Aitziber Ibaibarriaga Etxebarrieta
EH Bilduko bozeramailea Bilbo

Retratos que retratan

El intenso debate político y ciudadano vivido en las últimas fechas en torno a la pervivencia de simbología franquista en Bilbao, 38 años después de la muerte del dictador Franco en la cama, ha dejado al descubierto otras lecturas al margen de las derivadas de la moción inicial de EH Bildu, que no era otra que el cumplimiento, por parte del Consistorio, de la Ley de la Memoria Histórica de 2007 y el Dictamen recomendatorio de la Comisión Técnica para la retirada de símbolos franquistas del Gobierno vasco.

Primeramente me gustaría despejar cualquier tipo de duda que, intencionadamente y, seguramente, para justificar su posterior actuación, algunos han tratado de sembrar en torno a la idoneidad de la iniciativa y el por qué de su presentación ahora. Y no ha habido mayor intención que recoger una petición de cumplimiento del mencionado dictamen, realizada el pasado 16 de enero a todas las corporaciones por la propia EUDEL, institución, todo hay que decirlo, presidida por la teniente de alcalde Ibone Bengoetxea.

Cualquiera que haya leído el citado dictamen habrá observado que Bilbao aparece como incumplidor reiterado en las cinco cuestiones que aborda: callejero, simbología, placas de viviendas, cuadros de cargos públicos franquistas, y medallas y honores. Cuestión que, al menos para mi grupo, es altamente preocupante, fundamentalmente, por el alto grado de impunidad del que ha gozado el régimen franquista y sus protagonistas.

También me gustaría subrayar que ha sido la desafortunada e irresponsable actitud del alcalde, al que parece le puede su obsesión contra la izquierda soberanista, la que ha dado relevancia mediática a una cuestión que, como el resto de mociones sobre el franquismo tratadas esta legislatura (rehabilitación de empleados municipales depurados, apoyo a la querella en Argentina), se debía haber solventado con un acuerdo a tres entre PNV, EH Bildu y PSE.

No ha sido así. Y no ha sido así porque PNV y PSE han buscado en todo momento escenificar un acuerdo en el que no cupiera EH Bildu. Lo de menos era cumplir la Ley, el objetivo arrinconar y tratar de desactivar a nuestro grupo. Fruto de ello ha sido la insuficiente decisión de colocar a todos los alcaldes juntos en una nueva dependencia, en la que los franquistas estarán al mismo nivel que los democráticos. Cuestión que no es de recibo.

La foto buscada entre Ibone Bengoetxea, quien parece parte en una posición ventajosa en la carrera por la sucesión de Iñaki Azkuna, Alfonso Gil, portavoz del PSE, y Andoni Aldekoa, consejero delegado del alcalde, retrata, además, un acercamiento que se venía barruntando desde la discusión sobre las tasas fiscales en septiembre. PNV y PSE se preparan, de esta manera, para un acuerdo en la próxima legislatura ante la más que previsible pérdida de mayoría absoluta por parte del PNV y la pujanza cada vez mayor de EH Bildu. Ambos se necesitan, el PSE para coger oxígeno como cuarta fuerza política y el PNV para disponer de un partido «muleta» en el que apoyarse en el futuro viendo la situación política en el país.

Desde EH Bildu vemos con preocupación el papel de «muleta» que, a cambio de casi nada, el PSE está dispuesto a regalar a un PNV que, si por algo se caracteriza en Bilbao, es por su política de derechas similar a la que en el Estado aplica el PP. Prueba de ello es el fuerte tirón que los jeltzales tienen entre la base social del PP.

Las mayorías absolutas tienen una cosa buena. Y es que, al no necesitar el apoyo de ningún otro, muestran a quien las ejerce tal y como es. Lo pudimos ver con Aznar que pasó de hablar catalán en la intimidad mientras gobernaba en minoría a ejercer, sin careta alguna, una política de extrema derecha, cuya máxima expresión fueron las mentiras deliberadas en torno al 11M, con mayoría absoluta. Y algo parecido le ocurre a este gobierno y sobre todo a su alcalde. Su mayoría absoluta nos está permitiendo conocer en esta legislatura la verdadera faz del PNV en Bilbo. Y a eso ha decidido el PSE otorgar su aval.

La formación liderada por Gil no solo ha preferido traicionar su pasado por salvar el patinazo de Azkuna sobre los cuadros de alcaldes franquistas. Su abrazo mediático evidencia y retrata un aval a una forma de hacer política que estos mismo días ha colocado la alfombra roja a la troika europea, la misma que no ha dudado en mandar a la miseria a miles y miles de personas en beneficio de la banca y las grandes multinacionales que solo miran por sus intereses particulares.

Y a un modelo de ciudad de escaparate que esconde una cruda realidad, que no es otra que las casi 32.000 personas desempleadas (de las cuales 20.000 no reciben ningún tipo de prestación) y que cuenta con 236 personas que duermen a diario en la calle.

Justo todo lo contrario de lo que necesita Bilbao y sus habitantes, que es que se garanticen todos los derechos para todas las personas.

Bilatu