Mª Eugenia Olaitz, Blanca Unzue y Patxi Urrutia

Residencias de mayores

Salvo excepciones, las residencias no tienen como prioridad el bienestar de las personas, sino la rentabilidad económica

Actualmente, las personas mayores somos centro de interés, adquiriendo cada vez mayor centralidad en lo que se refiere a la economía. Bancos, aseguradoras, agencias de viajes, residencias de mayores, se están movilizando por obtener y aprovechar la parte de negocio que nuestras vidas ofertan.

El tema de las pensiones es un reflejo de ello. Es mucho el dinero que se mueve en torno a ellas. Nos encontramos con distintas entidades y empresas privadas que buscando la especulación y dinero fácil, aparecen preocupadas por el bien de las y los pensionistas, presentándonos los planes de pensiones privados como la solución al futuro incierto. Un ejemplo claro lo podemos ver en la situación que se está viviendo en países como Chile, donde se están dando fuertes y violentas movilizaciones con muertos y asesinados por la fuerza pública. El dinero que invirtieron en las privatizaciones resulta que ha desaparecido.

Otro foco de negocio descubierto por las grandes empresas son las residencias de mayores.

Las nuevas formas de vida dificultan la atención tradicional que se daba a las personas mayores en su hogar, rodeadas de los suyos.

El servicio domiciliario y las residencias vienen a cubrir estas necesidades, que deben garantizar las mejores condiciones de vida para las y los mayores, y donde debe primar la atención personal y social. Las residencias deben tener un único objetivo: el de asegurar una vida digna y feliz para la última etapa de la vida.

Salvo excepciones, las residencia no tienen como prioridad el bienestar de las personas, sino la rentabilidad económica. Un negocio en el que no prima la atención y el trato de las personas internas.

Observando el funcionamiento de las residencias, vemos que la atención es muy deficiente, primando las cuentas de resultados positivas a costa de recortar en personal, comida, actividades, en definitiva calidad de vida para los internos, convirtiéndolas en «garajes para viejos».

Podemos citar las denuncias aparecidas en prensa, sobre la gestión realizada por la Cadena Aralia, que administra varias residencias en la Comunidad de Madrid y que ha sido denunciada por tratos inhumanos, malos tratos diríamos.

En nuestra comunidad nos vienen anunciando la próxima apertura de cinco residencias en la Cuenca de Pamplona. La más reciente información que hemos tenido es la que se va a construir en Cizur Menor, con unas declaraciones de grandes intenciones. Pero nos preguntamos:

.- ¿Cuánto va a costar una plaza en estas residencias?

.- ¿Podrá acceder a ellas cualquier persona mayor que la necesite?

.- ¿Cuál va a ser el salario y condiciones laborales del personal que atenderá los distintos servicios?

Casualidad, la empresa que la va a llevar a cabo es la misma que está regentando otras varias residencias; los y las mayores sirven para negocio.

Consideramos que al igual que la sanidad y educación, las residencias son un servicio que se debe ofertar desde la administración pública, con el objetivo único de ofrecer un servicio de calidad y tiene que estar absolutamente descartada la gestión de residencias como negocio.

Es lamentable que desde la administración pública no escuchemos ni un solo proyecto de residencias públicas y que además apoyen como grandes logros poner el bienestar de los abuelos y abuelas en manos de espabilados negociantes con las vidas de las personas.

Bilatu