Patxi Zabaleta
Coordinador de Aralar y portavoz de Aralar Nabai

Sanfermines 1979 y la ikurriña

La ruptura de los Sanfermines en 1978 por el ataque fascista de la plaza de toros y la sangrienta represión posterior con el asesinato de German Rodríguez constituían una gran responsabilidad para la nueva corporación. ¿Se podrían recuperar nuestras fiestas?

Entonces la ikurriña ondeaba oficialmente en el balcón del Ayuntamiento y el hecho de que compartiera balconada, constituía también el símbolo de la convivencia entre quienes compartimos calles, aceras, aire que respirar, ciudadanía y tiempo.

Fue esta convivencia la que debía ser se trasladada a la fiesta para su recuperación dentro de un conjunto de acuerdos ‘explícitos e implícitos’, como por ejemplo, que la policía municipal asumiese el protagonismo de la calle y que ‘los grises’ se mantuviesen en un discreto segundo plano, ya que por su protagonismo en el ataque a la sociedad pamplonesa (eso fue) de 1978 eran objeto del reproche social más generalizad. El estribillo más repetido era sin duda aquel de que se vayan…

Iruñea quería y necesitaba recuperar los Sanfermines y con esa voluntad social e infinidad de esfuerzos los Sanfermines fueron recuperados, siendo un agente muy importante en aquel empeño Manuel Perez Balda. Dos años más tarde se vería privado de su cargo por el PSOE-PSN por haber votado a favor de la ikurriña.

Efectivamente la ikurriña fue retirada del ayuntamiento de Iruñea dos años y pico más tarde en una votación de 17 contra 10 pocos días antes de la fiesta de San Cérnin. Años más adelante y, puesto que no podían soportar que la regla aplicada en Iruña se aplicase también en otros municipios, aprobaron la primera ley de símbolos de Navarra y cuando la justicia empezó a dictaminar en contra de sus pretensiones, aprobaron la actualmente vigente, eximio ejemplo de imposición, que en su ridiculez llega a afirmar que «todo lo que esté en contra de esta ley es nulo de pleno derecho» (sic).

La iniciativa de quitar la ikurriña fue una moción de UPN, entonces cuarta fuerza política de Pamplona y resultó apoyada por UCD y desgraciadamente también por el PSN-PSOE, el cual hasta un año antes la había exhibido en su propia sede. Lo hicieron –se atrevieron a hacerlo- cuando ya el recuerdo del ataque a la sociedad de 1978 se estaba desvaneciendo. Mientras tanto no les había importado desfilar tras la ikurriña.

Es cierto que también se precisa una autocrítica por el otro lado. La actitud que simboliza el grito de ‘ikurriña bai española ez’ no es respetuoso con la pluralidad y ha sido perjudicial. La normalidad está en reproducir en el ámbito de los símbolos la realidad de la sociedad y de la calle.

La normalización por lo tanto, es el intento de poner la ikurriña en las fiestas de Iruñea. La anormalidad es su prohibición. Desgraciadamente lo criminalizado es la normalidad, la pluralidad, la convivencia, el aire común que respiramos y lo que está legalmente protegido es la anormalidad de la prohibición, la represión, el ataque a la pluralidad.

La trastienda está en que durante el franquismo la ikurriña fue uno de los símbolos principales de la lucha por la democracia y por eso le tienen fobia el franquismo sociológico.

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