Elias Anton Murgiondo

Reflexiones sobre la amnistía

El manoseo de la amnistía como argumento desestabilizador por parte de la derecha extrema en el estado español produce un asco insufrible y difícil de estomagar. Para quienes trabajamos durante el franquismo fundando las Gestoras pro Amnistía y luchamos hasta su final por lograr la eliminación de la unilateralidad sobre el castigo y el derecho a la libertad de opinión y de la libre representación política, las circunstancias actuales resultan absolutamente desordenadas e incongruentes. Son precisamente los herederos del franquismo, quienes defienden su figura y sus atrocidades, quienes se beneficiaron de la Amnistía más amplia de la historia, donde los jueces del TOP y sus aledaños, donde los asesinos directos de militantes y trabajadores opositores, donde los militares y policías corruptos y responsables de las torturas y las criminales condenas a quienes osaron enfrentarse a la dictadura, donde las autoridades eclesiales bendijeron el régimen, todos ellos y muchos más, fueron amnistiados y sus responsabilidades tras los cuarenta años de dictadura desaparecieron como por encanto. El argumento no fue otro que la manida frase sobre la «reconciliación nacional» y el advenimiento de la democracia... Todo ello propuesto por los sectores más reaccionarios y por partidos traidores a la deseada «ruptura» con la dictadura franquista, mareando la perdiz con una «reforma» del régimen, jurando los «principios fundamentales del movimiento» como punto de partida por el Borbón heredero del dictador para el inicio de la nueva etapa y de la implantación de la impuesta monarquía que nunca fue votada.

Las algaradas de los nostálgicos del pasado cunetero y cruel que se oponen al proyecto de amnistía para los independentistas catalanes por intentar votar su derecho a emanciparse de la España unionista y centralista impositora, resultan contradictorias con sus bendiciones al pasado. Los fundadores del PP (VOX es hijo legítimo de AP-PP) fueron ministros de Franco y que participaron de las cacerías y crueldades de la dictadura fueron amnistiados y premiados en la nueva etapa, donde la pana se mezcló con las corbatas del régimen y se fundieron en un abrazo constitucional que no todo el mundo apoyó y los vascos rechazamos (Konstituzio honi ez). Es curioso que la derecha franquista hoy rechace lo que hace 45 años asumieron con deleite y placer en aras de la ya mentada «reconciliación nacional". Entonces fueron blanqueados y liberados de sus responsabilidades criminales y hoy no asumen que los objetivos de plurinacionalidad vayan ocupando espacios en un debate abierto cara a la separación de Catalunya y Euskal Herria en un futuro a través de un referéndum de autodeterminación. Porque catalanes y vascos no somos españoles, por mucho que un tal García Page o Rodríguez Ibarra, además de Feijóo o Abasc se empeñen en tratar de imponerlo, porque ser español no es algo que se deba imponer, se debe elegir. La única manera de asumir la nacionalidad es permitiendo que los habitantes de un territorio histórico pueda votar con libertad si quiere o no cohabitar en una circunscripción determinada. Los vascos somos un país viejo y sometido por conquistas armadas y traiciones políticas, que está dividido entre dos naciones (Francia y España) y que ha luchado y lucha por su reconocimiento internacional y por respetar y ser respetado por la vecindad y sus aliados. El hecho de que catalanes y vascos pretendamos ser libres no quiere decir que no respetemos las opciones de las regiones y demás pueblos de España en el tránsito a la independencia. A mí, personalmente, lo que opine García Page sobre la unidad de España, me importa un pito, pues yo no voto para elegirle en su feudo y lo que sí le exijo es que no intervenga en nuestra nación.

Esta amnistía para los catalanes tiene la virtud de haber situado a cada cual en su sitio y ha logrado definir quiénes son los marrulleros y los antidemócratas, los herederos de Franco, los que no condenan la dictadura, los que se oponen al progreso y amenazan con un levantamiento; por un lado, están PP-VOX-UPN y por el otro todas las fuerzas políticas de las diferentes nacionalidades del actual Estado (171 contra 179). El hecho de que Sánchez gobierne la España futura resulta un alivio cara al diálogo y el debate sobre el respeto y la modernidad para una convivencia plural, además de racionalizar la política. No es tiempo de dictaduras y de imposiciones cruentas y España no puede seguir siendo la cárcel de pueblos que imponga su dominio a partir de una constitución inamovible y parcial, donde sus gestores sean siempre mayoría y sus artículos supongan un embudo estrecho que someta a los dominados «ad eternum» haciéndoles depender de los votos metropolitanos.

Los seguidores de Feijóo y Abascal recuerdan a los levantiscos del 36 y producen terror, pues sus amenazas resultan mensajes terroristas que tratan de establecer lo contrario a lo que su propia constitución establece. Manejan un mensaje levantisco y faccioso, propio de dictadores que no saben admitir su derrota y manipulando a amplios sectores poblacionales que no han conocido el genocidio franquista y la privación de derechos y libertades que, por suerte, concurre una oposición que les ha derrotado y condenado a no gobernar ofreciendo su unidad como barrera a su fiebre golpista, pues sus planes manipulados por encuestas falseadas se malograron en beneficio de la racionalidad. ¿Por qué la derecha franquista se ha quedado sola en esta etapa política? La respuesta está en la sensatez de la mayoría democrática que ha percibido lo que desde Génova podría llegar, con sus aliados regionales y sus amenazas cumplidas tras unir sus votos de imposición y castigo con las huestes de Abascal.

Hay que seguir trabajando, sin descanso y enfrentando progreso y libertad contra ensoñaciones fascistas para el control y la imposición; deberemos seguir colaborando para ampliar el frente de unidad que impida el avance de las ideas retrógradas y para que vascos, catalanes y gallegos avancen en el reconocimiento de su nacionalidad y los que se consideren españoles no frenen el entendimiento para debatir sobre la libertad de todos y para todos. Los que hoy se oponen a la amnistía para Catalunya son los que fueron amnistiados en el 77, los que nos aporrearon en la «Marcha por la Libertad» que recorrió Euskal Herria para terminar en Arazuri en petición de Amnistía para los vascos y vascas presas y exiliadas. Es el único lenguaje que conocen y se destacan por su negacionismo y crueldad sin límites, pero mañana Sánchez se sentará como presidente hispano por una mayoría plurinacional y respetando la Constitución que los herederos de Franco dicen defender y manipulan entre gritos de histeria y lágrimas de derrota. Gora herria! Euskal preso politiko eta iheslariak etxera!

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