Jose Mari Aiarzaguena
Médico de familia jubilado

Salud: objetivo compartido por médicos de familia y ciudadanía

A las residentes de medicina familiar y comunitaria, que, tras un largo y exigente recorrido eligieron ilusionadas la especialidad de medicina familiar y comunitaria, no les ha gustado la realidad que se han encontrado en los centros de salud y en los hospitales. Realidad marcada por el desprestigio de su especialidad, que ha transformado su ilusión inicial en preocupación y dudas sobre ella. Para compartir preocupaciones y buscar soluciones, organizaron una jornada de residentes de medicina familiar y comunitaria, a la que me invitaron a participar. En el encuentro reflexionamos sobre nuestra especialidad: ¿en qué somos especialistas? ¿En qué consiste nuestra especialidad? La crisis de nuestra especialidad y la de Osakidetza comparten la misma causa: la pérdida de la salud. Por esto comparto algunas reflexiones que surgieron en este encuentro.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de salud? Existen al menos dos definiciones de salud. La definición del modelo biomédico: «la buena salud es la ausencia de dolor, enfermedad o defecto», y la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), razón de ser de nuestra especialidad, en la que: «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades».

Animé a los residentes a que identificaran a cuál de las dos definiciones de salud obedecía su formación, su práctica clínica e incluso su evaluación como residentes. Resultó interesante, y me parece también necesario que los ciudadanos seamos capaces de identificar, a qué definición de salud responden las actuales políticas sanitarias y las promesas que escucharemos en la campaña electoral. Por ejemplo, cuando el médico Mikel Álvarez, asesor del candidato a lehendakari señor Pradales, en temas relacionados con Osakidetza, insinuaba, en el artículo de opinión publicado hace unos meses en el periódico “El Correo”, que no era necesario aumentar el personal sanitario en Atención Primaria, ¿a qué definición de salud se refería? Y ahora, en la campaña que han iniciado para calmar la creciente frustración y enfado de la ciudadanía por la situación de Osakidetza, observamos que sus propuestas estrella se centran en la sofisticación tecnológica y en la mejora de la atención hospitalaria, con inversiones en los hospitales de Donostia, Tolosa, Galdakao, Basurto, Araba..., ¿a qué definición de salud obedecen?

Sus políticas de salud centradas en el manejo de la enfermedad contrastan con sus campañas de propaganda en defensa de la salud integral y de los hábitos de vida saludables. Hoy en día es poco probable que haya alguien que no sepa de los beneficios que una dieta adecuada, la realización de ejercicio y el evitar tóxicos, aportan a la salud. Por este motivo, las campañas informativas sin presupuesto para acciones que incidan en los cambios de hábitos tienen poco efecto sobre la salud, y además de actuar como fuegos artificiales, pueden provocar estigma y sentimientos de culpa entre las personas enfermas «no cumplidoras», y sentimientos de miedo entre la población.

Otro punto de reflexión consistió en cómo responder al innegable aumento de enfermedades crónicas, cáncer... ¿Haciendo más de lo mismo, y manteniendo el círculo vicioso de a más enfermedad, más hospitales? De esta forma solo conseguiremos que, dentro de unos años, el siguiente plan de salud de Osakidetza certifique nuevamente el aumento de la carga de enfermedad y de las desigualdades sociales en la salud. Y vuelta de nuevo a insistir en invertir en tecnología, hospitales, o lo que es lo mismo, en enfermedad. ¿Es viable un sistema de estos?

¿Por qué no le damos una oportunidad a la salud e invertimos en Atención Primaria de Salud? ¿Cómo, si no, vamos a disminuir la carga de ese más del 90% de las enfermedades crónicas que, sabemos, son evitables con unos hábitos de vida saludables y el control de los factores de riesgo? ¿Cómo, si no, vamos a poder introducir los hábitos de vida saludables en el manejo de las enfermedades? Hábitos de vida que, como el ejercicio físico, ya han demostrado su eficacia en la mejora de la capacidad funcional, en la mejora de la calidad de vida relacionada con la salud y en la mejora del pronóstico de las enfermedades, incluida el cáncer.

Para impulsar la salud, necesitamos unas consultas en Atención Primaria con valor añadido en salud, que son consultas que incluyen la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, la exploración de las expectativas del paciente sobre su salud, la evaluación de la repercusión de sus síntomas en su vida social, laboral, familiar, y en su esfera psicológica y emocional. Solo desde el conocimiento de la realidad integral bio-psico-social-emocional de la persona, y desde una relación de confianza médico/enfermera-paciente, se puede pasar de la simple información y del consejo poco eficaz, al proceso de motivación y empoderamiento de una persona en la adquisición de hábitos de vida saludables. ¿Es posible conseguir esta imprescindible relación de confianza sin contratos estables, y con pacientes a los que se cambia de médico constantemente? ¿Es posible realizar estas consultas con valor añadido en salud en menos de 15 minutos? ¿A qué otra especialidad le impiden ejercer la labor para la que fueron creadas?

En definitiva, en el encuentro con las residentes intenté transmitirles que pueden sentirse orgullosas de ser las especialistas con mayor impacto potencial en la salud poblacional. Animarlas a que se formen en salud, que, por supuesto, incluye el manejo de la enfermedad, porque más pronto que tarde, van a tener que realizar consultas con valor añadido en salud, para evitar así que nuestro Titanic se hunda por exceso de enfermedad evitable. Y, por último, quise asegurarles de que no están solas, que cuentan con el apoyo de una ciudadanía deseosa de ser tratada como personas integrales, de tener siempre la misma médica de confianza, y que reivindica recuperar la salud y convertir la Atención Primaria en la piedra angular del sistema sanitario.

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