos, en clasificación zoológica pertenecemos a la “clase” de los mamíferos, al “orden” de los primates, a la “familia” de los homínidos, al “género” homo y a la “especie” sapiens. Así pues, entre los seres humanos, ya sean del color que sean, no hay diferencias mayores a no ser los del aspecto, esfera fenotípica; de modo y manera que en el caso de los humanos la división en razas no tiene significado biológico, ni utilidad práctica, además de ser socialmente peligrosa, lo que parece indicar que lo más acertado sería –como no pocos especialistas han propuesto, reitero– eliminar el término del lenguaje científico, y del común por añadidura… teniendo en cuenta que quitar la palabra no es quitar la cosa, más sin olvidar tampoco que se hacen cosas con palabras (How to do Things with Words ) como dijese Austin.