Asier Fernández de Truchuelo Ortiz de Larrea

Reinventarse o morir

No es una situación nueva, más bien se trata de un proceso cíclico. Callan las armas y toca tirar de imaginación, crear nuevas estrategias, reflexionar, hacer un repaso, en definitiva «reinventarse o morir» o en este caso desaparecer

Menuda polvareda se levantó a cuenta del artículo de Josemari Esparza Zabalegi (¿Migrantes?, no gracias). Ni en los encierros más peligrosos de Falces se ha visto nunca nada igual, con deciros que casi acaba en el Pilón, ¡os podéis imaginar!

Dicho artículo (Esparza nunca decepciona) tras sufrir innumerables críticas, tuvo su réplica en otro artículo del mismo autor (Confebask: Migración sí, gracias).

En éste segundo hizo una afirmación muy interesante: «... Por suerte, el discurso integrador del MLNV –recordemos a Txiki o Argala– consiguió sumar a la lucha independentista amplias capas de aquella inmigración.»

Realmente no fueron tantas -hubo un importante número de personas que más que unirse a la causa independentista hicieron causa común frente a la dictadura de Franco-. Muchas de ellas y de forma natural, como dignas herederas de los Perezagua de principios del siglo XX, acabaron en la “casa del pueblo”.

Por aquellos mismos días Txillardegi hablando sobre aquellas mismas personas, hizo la siguiente reflexión, y cito textualmente: «En una nación con Estado propio libre, la inmigración no es problema. En una nación oprimida y en vías de desaparición, la inmigración extranjera (*española) es, objetivamente, un peso cultural anti-nacional, pues es del mismo signo que el Estado opresor. Esto lo siente así todo patriota vasco aun cuando distingue (y nosotros los distinguimos) el derecho de toda persona humana a vivir donde le plazca del hecho indirecto, objetivo, de que una inmigración masiva es objetivamente un factor alienante en lo nacional cuando un pueblo está sojuzgado por otro.»

Sin entrar a juzgar lo escrito por Esparza, si que me llama la atención el alegato que hace sobre el proceso integrador del MLNV en aquella época. ¿Qué ha cambiado, según él, para que ese modelo no sea aplicable a nuestros nuevos vecinos?

Mientras que para José Luis Álvarez Enparantza, la inmigración masiva supone un problema para la supervivencia, habla en clave cultural y de identidad nacional de un pueblo sin Estado como el vasco, Jose Mari lo hace desde un punto de vista materialista.

Es importante entender que la realidad politico-económica actuales no son las mismas que las de entonces ni tampoco lo es la sociedad vasco-navarra. Como vemos algo ha cambiado en la ecuación, ya no hablaremos de pueblo vasco o nación vascongada, ahora nos referiremos a la sociedad vasco-navarra, que nunca a los ciudadanos vascos ya que aún no existe ningún Estado que pueda otorgar dicha cualidad de ciudadano.

Por tanto me atrevo a afirmar, que la cuestión vasca es un problema de Estado. En éste caso de un Estado propio, libre y soberano. Como el resto de Estados.

Dejémonos de maniqueísmos, de diferenciar entre buenos y malos, estamos ante una nueva era, ecléctica, llena de dudas y grandes incertidumbres. Nos enfrentamos al ocaso de una época y al nacimiento de otra.

Frente a tal tesitura ha llegado el momento de definir nuevas estrategias, no quiero decir que lo anterior no haya servido para nada -aún existimos, que no es poco-.

Algunos han optado por la acumulación de fuerzas, el nacionalismo cívico y la cultura del pactismo (pan para hoy y hambre para mañana). Una actitud no exenta de cierto servilismo para con el Estado ocupante a cambio de ciertas “ventajas” sociales y económicas.

No es una situación nueva, más bien se trata de un proceso cíclico. Callan las armas y toca tirar de imaginación, crear nuevas estrategias, reflexionar, hacer un repaso, en definitiva «reinventarse o morir» o en este caso desaparecer.

Pero lo que está claro es que si queremos sobrevivir como una entidad cultural y lingüística diferente la única estrategia válida es la que nos lleve a la obtención de un Estado independiente, libre y soberano.

El resto sólo serán parches que alarguen la agonía.

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