Txus Pérez Artuch

Responsabilidad

Nadie sabe cuál es la solución para acabar con esto, pero sí cuáles deben ser nuestras responsabilidades socio-cívico-sanitarias como ciudadanos y ciudadanas. Tenemos como espejos clarísimos Italia, y aunque nos parezca más lejano, China.

No acudí al supermercado con intención de llenar la despensa. Y si esa hubiera sido mi intención no lo habría logrado. Fue el jueves 12 a las 20.00 en un gran supermercado de un barrio de Iruñea. Reconozco que me sobrecogió ver las cajas de fruta, neveras para carne, cámaras de congelados y estanterías de productos no perecederos, absolutamente vacías, arrasadas. Me dio mala espina, la verdad.

El viernes al mediodía me enviaron a casa desde el trabajo en Gasteiz. Puse la radio en el camino y además de noticias reiteradas, sobrepasadas por una situación tan extraña, imprevista, insólita e imprevisible, atravesé un dial donde se escuchaba música de jazz con piano de fondo. Me vinieron a la cabeza películas sobre la guerra civil española en las que la radio metía copla para tapar información. Y con esto no escribo con segunda intención ni a modo de acuse de intoxicación informativa. Era una sensación inquietante ante algo desconocido que se acerca sin conocer su magnitud, forma, ni alcance.

También, y esto es muy personal, reflexiono sobré cómo entro en contacto con la vulnerabilidad, el miedo, y el estar controlado. Salvo las generaciones que contaban con uso de razón en 1936 y años posteriores pueden recordar quizá algo similar, en el sentido de refugiarse en casa, racionar la comida y vivir en una constante incertidumbre. Los estados de sitio y excepción son habituales en situación bélica y de posguerra (y no digo que estemos en una situación así). Muchas veces lo he tenido que leer, debido a que dichas personas no quieren hablar para evitar recordar aquel durísimo tramo de sus vidas. «Qué manjar las ardillas en tiempos de hambre. Las ratas de agua también, cuando no había otra cosa», se escucha todavía en pueblos de Nafarroa.

No pretendo expandir alarmismo ni miedo. Soy realista una vez declarado el estado de alarma. Nadie sabe cuál es la solución para acabar con esto, pero sí cuáles deben ser nuestras responsabilidades socio-cívico-sanitarias como ciudadanos y ciudadanas. Tenemos como espejos clarísimos Italia, y aunque nos parezca más lejano, China.

Quédate en casa. Evita contactos. Lávate mucho y muy bien las manos. Ez atera etxetik. Lo sé, uno más que lo dice. Pero también sé, lo incoherentes, insensatos, insolidarios e incluso incrédulos que podemos llegar a ser en una situación nunca antes conocida. ¿O es que es tiempo de vacaciones en la casita de la playa? Entonces pasamos a ser imbéciles.

Gracias y mucho ánimo a todo el personal sanitario por su encomiable labor humana y profesional.

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