José María Pérez Bustero
Escritor

San Isidro Labrador era mozárabe

Por mucho que los historiadores los diseñen como pueblo agresor de la península, en absoluto fueron un pueblo devastador, sino que hicieron muy valiosas aportaciones.

El día 15 de mayo se celebró en el calendario religioso el día de San Isidro Labrador. Según escritos del siglo XII, San Isidro vivió entre el año 1082 al 1172, en el entorno urbano -inicio del actual Madrid- situado junto a una fortaleza edificada por los islámicos para vigilar los pasos de la sierra Guadarrama contra campañas cristianas del norte. O sea que su familia era de gentes que se quedaron a vivir con los musulmanes cuando éstos fueron ocupando la península entre el año 711 y 720. Y les denominaron mozárabes, o sea arabizados lingüística y culturalmente    .

¿Qué vida llevó el hombre para que los escritores le llamaran “Ysidorus Agrícola”? Pues, además de estar casado y tener un hijo, trabajó al servicio de terratenientes. En todo caso, debió dejar muy buen recuerdo pues la tradición oral hablaba incluso de “milagros”, y en el siglo XVI la aristocracia madrileña eclesiástica inició su proceso de canonización, el 12 de enero de 1622 fue canonizado. y dos meses después se le declaró patrono de Madrid.  Era considerado un santo labrador y pocero (constructor de pozos), y se le rezaba que trajera lluvias. De ahí la oración: «San Isidro Labrador, patrón de los labradores, danos de esta buena agua p’a que vivamos los pobres». Siglos más tarde, el año 1960, Juan XXIII lo declaró «patrón de los agricultores españoles».

Detrás de los datos de dicho labrador, hay un aspecto a destacar: que los islámicos no suscitaban aversión entre quienes se quedaron a vivir con ellos. Y es que, por mucho que los historiadores los diseñen como pueblo agresor de la península, en absoluto fueron un pueblo devastador, sino que hicieron muy valiosas aportaciones, que vale la pena mencionar pues llevan a empatizar con ellos.  

En el campo de la agricultura. Introdujeron un nuevo tipo de arado, Instalaron regadíos por una parte y otra, extraían agua incluso del subsuelo, difundieron los molinos. Asimismo, introdujeron nuevas formas de arquitectura, con monumentos sorprendentes: como la Alhambra, complejo monumental de Granada; el castillo de Gormaz en Soria; el palacio fortificado, denominado Alfarería, de Zaragoza; los reales alcázares y la Giralda de Sevilla; la Alcazaba, admirable recinto amurallado, de Málaga; la mezquita de Córdoba. Otro campo: organizaron nuevas formas de higiene: desde instalar baños públicos, hasta introducir desodorantes.  

Cabe subrayar asimismo sus aportaciones en el lenguaje. Además de docenas de topónimos, como Albacete, Alcalá, Algeciras, Guadalajara, Murcia, Henares, hay una serie de palabras que pasaron a formar parte de la lengua hispana. Algunas se refieren a productos. Por ejemplo, aceituna, albaricoque, bellota, algodón, alcachofa, alcohol, elixir, naranja, zanahoria, limón, arroz, sandía, escabeche. Otras dan nombre a objetos caseros, como almohada, alfombra. O referidas a ropa y calzado: chaleco, alpargata, gabán.  O lugares y partes de viviendas: aldea, quiosco, rincón, mazmorra, tabique, zaguán.

Asimismo, vienen de ellos las palabras albañil, alcalde, aduana, ajedrez, alcohol, guata. Calificativos: gandul, hazaña, baladí, chisme, fulano. Nombres de animales: jirafa. Jabalí. Expresiones cotidianas: hola, olé, ojalá. Y a otras, como carcajada, avería, chalupa, destartalado, embarazar, hazaña, jota, joroba.

Junto a esa serie de importantísimos datos, y dejando aparte al patrono de Madrid, nos queda dirigir la vista a la actualidad, y resaltar que, cinco siglos después de ser expulsados de Granada, en la Península Ibérica hay de nuevo una importante población musulmana. Inmigrada ante todo de Marruecos, Argelia, Senegal... y algunos, aunque pocos, de la zona saharaui. Según el censo expuesto el año 2015 por la Unión de comunidades islámicas en España, son 1.858.400, y viven sobre todo en Cataluña, Andalucía, Madrid, Comunidad Valenciana… En la Comunidad Autónoma Vasca son 62.466. En Navarra: 29.563; en la Rioja:19.462…. Así que nos topamos en cualquier momento con personas que hablan en idioma islámico, o con mujeres que llevan el velo en la cabeza, como precepto de su cultura-religión. Y nos enteramos de que funcionan entidades culturales islámicas, y una docena de pequeñas mezquitas.

Teniendo claro las aportaciones citadas, es moralmente imprescindible borrar todo sentido de fobia o suspicacia ante estos nuevos habitantes islámicos, y considerarlos del mismo linaje de que los llegados hace siglos que realizaron aportaciones tan valiosas.

Para asumir a fondo esa realidad, los vasco-navarros debemos mirar un aspecto de nuestro propio proceso y recordar que también nuestra tierra ha sido cuna de emigrantes en la época moderna. Sin entrar en muchos detalles, cabe citar en primer lugar, que, tras la modificación de los fueros posterior a los enfrentamientos carlistas, se produjo una emigración masiva de vasconavarros a las nuevas repúblicas americanas. También se dio una emigración a Argentina entre los años 1835-1857 de pastores de Iparralde, que se instalaron en tierras de la Pampa, y otros muchos emigraron a tierras de California, estado costero occidental de USA.

Ya en el siglo XX, se dieron nuevas emigraciones. Y la llegada de la guerra civil y el sucesivo régimen franquista, empujaron a miles de personas al exilio, tanto a los países europeos como a tierras de América. Fue una desbandada de vascos y vascas, que llevó a hablar de la diáspora vasca.

¿Dejamos aquí las consideraciones? Hoy un punto más. Que los vasconavarros no somos etnia singular y envidiable, como formularon algunos etnólogos del siglo XIX. Somos gentes que se adaptan al suelo en que vivimos. Así que hoy día la mitad de nosotros son-somos venidos de fuera o hijos de venidos de fuera. Nuestra tarea es conocer, comprender y asumir a todos los que van por nuestras aceras y pueblos. Y mirando al otro lado de nuestra tierra, comprender que los habitantes de otras zonas son vecinos nuestros.

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