Mikel Arizaleta
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Schmidt ist tot

1. Un discurso a los 92: denunciando el peligroso papel que Alemania está jugando

En el 2011 escribía ese gran periodista de la Vanguardia, al que resulta delicia leer sus artículos y se llama Rafael Poch:

«Ayer esa otra Alemania habló por boca de su político más influyente, un hombre de 92 años sentado en silla de ruedas. Fue en el congreso del SPD iniciado en Berlín, y preludió el cambio de viento que un 2012 en recesión augura para todo el continente. Acusó al gobierno alemán de haber roto el equilibrio histórico europeo entre centro y periferia, la fórmula ideada hace sesenta años por los padres fundadores de la UE para evitar la crónica enfermedad bélica del continente. Merkel ha sembrado la duda sobre la consistencia de la política europea de Alemania», dijo. «Los alemanes debemos rechazar el egoísmo nacional».

Schmidt dio también la razón al principal filósofo alemán vivo, el octogenario Jürgen Habermas, al suscribir su advertencia: «por primera vez desde la fundación de la UE, la democracia está en peligro». Hay que regular a los mercados, separar unos bancos de otros, prohibir determinados negocios, y sólo así podrá Europa ser «zona de estabilidad».

La historia europea, dijo Schmidt, es «una serie interminable de luchas entre la periferia y el centro». Esa historia tiene una memoria viva y concreta de las últimas ocasiones, «en las que los alemanes hicimos sufrir a otros bajo nuestra posición de poder central». Memoria, que, «seguramente, mantendrá aun por muchas generaciones una desconfianza latente contra los alemanes». Esa desconfianza fue, precisamente, el impulso fundamental de la integración europea, y alimentó también, «las resistencias iniciales de Thatcher, Mitterrand y Andreotti hacia la reunificación alemana en 1989», explicó.

En economía, los superávits comerciales de Alemania, semejantes por su tamaño a los de China, son inseparables del déficit de los demás. Las exigencias de austeridad formuladas por el gobierno de Merkel han generado «una preocupación creciente ante un dominio alemán».

«No podemos propagar una extrema deflación, porque sin crecimiento ningún Estado podrá sanear sus cuentas», dijo. «Necesitamos un corazón compasivo para con nuestros vecinos y socios, y sobre todo con Grecia. Si a partir de nuestra fuerza económica los alemanes nos dejamos llevar hasta exigir un papel dirigente, e incluso un rol de primus inter pares en Europa, la mayoría de nuestros vecinos se levantará en defensa. Regresará rápidamente la prevención de la periferia hacia un centro demasiado fuerte, las consecuencias serán fatales para la UE y Alemania será aislada»

«Quien ahora da a entender que hoy y en el futuro se hablará alemán en Europa, quien, como un ministro de exteriores, dice que las visitas a Kabul o a Trípoli, escenificadas para la televisión, son más importantes que el contacto político con Lisboa, Madrid, Dublín o Helsinki, cuando otro dice que hay que evitar una unión de transferencias, todo eso no es más que espíritu nacional de matón alemán».

2. Advertencia de quien se granjeó un nombre como ministro de economía y finanzas

Parafraseando a Jürgen Habermas el viejo canciller afirmó que los políticos han sido tomados como rehenes por los mercados financieros.

«No hay que esperar gran cosa de Obama o del gobierno británico en ese sentido», dijo. «Los bancos fueron salvados con dinero público pero desde 2010 vuelven a las andadas, explicó. Su propuesta en ese frente: separación de los bancos normales y los bancos de inversión, y prohibición de diversos papeles y negocios financieros».

«Los bancos se han resistido por todos los medios a la regulación, pero si los europeos tienen el valor de realizarla, Europa se convertirá en una zona de estabilidad. Para ello, los alemanes debemos rechazar el egoísmo nacional», concluyó.

3. Seria advertencia a los alemanes y a su canciller a los 93:

A los 96 años de edad ha muerto el viejo ex canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, el Altbundeskanzler. En el 2012, a los 93 años, Helmut Schmidt en el discurso de recepción del premio Paz de Westfalia en el ayuntamiento de Münster, dotado con 100.000€, volvió a la carga:

«Europa se puede ir al garete por nuestra culpa. La unión europea podría malograrse por culpa de los alemanes. Alemania está haciendo notar ante los otros miembros de la Unión que es la principal potencia económica del continente y una parte de la opinión pública alemana está desgraciadamente impregnada de puntos de vista egoístas y nacionales.

Para desesperación de nuestros vecinos, el Tribunal Constitucional alemán, el Bundesbank y sobre todo la canciller Merkel se están insinuando como el centro de Europa, una Europa que puede irse al garete por culpa de Alemania. Los alemanes no debemos ser nunca, y nunca más, motivo de estancamiento.

Los alemanes no debemos ser nunca, y nunca más, motivo de estancamiento o fracaso del gran proyecto de la Unión Europea. Los alemanes no debemos ser portavoces de la Unión Europea, sino que debemos actuar dinámica y cooperativamente»

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